Cómo economías y empresas lidian con una inflación persistente
La subida de salarios y los problemas de oferta aún no resueltos aseguran precios elevados más allá del alza de la energía Los mayores costes de producción y de financiación suponen un desafío para los Gobiernos y el tejido empresarial
Los expertos pronosticaban al comienzo de este difícil 2022 que la inflación en Europa y Estados Unidos ya estaría a estas alturas del año camino de reconducirse al objetivo del 2%. Con el solecito calentando las casas del hemisferio norte, la menor factura energética se tendría que hacer notar. Se relajarían, pues, las tensiones inflacionistas surgidas el año pasado y todo quedaría en un susto. Nada más lejos. Este jueves el BCE elevaba la previsión de IPC este año hasta el 6,8% –en mayo marcó un 8,1% en la eurozona– y la OCDE, un día antes, situaba la inflación media para este ejercicio en el 8,1%.
Como descargo a errores de trazo tan grueso que primeramente situaban la inflación como un fenómeno transitorio, el 24 de febrero Rusia invadía Ucrania y las tensiones ya existentes en la energía y los alimentos se disparaban con las sanciones y restricciones en la compra de petróleo y gas de la potencia que gobierna Vladimir Putin.
Los precios marcan niveles no vistos en cuatro décadas. En EE UU el IPC alcanzó en mayo el 8,6%; el 8,7% en España y la eurozona marcó un 8,1%, con 14 países por encima del 8%. Un fenómeno generalizado en el mundo que tiene en Turquía o Argentina los alumnos más aventajados en cuanto a alza de la inflación. Europa prepara ya una subida de tipos para julio y tanto Estados Unidos como el Reino Unido llevan ventaja en este endurecimiento de la política monetaria. Bert Flossbach, cofundador de la firma financiera Flossbach von Storch, apunta algunas causas de esta presión inflacionista: “La subida de los precios de la energía, el aumento de los costes de sustitución de los combustibles fósiles y la seguridad del abastecimiento energético, el aumento del gasto en defensa y la reorganización de las cadenas de suministro están presionando los presupuestos nacionales y haciendo subir los precios”, indica.
Así, del discurso de la transitoriedad se ha pasado a que la inflación será una pesada carga para las economías durante muchos meses más, aunque hay un cierto consenso sobre que ya se han visto los niveles más elevados. Aun así, ni siquiera las previsiones de desaceleración de las economías con la recesión como el escenario más extremo indican, de momento, una contención de los precios. Los analistas de Goldman Sachs indican en un reciente estudio que probablemente en Estados Unidos la inflación ya ha tocado techo, mientras que en Europa alcanzará su punto máximo en los próximos dos o tres meses. “Según nuestras nuevas cifras, la inflación de la zona del euro se mantiene por encima del objetivo del BCE hasta 2023”. Y este pasado jueves, el propio BCE reafirmaba este pronóstico al esperar una inflación media del 3,5% para el próximo año y del 2,1% para 2024.
Martin Wolburg, economista sénior en Generali Investments, indica “que esperamos que la inflación en la eurozona se mantenga en torno a estos niveles en los próximos meses. Las subidas de los precios de la energía y los alimentos relacionadas con la guerra han contribuido a más de la mitad. Pero también la presión inflacionista subyacente se mantendrá muy alta: los precios de producción subieron un 37,2% interanual en abril. Por último, el crecimiento de los salarios negociados se aceleró hasta el 2,8% interanual en el primer trimestre, el más alto en más de 10 años”, explica. Bert Flossbach apunta también a los crecientes cuellos de botella “en el mercado laboral alemán, que se seguirán agravando en los próximos años por la jubilación de muchos baby boomers, lo que seguirá acelerando la subida de los sueldos”.
Una idea que refuerza Peter Lindahl, gestor sénior de la gestora nórdica Evli Fund Management, referida a Estados Unidos. “En la primavera de 2021, empezamos a detectar cifras de inflación elevadas procedentes de EE UU, y después sucedió lo mismo en Europa en el verano. Se esperaba que la inflación aumentara, pero fue sorprendente la rapidez con lo que lo hizo. Uno de los factores desencadenantes ha sido el altísimo crecimiento de los salarios, que ahora se sitúa en torno al 5%”, concluye. En Goldman Sachs también advierten de estas fuertes tensiones laborales: “Las expectativas de inflación de hogares y empresas han aumentado y los efectos de segunda ronda podrían prolongar el problema inflacionario, especialmente con el aumento de los salarios debido a la estrechez de los mercados laborales. En el Reino Unido y EE UU hay más puestos de trabajo que trabajadores en este momento”, explican.
