Los inmigrantes universitarios ganan un 10% más, pero su progresión salarial se estanca
El aumento del sueldo de los españoles duplica el de los foráneos Los extranjeros representan al 15% de la población residente
La inclusión socioeconómica de los migrantes aún es una asignatura pendiente. La mejora laboral del colectivo es casi nula, a pesar de representar al 15% de la población residente. Así lo pone de manifiesto un estudio reciente de fundación La Caixa, según el cual, los jóvenes de origen extranjero tienen una progresión salarial mucho menor a los nacidos en el país, si bien su sueldo de entrada es alrededor de un 10% superior.
Las diferencias en la trayectoria salarial son mayores entre quienes tienen un nivel educativo más alto. Los universitarios extranjeros que se incorporaron al mercado laboral en 2007 apenas registraron un aumento de 0,07 puntos a lo largo de cinco años. En cambio, la paga del joven español aumentó nueve veces más en el mismo periodo.
La brecha se ensancha a partir de 2012, cuando empieza la recuperación económica tras el estallido del boom inmobiliario. Al cabo de un lustro, los jóvenes nacidos en España vieron una progresión en su sueldo de más de dos puntos porcentuales. Sin embargo, para los migrantes fue de la mitad, lo que según el observatorio refleja que este colectivo tiene mayores dificultades para mejorar sus empleos. Esta evolución hace que el trabajador migrante termine con un salario menor. Además, la brecha inicial del 10% está condicionada, en parte, a jornadas más largas. Así lo asegura tanto la Unión General de Trabajadores (UGT) como Rafael Grande, profesor de Sociología de la Universidad de Málaga.
Grande detalla que entre 2007 y 2017, años en los que se centra el análisis del texto, es posible que los extranjeros tuvieran empleos más precarios y peor remunerados, pero al final del año su salario era mayor porque tenía más de un trabajo, menos periodos en paro y más horas efectivas. En cambio, una vez que pasa la crisis, los jóvenes españoles tienen una mejor movilidad salarial. En efecto, según el texto, los extranjeros trabajan en torno a 60 días más, lo que puede relacionarse con unas pautas de emancipación y formación de familia menos tardías que en el caso de los nacidos en España.
El efecto de la crisis de 2008 pudo tener un peor efecto entre los nacionales, pero los datos confirman que en el largo plazo, gozan de ventajas frente a la mano de obra foránea. El sociólogo cree que “los autóctonos pueden invertir en esperar trabajos que les permitan un ascenso ocupacional, mientras que los migrantes aún sufren discriminación”. La vicesecretaria general de UGT, Cristina Antoñanzas, tampoco descarta esta posibilidad, aunque da otras opciones.
De acuerdo con el sindicato, una menor disponibilidad laboral por parte de los extranjeros puede traducirse en un estancamiento salarial. Sería el caso de formar una familia más joven, lo que podría entorpecer su crecimiento. Otro factor a analizar es el tipo de contrato que tienen, pues según Antoñanzas “pueden ser becas o empleos temporales que dan poca oportunidad de desarrollo”. En cualquier caso, admite que no tiene una respuesta concreta que explique por qué los inmigrantes universitarios no ascienden de la misma manera.
Bajo nivel educativo
En general, los jóvenes que tuvieron su primera experiencia laboral en 2012 y 2013 recibieron, en su primer año de trabajo, salarios menores que quienes entraron en años de crecimiento económico. Cabe recordar que en ese entonces la tasa de paro juvenil superaba el 50%, por lo que el impacto se trasladó a los años posteriores. Según la Caixa, esto hizo que en 2012, el salario anual de entrada equivaliera al 60% del sueldo de 2007, previo a la crisis.
El escenario se revela peor para los jóvenes con bajo nivel educativo, que sin importar su origen, sufrieron las mayores pérdidas salariales al sumarse a las filas del empleo durante una crisis económica. Para aquellos que se incorporaron al mercado entre 2012 y 2014 el sueldo se redujo casi a la mitad. Si se mira más a detalle, se observa que los nacidos en América del sur y en África fueron los más afectados, al vivir los mayores recortes.
Los resultados sugieren, según el observatorio, la necesidad de llevar a cabo políticas que faciliten la entrada de los jóvenes en el mercado de trabajo, sobre todo de aquellos que tienen un nivel educativo más bajo. Estas políticas serían comunes para nacionales e inmigrantes, aunque la trayectoria a largo plazo sugiere que sería conveniente establecer medidas específicas para este colectivo, en especial para latinoamericanos y africanos.