La edad de oro del mercado residencial español
Viene propiciada por el saneamiento del sector, la industrialización y un cliente que sabe mejor lo que quiere
La inversión inmobiliaria sigue sin tocar techo en España. Crece y crece como la espuma y, según la consultora CBRE, alcanzó los 4.300 millones de euros en 2021, lo que supone un 22% del total de la inversión en España. El sector, que vivió sus horas más bajas tras la crisis de 2008, ha sacado pecho en los dos últimos años y ha demostrado su resiliencia ante la Covid-19, con un crecimiento de la demanda a tasas de dos dígitos y con un aumento en la compraventa de vivienda nueva que se espera que continúe en positivo durante este año, confirmando esas buenas previsiones. Esta bonanza se ha visto propiciada por tres factores: un saneamiento en el sector, favorecido por la banca; una industrialización que permite mejorar la calidad de las construcciones; y un crecimiento de la demanda por parte de un consumidor más exigente y digitalizado.
El primer factor tiene que ver con el mercado, que está ahora mucho mejor preparado que antes y está, sin duda, mucho menos estresado. De las 700.000 viviendas que se visaban en la época anterior a la crisis, hoy solo se están aprobando proyectos correspondientes a 100.000, cuando la demanda es el doble. Hay déficit de obra nueva, pero es un síntoma más de la buena salud de la que goza el mercado. Esto es, los bancos no tienen precisamente una actitud expansiva en la concesión de créditos porque la experiencia de las crisis anteriores les ha hecho más selectivos a la hora de concederlos. Para el consumidor, las condiciones para los préstamos se han endurecido. Para las constructoras y promotoras, el acceso a la financiación, también.
Pero no nos confundamos. Este endurecimiento ha transformado la financiación en una garantía para el sector inmobiliario residencial. La banca cerró el grifo con la burbuja hace casi 15 años, y la crisis del coronavirus hizo que se mantuviera así, poniendo un tope y haciendo un filtro más exhaustivo con sus clientes, financiando solo a aquellos que pueden demostrar su solvencia.
Para las empresas, además, los requisitos van más allá y no solo hay que demostrar que puedes afrontar el pago de un préstamo con un alto nivel de preventas, sino también que posees el suficiente track-record. Las tornas han cambiado respecto a la crisis financiera de 2008 y, hoy en día, el sistema financiero es el actor que mejor está ayudando a contener una posible nueva burbuja inmobiliaria.
Industrialización
El segundo factor se refiere al aumento de la industrialización en la construcción, optimizando procesos, ahorrando costes y mejorando la calidad. Además, los proyectos industrializados de la Construcción 4.0, como se conoce ahora en el sector, permiten generar procesos más respetuosos con el medio ambiente, gracias a la reducción del consumo energético y de la huella de carbono.
Sin embargo, el punto fuerte de la industrialización es el aumento de la calidad. La precisión de los elementos que ofrece la fabricación industrial y el control más exhaustivo de todo lo que tiene que ver con el proceso consiguen un crecimiento de la calidad, al detectar y solventar posibles errores en el mismo momento de producción.
Por último, pero no por ello menos importante, encontramos un factor relativo al crecimiento y cambio de la demanda de los consumidores, que ha provocado que las promotoras tengamos que repensar nuestra forma de relacionarnos con ellos y cómo ofrecemos nuestros servicios, adaptándolos a las necesidades y problemáticas a las que se enfrentan nuestros clientes.
Escuchar al cliente
Por eso, desde el sector debemos fomentar la escucha activa hacia aquellos clientes que saben cuál es la mejor forma de vivir, que saben lo que quieren, cuándo y cómo. En muchas ocasiones esto no ocurre por una reformulación completa de nuestros procesos, sino por una adaptación hacia el cliente, que se siente escuchado, cuidado y con soluciones a sus problemas. Porque, si bien nuestro negocio es la construcción y venta de inmuebles, nuestros clientes son las personas y las familias, cada una con unas necesidades y preferencias propias.
Con todo, no es exagerado compartir un mensaje de gran optimismo en relación con el mercado residencial en España, tanto para este año como para los que están por venir. El sector y las empresas que forma parte de él han demostrado su resiliencia a la crisis pandémica, no solo por haber aprendido de los errores del pasado, sino también por el menor nivel de apalancamiento actual, debido en cierta medida a los buenos datos de facturación registrados en los últimos ejercicios.
Y, aunque no podemos predecir el futuro, creemos que el residencial es actualmente un mercado con capacidad para resistir los desajustes económicos que estamos viviendo, como la inflación, la crisis de desabastecimiento o la subida de tipos de interés. Porque este es un mercado sano, con perturbaciones, pero capaz de sobreponerse.
Elena Cuberos es directora general de Exxacon Smart Living