Almussafes, a la espera de los coches eléctricos que reanimen la planta de Ford
La fábrica redujo su producción un 54% desde 2018 Este año perdió el Mondeo y en los próximos meses se quedará sin la Transit Connect
Almussafes respira una calma tensa. Después de meses de incertidumbre sobre el futuro de la planta de Ford, la compañía automovilística comunicará en los próximos días a cual de sus fábricas europeas dará los dos últimos modelos eléctricos que aún le quedan por asignar (los sindicatos esperan la decisión para final de mes). En la puja, solo hay dos factorías: la alemana de Saarlouis y la mencionada planta valenciana.
Si bien desde la dirección de la automovilística indicaron en una carta a los trabajadores que no se debate sobre el cierre de ninguna de las dos fábricas, en Almussafes son conscientes de que es clave conseguir esos modelos. En caso contrario, la factoría entraría en un escenario de incertidumbre con una producción exclusivamente de combustión para el resto de la década. Y, además, con una gama de modelos que cada vez se reduce más.
El pasado mes de marzo, la planta valenciana dejó de fabricar el Mondeo, mientras que a finales de este año dejará de hacer la versión europea de la Transit Connect, según explican desde UGT, el sindicato mayoritario en la factoría. “El año que viene, en principio, también dejaremos de hacer la Connect que va al mercado estadounidense, que es más potente”, indican en el sindicato. De esta forma, la factoría, que emplea a 5.000 personas en la zona de fabricación y a otras 1.000 en motores, se quedaría en 2024 tan solo con la producción del Kuga (su principal fuente de trabajo actualmente), ya que el S-Max y el Galaxy también dejará de hacerlos ese año.
Como muestra de la pérdida de carga de trabajo que ha venido sufriendo la fábrica en los últimos años, Ford Almussafes solo ensambló 168.000 coches en 2021, un 54,5% menos que los que había producido hace tan solo cuatro años, en 2018, cuando hizo casi 370.000 vehículos, según datos facilitados por el fabricante a este medio. A día de hoy, la fábrica funciona con dos turnos, cuando hace unos años llegó a hacerlo con tres.
Actualmente, en lo que va de 2022, el Kuga (que tiene, además de su versión de gasolina y diésel, una opción híbrida y otra híbrida enchufable) y la Transit Connect han supuesto más del 90% de las casi 107.000 unidades que la fábrica hizo hasta mayo. Solo el Kuga representó el 59,3% del total de su producción en los cinco primeros meses del presente ejercicio, un año en el que la planta ha sufrido numerosas modificaciones en sus días de ERTE, un expediente que Ford ha ampliado hasta el final de julio.
Industria auxiliar
Además de los 6.000 trabajadores directos que se emplean en la factoría, el resto de la industria valenciana del automóvil también sigue con suma atención la posible electrificación de la factoría de Ford. Según Avia, el clúster de automoción de la Comunidad Valenciana, un total de 116 compañías y 25.000 personas se emplean en el sector del motor en la región (incluyendo a la propia Ford). Desde Avia señalan que, si bien esperan que las noticias desde Dearborn (donde está la sede mundial de Ford, en EE UU) sean positivas para Almussafes, no temen una destrucción masiva de empleo debido a que las empresas del sector están muy diversificadas.
Redimensionar la fábrica
El director de Ford en Europa, Stuart Rowley, advirtió en mayo que la planta deberá abordar un “redimensionamiento de su estructura actual”, incluso en caso de quedarse con los modelos que se disputa con la factoría de Saarlouis. “Los detalles exactos no estarán disponibles hasta que hayamos seleccionado una planta preferida”, dijo Rowley en una misiva enviada a los empleados de la compañía. Esta batalla entre ambas plantas ha llegado incluso al plano político. De la parte española, la ministra de Industria, Reyes Maroto, viajó en abril a EE UU donde se reunió con directivos de Ford para inclinar la balanza en favor de Almussafes. Un mes más tarde, la ministra-presidenta del Sarre, el estado alemán en el que se encuentra Saarlouis, Anke Rehlinger, también viajó a Dearborn.