La actuación de los bancos centrales: ¿aprobado o suspenso?
Nunca sabremos si la ola de inflación se hubiese podido frenar con una reacción más rápida, pero las medidas adoptadas han suavizado la crisis
Los bancos centrales tienen la misión de regular el crecimiento y la inflación en la economía. Cuando quieren reactivarla bajan los tipos de interés y aumentan el dinero en circulación, normalmente mediante la compra de bonos y hacen lo contrario cuando quieren bajar el crecimiento y la inflación.
Mis padres siempre me enseñaron que juzgar con el retrovisor a las personas es muy simplista, siempre es de mala educación si va acompañado del posterior “ya te lo dije” y muchas veces no sirve para nada. Por el contrario, me recomendaron, que me pusiera en la piel de la otra persona y en sus circunstancias.
Trasladando esto a lo que han hecho los bancos centrales, a posteriori, creo que la mayoría de los economistas se inclinarían por un ya te lo dije, en referencia a que muchas voces decían que la inflación no sería ni tan baja ni tan transitoria y no fueron capaces de hacer bien su trabajo, cuando su objetivo principal de mantener la estabilidad de precios, no solo no se ha cumplido, sino que nos encontramos en una etapa inflacionista muy extrema y que ha conseguido que todos seamos, siendo generosos, al menos un 10% más pobres. La respuesta al título de este artículo de muchos de estos economistas sería por lo tanto un claro suspenso.
Para ayudarles a formar su propia opinión me gustaría recordar de dónde venimos. En 2008, cuando sufrimos la crisis de la burbuja inmobiliaria subprime con grandes dificultades para el sistema bancario, bajaron los tipos de intervención a mínimos, aumentaron la compra de bonos y se establecieron muchas normativas para el control de los bancos.
Entre 2008 y 2012, los bancos centrales intervinieron el mercado, la Fed comenzó a incrementar su balance hasta triplicarlo, con la crisis del euro Draghi nos vino con su famoso “What ever it takes” (“todo lo que se necesario”), con el que calmó el mercado. Todas estas medidas que incrementaron la liquidez del sistema se hacían bajo la premisa de “esta vez es diferente” y “es la única vez que lo haremos”.
Cuando las cosas se normalizaron, volvieron a subir los tipos de intervención y a reducir los balances, pero, ¿quién podía pensar que un virus podría hacer que se cerrara la economía a nivel mundial?
En 2020 llegó la pandemia, que era un evento absolutamente impredecible, y volvieron a intervenir de manera gigantesca en la economía. Todos los bancos centrales bajaron a mínimos los tipos, la FED triplicó su balance nuevamente y el BCE, lo mismo. Se lanzaron a comprar todo tipo de bonos y fueron, de facto, el único comprador de muchas de las emisiones existentes. Adicionalmente a las medidas monetarias, los Gobiernos, aumentando su endeudamiento, se lanzaron a dar ayudas a las empresas y particulares inundando el mercado con mayor liquidez. En EEUU, la administración Biden repartió miles de millones en ayudas directas a la población. En Europa, las ayudas se dirigieron más a evitar el cierre de las empresas y evitar aumentar las cifras de desempleo.
En este entorno, ¿qué sentido tenía para las empresas buscar capital cuando podían endeudarse a coste casi cero? ¿Qué importaba pagar un poco más por un activo si el endeudamiento era gratuito? La gran oferta de dinero en el sistema distorsionó el valor de todos los activos. Por otra parte, los consumidores ahorraron durante la pandemia y recibieron ayudas del estado.
Teníamos las condiciones para que se produjera la tormenta perfecta y para que la inflación se incrementase, pero los bancos centrales no lo vieron así. En primavera del 2021, se acuñó el término de inflación transitoria, que se utilizó para denominar a la inflación ligeramente más alta que sus objetivos. Ya en abril se podía ver claramente que el proceso inflacionista estaba en marcha, pero se achacó a cuellos de botellas en la producción, aumento del precio de los fletes, aumento de la demanda por el consumo de revancha...Todo sería transitorio.
Durante todo el año 2021 y principios del 2022 la inflación siguió subiendo, pero además se produjo otro evento poco probable, como fue la invasión de Ucrania por parte de Rusia, que distorsionó de forma importantísima el mercado del petróleo, del gas, de las materias primas industriales y agrícolas, unido todo a la presión inflacionista.
En abril, el discurso de los bancos centrales cambió radicalmente y se pasó de promover el crecimiento con todos los medios y atajar la inflación como fuera. Hemos asistido al proceso de subidas de tipos de interés más rápido y agresivo de la historia y se están reduciendo los balances, con lo que se está quitando dinero de circulación.
¿Actuaron tarde los bancos centrales? ¿Pudieron evitar las subidas de inflación? ¿Y qué hubiera pasado si no hubieran actuado así? Nunca lo sabremos, pero es lógico pensar que si no hubieran tomado medidas, la economía se habría frenado y, con mucha probabilidad, habríamos entrado en una recesión bastante profunda. El consumo habría caído, las empresas hubieran reducido ventas teniendo más dificultad en mantener sus estructuras y, como consecuencia, habría habido muchos despidos.
Otra cuestión es si con todos los medios e información de que disponen los bancos centrales hubieran podido detectar una inflación más alta y persistente de la que tenían prevista y hubiera sido deseable que las medidas para parar la economía las hubieran tomado antes…. quizás esta afirmación es un “ya te lo dije”.
Rafael Ciruelos es Socio de Diaphanum
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