Shopopop aterriza en España para convertirse en el Blablacar del ‘delivery’
Opera en Madrid, Valencia y Alicante y prevé llegar a otras cuatro ciudades.Cada repartidor se lleva cinco euros por entrega en su ruta diaria
¿Es posible un sistema de reparto a domicilio de ventas online en la última milla que sea sostenible y que favorezca el intercambio de experiencias entre vecinos de una misma comunidad? Esa pregunta se la hizo Antoine Cheul, cofundador de la plataforma tecnológica Shopopop, en 2014 durante un viaje a India en el que conoció un sistema local de entrega de comidas conocido como Dabbawallash en el que las directrices eran claramente de economía colaborativa.
Ocho años después, la respuesta muestra que sí era posible, puesto que el negocio ya está implantado en seis países (Francia, Bélgica, Países Bajos, Portugal, Luxemburgo e Italia), emplea a 100 personas, factura 6 millones de euros al año, realiza tres millones de entregas al año y opera en 15.000 ciudades europeas.
Orígenes
Y ahora afronta su expansión en España, tras empezar a ensayar el negocio en Madrid y posteriormente en Valencia y Alicante. Y para ello se contrató a Clara Lloveres, que previamente ocupó cargos directivos en Vente-Privee y Showroom Privee, dos negocios disruptores en el mundo de la moda y su distribución por internet. “El funcionamiento es muy sencillo: un particular se apunta a un registro y expone los trayectos semanales que realiza para ver si encajan con algunas de las rutas que requieren los pedidos de la industria comercial. Se crea una comunidad local [solo en Madrid hay 2.000 personas preparadas para distribuir] que pueda recepcionar y entregar compras online sin que la mercancía tenga que pasar por ningún intermediario. Los repartidores tienen que ser mayores de 18 años, disponer de coche para el reparto que se limitará a un máximo de 30 kilómetros. Cuanto mayor sea la distancia, mayor será la gratificación, que suele ser de una media de cinco euros. Queremos ser el Blablacar del delivery”, explica Lloveres.
Confianza
La clave para delimitar el negocio y evitar la llegada de personas en busca de una remuneración más atractiva que en otros sectores es que están topadas tanto el número de entregas como el dinero para que no sean considerados una actividad económica lucrativa. “Lo máximo que pueden ganar son 250 euros al mes o 3.000 al año. Es una manera de pagarse gastos como la gasolina en los trayectos diarios que realiza”, recalca Lloveres, que destaca que, al contrario que el resto de sistemas de delivery, el repartidor no está geolocalizado. “Es un sistema basado en la confianza”. Y también en un desarrollo tecnológico que le permite gestionar una petición de un comercio en apenas dos minutos. “El otro gran valor añadido es el servicio de atención al cliente, ya que permite monitorizar en todo momento el envío y atender cualquier problema que surja en la contratación. Aquí no hay robots”
Lloveres considera que cuantas más personas se apunten para ser repartidores, más comercios se registrarán para participar en el sistema. “En Francia, el 94% de las entregas se hacen con supermercados, ya que los repartidores cubren franjas horarias como las primeras de la mañana, el mediodía o las últimas de la tarde en el que la compañía no distribuye por cuestiones logísticas”, recalca. En España ya ha alcanzado un acuerdo con las tiendas franquiciadas de Día y Carrefour Express y ultiman un pacto con una gran superficie, una vez que culmine el programa piloto que están llevando a cabo. Pero el gran grueso de sus clientes son en la actualidad tiendas gourmet, catering, floristerías o tiendas de regalos.
Shopopop arrancó sus pruebas piloto en España a lo largo de febrero y en la actualidad ya cuenta con 500 repartidores activos en Madrid y con una base creciente en Valencia y Alicante. Ya han realizado 3.000 entregas y el objetivo que se ha marcado Lloveres para el mercado español es alcanzar las 25.000 entregas en 2023 (en Francia hacen 10.000 diarias) y llegar a otras ciudades como Sevilla, Zaragoza, Toledo (allí ya hemos recibido varias ofertas”) y Barcelona. “En este último caso, el sistema cubriría la periferia ya que la ciudad está diseñada para ir en moto y no es operativo ni rentable hacerlo con coche”, recalca.