Una recesión podría ser un placer culpable para los bancos de EE UU
Es probable que castigue más a sus rivales, las ‘fintech’, y el ‘trading’ tiende a ir bien cuando hay más volatilidad
En lo que se refiere a la posibilidad de una recesión, algunos ejecutivos de bancos EE UU están siendo más que transparentes. Los mayores prestamistas no solo sobrevivirían incluso a una recesión económica salvaje, sino que podrían salir fortalecidos de ella.
Los jefes de los bancos hablan abiertamente de una próxima crisis, pero no parecen temerla. Jane Fraser, de Citigroup, dijo en julio que los bancos dependen del capital, la liquidez, la calidad del crédito y las reservas en una recesión, y que se siente “muy bien respecto a las cuatro” cosas. El jefe de JP Morgan, Jamie Dimon, ha advertido de un “huracán” económico, y hace unas semanas dijo a sus clientes que podría haber más de un 40% de posibilidades de una dura recesión o incluso “algo peor”. Sin embargo, también se jactó en julio de que, incluso cuando Lehman Brothers se hundió en 2008, su empresa siguió siendo rentable.
No es arrogancia. Los grandes bancos están mejor preparados para una situación difícil que antes de la última gran crisis financiera. No es totalmente por elección: la Fed obliga a los bancos a mantener capital suficiente para absorber cantidades colosales de tinta roja. JP Morgan, por ejemplo, debe estar preparado para perder 41.000 millones de dólares. Desde 2020, los bancos también tienen que asumir preventivamente cargos contra los beneficios de hoy para cubrir las futuras deudas incobrables estimadas. Es algo que odian, pero que les da aún más colchón.
Dimon y sus colegas también han hecho alg de selección económica en los últimos años. Las arriesgadas hipotecas de segunda vivienda y los préstamos apalancados ya no están en boga; los llamados clientes preferentes, sí. Bajo el mando de Brian Moynihan, Bank of America ha recortado sus préstamos hipotecarios en unos 130.000 millones desde 2009, mientras que ha prestado una cantidad equivalente a los clientes de la división de gestión de patrimonio e inversiones. Además, los bancos han reforzado su liquidez, la savia de un banco cuando los mercados se agitan. A finales de junio, Bank of America y Citi contaban con casi un billón en efectivo cada uno, así como con inversiones que podrían convertir fácilmente en cash.
Una cosa es decir que los grandes bancos pueden sobrevivir a una recesión. De lo que se habla menos es de la idea de que pueden beneficiarse. Algunos de sus negocios están menos expuestos a la dirección de la economía: las fusiones puede ralentizarse en tiempos difíciles, pero las mesas de trading tienden a ir bien cuando los mercados están volátiles, tanto cuando bajan como cuando suben.
Y lo que es más importante, es probable que una recesión castigue más a las jóvenes firmas tecnológicas que están demostrando ser la fuente de competencia más problemática para los bancos. La mayoría de los bancos digitales y los servicios compre ahora y pague después aún no han experimentado una recesión. Muchos necesitan capital fresco, que es más difícil de conseguir a medida que se deteriora el panorama económico.
Además, como señala Dimon, en una recesión “ciertas cosas se abaratan”. Entre ellas, el personal, cuya remuneración ya está cayendo considerablemente teniendo en cuenta la inflación. Un ajuste en el mercado laboral también podría ayudar a las firmas de Wall Street que buscan contratar a expertos en tecnología que puedan ayudar a desarrollar sus productos digitales y su tecnología entre bastidores. A medida que grandes tecnológicas como Microsoft y Meta despiden personal, los bancos se convierten en empleadores más atractivos.
Los objetivos potenciales de adquisición también se están abaratando: las acciones de Robinhood, que compite con JP Morgan y Morgan Stanley, han caído casi un 50% este año. La firma de pagos no cotizada Stripe ha reducido su valoración interna un 28%, informó el WSJ en julio. Los bancos cargados de efectivo pueden encontrar una oportunidad para lanzarse al mercado.
Independientemente de que la recesión sea larga, corta, dura, suave o inexistente, los bancos ya lo han sufrido en la cotización. Las acciones de los grandes cotizan un 20% por debajo de los objetivos de precio fijados por los analistas, según Morningstar. Aunque los analistas tienden a ser demasiado optimistas, por lo que suele haber una pequeña diferencia entre sus objetivos y la cotización real, el descuento es ahora más de la mitad del 40% que alcanzó durante la recesión de marzo de 2020. En su punto más alto, en 2008, era del 60%.
Según otro indicador, los inversores ya están siendo demasiado duros. Las acciones bancarias tienden a seguir el rendimiento de los bonos del Tesoro de EE UU a 10 años, en un amplio reflejo del hecho de que cuando los tipos a largo plazo suben, los bancos ganan más dinero. Esa relación se ha invertido durante gran parte de 2022. El CEO de PNC Bank, Bill Demchak, dijo a los analistas en julio que la caída de las valoraciones es “sencillamente errónea”, incluso en el peor de los escenarios, y añadió que una desaceleración ayudaría a los bancos a recuperar algunas clases de negocio que se habían ido a otros lugares.
Lo que está claro es que dentro de unos años, los grandes bancos como JP Morgan seguirán existiendo, mientras que algunos de sus nuevos rivales más agresivos no lo harán. Y lo más probable es que la economía estadounidense acabe recuperándose de cualquier recesión. Así que, aunque una recesión puede ser brutal para los clientes, los empleados y los ciudadanos en general, para los bancos podría ser un regalo disfrazado.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías