Sergio Scariolo, líder y domador de egos
El seleccionador de baloncesto de España es un maestro del liderazgo de equipos, de estrellas y de noveles Sabe darles a cada uno su espacio dentro del grupo
Acaba de escribir otra página de oro en el baloncesto como seleccionador nacional de España, grupo que dirige desde 2009. Sergio Scariolo (Brescia, Italia, 1961) suma a su currículo otro triunfo, el de campeón de Europa, tras vencer a Francia (88-76) el pasado domingo, título que ya consiguió en 2009, 2011 y 2015, además del de campeón mundial en 2019, subcampeón olímpico en Londres 2012 y bronce en Río 2016. Y lo ha conseguido con diferentes equipos, con grandes estrellas, entre las que se encuentran nombres como los Pau y Marc Gasol, Ricky Rubio, José Manuel Calderón, Sergio Llull, Felipe Reyes o Rudy Fernández.
Orgulloso de La Familia –así se denominan–, con la medalla al cuello y en el vestuario, Scariolo se dirigió a todos, a jugadores y miembros del equipo técnico, a los que agradeció la culminación de un viaje, en el que la mayoría, salvo los hermanos Juancho y Willy Hernangómez y Rudy Fernández, se estrenaban en la competición, y resumió de esta manera el “fantástico trabajo realizado, sin tonterías, pasándolo bien, trabajando, con unas cosas que funcionaban y otras que no, pero no pasaba nada”.
En otra de sus intervenciones, una vez clasificados para la final, celebrada en Berlín, el entrenador tuvo palabras para las grandes estrellas a las ha dirigido sobre la cancha. “Esto viene de atrás, viene de las ventanas y viene de Benahavís, del esfuerzo, de cuando empezamos a construir este equipo”, explicó, remontándose a 2017, cuando la Federación de baloncesto creó un grupo de jugadores de los que se nutriría en las ventanas que la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) iba a poner en marcha. Para ello, España se concentró en esta localidad malagueña durante dos semanas. Y añadió: “represento a mucha gente que ha ayudado a crear a este equipo, incluso los jugadores que ya no están han enseñado a los que llegan el idioma de cómo se gana”.
Su liderazgo, su capacidad para llevar a la cima a equipos diferentes, de estrellas experimentadas, incluso en la máxima galaxia como es la NBA, y de noveles es algo excepcional. “Es algo que no es usual, porque lo normal es que un líder no sirva para manejar dos situaciones tan diferentes en cualquier tipo de empresa”, apunta Jon Segovia, profesor de liderazgo y gestión del cambio en Deusto Business School, que destaca una primera etapa, con un equipo lleno de estrellas y de talento, y una segunda fase totalmente diferente, en la que tiene que manejar dos conceptos como son la aptitud y la actitud. “La primera capacidad no la tenía tan desarrollada con el equipo anterior, formado por apellidos como Reyes o Gasol, que ahora que debe trabajarla más ante un grupo de gente más joven, que desea que las cosas sucedan de manera más rápida”, añade Segovia, para quien el punto de partida de cualquier líder tiene que comenzar por conocer bien lo que tiene, analizarlo y sacar provecho de ello. “El equipo no era tan brillante en ofensiva como en defensa y estableció una táctica en base a su punto fuerte, eso demuestra que se es un buen estratega”. Saber hacer equipo y que el uno más uno, sume tres. “Sacar potencial de esa suma es clave”.
Coincide en la idea de que el seleccionador ha aplicado el liderazgo que necesitaba en cada momento la psicóloga deportiva Teresa Álvarez: “ha sido democrático, con decisiones de consenso, pero también ha sido autoritario con las figuras que empiezan, a la vez que ha dejado hacer cuando todo funcionaba”. Este tipo de liderazgo versátil es el idóneo para cualquier organización, porque permite liderar de una manera u otra, dependiendo de cómo sople el viento.
Otro de los rasgos que esta experta advierte es la capacidad de cohesión y de comunicación lograda. “Pero a dirigir, a liderar, a sacar el potencial de cada miembro del equipo, es algo que se aprende, como a saber a darle a cada uno su espacio, aunque a los más jóvenes haya que dirigirles un poco más”, añade.
