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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La espiral inflación-salarios, ¿será esta vez diferente?

La historia económica sugiere que las retribuciones nominales pueden acelerarse mientras el rally de los precios retrocede desde niveles elevados

El Banco Central Europeo está convencido de que, incluso después de que los factores energéticos y pandémicos desaparezcan y dejen de pesar en el aumento de los precios, la subida de los salarios será el principal impulsor de la inflación en los próximos dos o tres años. En sus análisis se puede ver que los salarios negociados desde principios de 2021 aumentaron de forma sostenida, pero bastante contenida, hasta el segundo trimestre de 2022, con una tasa de crecimiento anual en torno al 2,5%. En su opinión, y teniendo en cuenta un crecimiento típico de la productividad laboral de alrededor del 1% anual, un aumento del salario nominal del 3% anual estaría ampliamente alineado con el cumplimiento del objetivo de inflación a mediano plazo del 2%. En sus datos se puede ver que las negociaciones de contratos durante 2022 generaron un aumento salarial del 3,8% y un incremento del 3,5% para 2023.

Las proyecciones de los expertos del BCE estiman que la remuneración por empleado crecerá un 4% en 2022, un 4,8% en 2023 y un 4% en 2024, y los costes laborales unitarios un 2,8%, 4,1% y 2,2% respectivamente. Estos aumentos salariales nominales superiores al 2% de la inflación, considerada normal, reflejan en gran medida el proceso de recuperación tras la caída de los salarios reales que se ha producido desde mediados de 2021. Es decir, de momento la subida de los salarios no altera el pulso de los banqueros centrales europeos.

Estas proyecciones están influidas por la condición de ajuste cíclico del mercado laboral de la zona del euro donde, tal como se representa en la curva de Beveridge, el desempleo es actualmente bajo y las vacantes altas en comparación con otros periodos del pasado. Estas condiciones del mercado laboral, tanto en Europa o como en Norteamérica, crean la expectativa de aumentos salariales más fuertes y, con ello, el riesgo de una espiral de salarios y precios. De hecho, en Estados Unidos las tasas de vacantes y renuncias tienen un poder predictivo alto para determinar la inflación salarial, de tal forma que, ante la rigidez actual de ese mercado, cabe esperar una alta presión sobre los precios en los próximos dos años. Como consecuencia, se puede esperar que la inflación de precios y salarios pueda empezar a retroalimentarse y crear una espiral en la que unos y otros se acelerarán durante varios trimestres.

Olivier Blanchard es un referente en el estudio de este fenómeno y define la espiral salario-precio como la consecuencia de varios mecanismos: por un lado, los trabajadores desean mantener o aumentar los salarios reales; por otro, las empresas quieren preservar o aumentar los márgenes sobre sus costos (salarios); y en último lugar, los salarios nominales y los precios necesitan su tiempo para ajustarse. Por lo tanto, un shock inflacionario tarda en disiparse porque los trabajadores y las empresas negocian los salarios y los precios en rondas.

Sin embargo, en una situación sin precedentes como la actual y en un entorno de radical incertidumbre las predicciones a partir del pasado resultan frágiles. No obstante, como no existen mejores referencias y siendo conscientes de esta limitación, la mejor opción es preguntarse ¿con qué frecuencia esas espirales se han producido en el pasado y qué ha sucedido después de esos episodios?

El FMI acaba de abordar estas preguntas en un trabajo titulado Espirales de precios y salarios: ¿Cuál es la evidencia histórica? Las espirales de precios y salarios, al menos definidas como una aceleración sostenida de los mismos, son difíciles de encontrar en el registro histórico reciente. De los 79 episodios identificados, que se remontan a 1960, solo una minoría de ellos registró una mayor aceleración después de ocho trimestres. Además, una aceleración sostenida es aún más difícil de encontrar cuando se observan episodios similares al actual, donde los salarios reales han caído significativamente, y en tales casos los nominales tendieron a ponerse al día con la inflación para recuperar parcialmente la cifra real.

Una conclusión importante de este análisis es que la aceleración de los salarios nominales no debería interpretarse necesariamente como señal de que se está afianzando una espiral de salarios y precios. De hecho, la historia sugiere que los salarios nominales pueden acelerarse mientras la inflación retrocede desde niveles elevados. En promedio, esto es lo que ha sucedido después de episodios macroeconómicos similares en el pasado ¿será esta vez diferente y la subida de los salarios nominales será el preludio de la espiral inflacionista?

Bajo esa perspectiva histórica, parecen exageradas las subidas realizadas hasta la fecha en los tipos de interés para evitar la espiral, pero dado que los bancos centrales consideran que esa actitud overkilling les genera una mejor reputación que la contraria, o underkilling, cabe esperar firmeza, pero sobre todo dureza. Y ello podría producir precisamente lo que se pretende evitar: una espiral de precios y salarios porque será muy difícil esperar dos años a que se igualen los salarios nominales y los reales.

Perder poder adquisitivo durante un periodo corto de tiempo es una cosa, pero sin un límite previsible y fiado ad calendas graecas es otra muy distinta, como ha podido comprobar esta semana el propio BCE al ver rechazado por el sindicato IPSO un aumento de sueldos del 4,07% con el argumento de que el poder adquisitivo bajaría notablemente. En esa coyuntura, un pacto de rentas tiene escaso sentido mientras no se produzca al mismo tiempo un pacto de costes.

Sería un buen ejemplo que los políticos alcanzasen un acuerdo real e inmediato sobre todo en el precio del gas, que es la raíz de todos los problemas. Es absurdo temer un acontecimiento que se puede controlar y cuya causa se conoce.

Carlos Balado es Profesor de OBS Business School y director de Eurocofín

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