Pero dentro de los componentes de la subida de los precios, que lidera el transporte como resumen de los problemas energéticos (subida del 20% interanual en EE UU, del 11% en España y del 10,4% en la eurozona) con un peso también clave de los alimentos, otra de las claves es la vivienda. Incluso el Gobierno español decidía el pasado mes de marzo limitar al 2% el incremento de la renta en las actualizaciones anuales de los contratos de alquiler de vivienda.
El ladrillo también pesa en el deseado cambio hacia una inflación más baja. Concretamente, respecto a Estados Unidos, David Norris, jefe de crédito USA en la gestora Twentyfour (Vontobel) avisa de que “no parece que la inflación vaya a remitir con la misma velocidad con la que ha aparecido”. Y considera clave la evolución de los precios en la vivienda. “El alquiler medio mensual en EE UU aumentó un 15% en tasa interanual hasta un máximo histórico de 1.962 dólares en abril, según datos de la empresa de corretaje Redfin. Este dato será clave para el control de los precios en esta economía”, explica.
Las estrategias empresariales
Las empresas cuentan con diversas estrategias para hacer frente a esta inflación histórica. Hay numerosas casuísticas y depende en gran medida de la capacidad que tenga la compañía de trasladar esos mayores costes por encarecimiento de la energía y las materias primas al cliente final. Sin duda, en sectores muy abiertos a la competencia, trasladar los costes a los precios es más complicado por lo que se reducen los márgenes de ganancia. En otros sectores como el exclusivo lujo o de las llamadas utilities (servicios públicos) es más fácil trasladar los costes al cliente.
La multinacional española del textil Inditex anunciaba una subida del 2% en sus precios el pasado mes de marzo, justo con el inicio del conflicto en Ucrania. El gigante estadounidense de la distribución Wallmart anunció una caída de beneficios pese a lograr aumentar la facturación, lo que evidencia una reducción de sus márgenes de ganancia como consecuencia de la inflación. Paradójicamente, el alza de precios también produce un aumento automático de las ventas. Un sector muy afectado es también la industria siderúrgica. Antonio Freije, director general de ABB España, hacía referencia tanto a la dificultad de atender los contratos ya firmados por la falta de materias primas y al encarecimiento de las mismas. “Este va a ser un año marcado por la gestión de los costes, porque el encarecimiento y las restricciones en productos puede reducir el volumen de negocio y los márgenes de ganancia”, explica.
Como consecuencia de esta situación, también se está produciendo un incremento de ventas en las marcas blancas de los distintos supermercados y la aparición de la llamada reduflación, que consiste en mantener el precio pero a costa de ofrecer menos producto al cliente. Una estrategia que reconocieron llevar a la práctica el fabricante de Doritos, Unilever, o el gigante General Mills. Son las formas de hacer frente a una brusca subida de los precios, intentando que repercuta lo mínimo en los beneficios de las compañías.
Las subidas de tipos para combatir la inflación ya están en marcha. Pero la duda es si estas medidas tendrán finalmente un efecto en los precios. Los analistas distinguen entre Europa y EE UU: la primera tiene una inflación fruto de la falta de oferta con fuertes tensiones en los precios energéticos que se agravarán sin la compra del gas ruso, mientras que al otro lado del Atlántico hay una inflación más de demanda ya que “los hogares de EE UU están en posesión de mucha liquidez extra”, explica Peter Lindahl.
Vincent Chaigneau, responsable de análisis de Generali Investments Partners, argumenta que gran parte del aumento de los precios a nivel mundial se debe a cuestiones relacionadas con la oferta que los bancos centrales no pueden controlar. “La Reserva Federal, el BCE y otros bancos todavía tienen que enseñar los dientes para evitar que las crecientes expectativas de inflación se conviertan en una espiral de precios y salarios y en una tendencia persistente de sobreprecios”, concluye. También Bert Flossbach indica que los bancos centrales tienen las manos atadas. “Especialmente el BCE tiene muy poco espacio para subir los tipos de interés; en cualquier caso, no hasta el nivel que haría falta para luchar con éxito contra la inflación. Por eso nos encontramos al inicio de una larga etapa de tipos claramente negativos”. Y añade: “El endeudamiento actual es muy superior al que se daba en el pasado. Para la eurozona, ya una subida de tipos del 2% o 3% sería problemática, y por encima de eso sería peligrosa”.
Así, los llamados efectos de segunda ronda ya han entrado a participar en la subida de los precios y los bancos centrales no podrán disponer de toda su artillería para atajarla. Una visión que lleva a Goldman Sachs a calificar de alta y pegajosa la inflación para los próximos meses con niveles de hasta el 4% para Estados Unidos al menos hasta mediados de 2023.