Porque concederle a cada jugador o profesional su protagonismo es clave para lograr los objetivos y el éxito. En este sentido, Álvarez hace referencia a un término que se aplica en psicología, el locus de control interno, “que es saber controlar lo que depende de cada uno”. Un buen líder debe saber que no puede controlar todo, que ha de estar pendiente de lo que depende de sí mismo, no de otros factores externos. Y recuerda un incidente que ocurrió con el árbitro durante el partido de la final, al que no le dio importancia, “a pesar de que era un error garrafal, porque lo importante era seguir adelante”.
El componente psicológico forma parte de la casta de un líder. Lo asegura también Margarita Mayo, doctora en psicología y ciencias empresariales y profesora de liderazgo en IE University: “Cuando eres un líder tienes que conocer muy bien a tu equipo, y ser una especie de coach, porque no es lo mismo gestionar a estrellas consolidadas, con ego, que a un grupo nuevo que se ha de centrar más en la tarea, pero a la vez son más generosos y trabajan más en equipo”.
Porque cuando se lidera a grupos con mucha experiencia, al final se acaba observando que muchos de sus miembros no están felices del todo, que existe una brecha negativa de las expectativas que tienen. En este escenario, un líder debe desviar su atención y dedicar mucha más energía a la gestión de los egos. “Mientras que este nuevo equipo, de jugadores menos experimentados, está encantado, son todos más generosos y superan sus expectativas, lo que a Scariolo le permite centrar toda su atención en el baloncesto”, prosigue Mayo.
Esta fotografía llevada al mundo de la empresa, señala la docente, supone un cambio de roles, debido a la resistencia que siempre existe al cambio. Por ello, la primera fase consiste en desaprender, en acabar con las rencillas, en que los intereses individuales queden aparcados en favor del trabajo en equipo. “Sin reivindicaciones de por medio, para Scariolo es mucho más fácil gestionar a este nuevo grupo de jugadores”.
La gestión de equipos también está relacionada con la innovación. “Tiene implicaciones porque con las estrellas es más difícil innovar, ya que no les gusta asumir riesgos. En cambio, con este grupo se han podido hacer cosas nuevas, cuando no funcionaba algo se intentaba de otra forma. Esto se conoce como crear un ambiente psicológicamente seguro, en el que se permite cometer errores, sin poner en riesgo la autoestima”, detalla Mayo.
La gestión del error también es clave. “Es importante dejar que la gente se equivoque, una mayor permisividad es lo que hace a la gente crecer”, explica Segovia, que también quiere destacar de Scariolo el respeto que mantiene, y hace que el resto del equipo tenga, hacia la estrellas. “La veteranía cuenta, y eso es algo que no se tiene en cuenta en las empresas, en las que se suele hacer de menos a los veteranos, que suelen aportar en cuanto a la cohesión de grupo”. Deja espacio a los nuevos y hace que los veteranos se sientan como hermanos mayores. Y la máxima es: respeto sin hacerse sombra.
Reglas para aprender a ser un líde
Variables. La psicología es importante. Y el liderazgo se aprende. Así lo cree la psicóloga deportiva Teresa Álvarez, quien opina que para manejar tanto la autonomía como motivar a cada jugador es importante aplicar diferentes estrategias.
Saber escuchar. Para empezar, que haya un equipo y unos objetivos a corto, medio y largo plazo. También es decisiva la comunicación. “Es más importante saber escuchar que decir”, apunta la experta.
Perder los nervios. También se contempla en un líder. “Somos personas, no máquinas, y las emociones afloran”. Saber delegar también forma parte del manual el buen líder, “no se puede abarcar todo”.
Fomentar el esfuerzo. Otra regla de oro, sobre todo en esta época de inmediatez y logros rápidos. “Hay que fomentar este tipo de valores, el esfuerzo, el trabajo, la cooperación, es algo que es fundamental para conseguir los objetivos, en un momento en el que se valora sobre todo la rapidez”.