Brexit: la irresponsabilidad de no cumplir lo prometido
Hasta hoy no se ha producido ni la menor autocrítica sobre los resultados de la salida de la UE por parte del Gobierno británico
Gran Bretaña es un país de contrastes y siempre parece funcionar al revés del resto del mundo. En los últimos años, la economía británica antepuso las finanzas a la industria, el Gobierno británico prefirió la austeridad a la inversión, la demagogia al pragmatismo; y los votantes británicos eligieron una economía cerrada y más pobre antes que una economía abierta y más rica. Todo ello, como es lógico, conlleva una disminución de los salarios y de la productividad.
Hubo un tiempo en que admirábamos la estabilidad política del Reino Unido, que actualmente está cambiando como consecuencia del referéndum del Brexit, y sus divisiones ideológicas. Desde hace seis años, el Reino Unido ha tenido cinco primeros ministros que han adoptado un enfoque oportunista e ideológico de los conflictos de la sociedad británica: David Cameron, presentó la dimisión tras haber convocado el referéndum. Theresa May, que gobernó durante tres años. Boris Johnson (dos años); Liz Truss (seis semanas); y el recientemente nombrado R. Sunak.
Los defensores del Brexit tenían un sueño económico, bajos impuestos para aumentar el crecimiento económico y reducción de prestaciones sociales, que no se ha reflejado en la realidad y cuyo resultado podía intuirse de antemano. Intentaron aplicar la ideología idílica del Brexit que consistía en “liberarse de las cadenas de la Unión Europea (UE)” y retomar el control agitando los fantasmas externos (inmigración, refugiados, UE…). Todo ello ha resultado un auténtico fracaso.
Desde el Brexit, tanto la inmigración como las exportaciones y la inversión extranjera han disminuido, lo que probablemente reduzca el tamaño de la economía de Reino Unido en varios puntos porcentuales a largo plazo. El comercio de bienes y servicios ha disminuido, al igual que la productividad. La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR) estima una reducción del 4% del Producto Interior Bruto en el plazo de quince años.
Boris Jonhson prometió que tras la salida de la UE se realizarían más exportaciones y aumentarían la cifra de negocio con sus amigos de la UE. Pero esto no ha sucedido aún. Un estudio del OBR y de la London School of Economics (LSE), concluyó que el comercio de Reino Unido se había reducido en un 15% debido a la aplicación del Brexit.
Un análisis elaborado por LSE, referente a la productividad laboral (medida por hora de trabajo), concluye que se estima una reducción del 1,3% para 2030 debido a una reducción en la apertura exterior de la economía británica posterior al Brexit. Ello, representa una cuarta parte de las ganancias de eficiencia obtenidas en la última década.
Según la BBC (British Broadcasting Corporation), las agencias de calificación de riesgo crediticio Moody’s y Standard & Poor’s (S&P) rebajaron recientemente la perspectiva económica del Reino Unido de estables a negativas debido a la alta inflación y a la inestabilidad política.
A todo lo anterior hay que añadir que se ha registrado un déficit fiscal equivalente al 8% del Producto Interior Bruto (PIB), frente al 3,3% existente antes del referéndum, según Office for National Statistics (Oficina de Estadísticas Nacionales). En el caso de la UE, actualmente,se sitúa en el 4,6%. Además, la deuda pública de Reino Unido en relación al PIB (103,2) es superior a la media de la UE (90,9).
Además, la libra esterlina continúa en caída libre. A principios de 2016 cotizaba el 1,47 libra /dólar y actualmente un 1,15 libras/dólar (22%). Por lo tanto, ahora los productos y servicios importados por Reino Unido resultan más caros, sobre todo, por su dependencia de los alimentos, los cuales tienen una incidencia directa en el aumento de la inflación. Hay que tener en cuenta que las importaciones totales representan casi el 25% del PIB.
Es evidente que en función de los datos suministrados, el Brexit no ha cumplido sus promesas. Ahora dicen sus dirigentes que el Brexit es mucho más que economía ya que se trataba de soberanía y retomar el control, pero no hay que olvidar que la economía también forma parte del Brexit. Al menos eso se puede deducir por las manifestaciones, realizadas en 2016, de Michael Gove, exsecretario de Estado de Justicia: “si salimos de la UE nuestra economía será más fuerte”.
En conclusión, la realidad de los datos evidencia que el Brexit ha limitado el crecimiento de la economía de Reino Unido. Además, ha sacado a relucir todas las tensiones internas del Partido Conservador relacionadas con la salida de la UE. Fueron ellos, en definitiva, los instigadores del Brexit. Parece evidente que abandonar la UE no les ha servido para nada. Pero no todos los males económicos de Gran Bretaña son por culpa del Brexit. Según Michel Barnier, negociador jefe de la UE para el Brexit: “No todas estas dificultades se deben al Brexit, simplemente estoy convencido de que el Brexit hace todo más difícil”. Hasta hoy no existe ni la menor autocrítica sobre la salida de la UE por parte de gobierno de Reino Unido.
Vicente Castelló es Profesor de la Universidad Jaume I y miembro del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Local