¿Mandamos las mujeres en el sector financiero?
Como consecuencia de muchos años de presencia hegemónica masculina, aún existen algunas dinámicas de trabajo, usos y costumbres del sector financiero que no son favorables para las mujeres
Comenzar diciendo que hoy las mujeres no mandamos en el sector financiero no es hacer spoiler, todo el mundo sabe que es así. Pese a ello, en el sector financiero español las mujeres tenemos un peso considerable. Para demostrarlo voy a citar solo algunos ejemplos.
Comienzo con el cargo más representativo, la vicepresidenta primera del Gobierno, la ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño.
Sigo por los organismos supervisores, en los que contamos con una subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, y una vicepresidenta de la CNMV, Montse Martínez Parera. También con Paula Conthe, como presidenta del FROB.
En las patronales no faltan tampoco excelentes representantes. Así, UNESPA está presidida desde hace más de 20 años por Pilar Gómez de Frutos; en Inverco, encontramos como directora general a Elisa Ricón; en UNACC, como secretaria general a Cristina Freijanes, y recientemente se ha anunciado la candidatura de Alejandra Kindelán a la presidencia de la AEB.
De los principales bancos españoles, el Santander lo preside una mujer, Ana Botín, y Bankinter tiene como CEO a María Dolores Dancausa.
Además, en los comités de dirección y ejecutivos de las entidades financieras cada vez hay más mujeres. Lo mismo ocurre en los consejos de administración. No me puedo detener el nombrar a todas y a cada una de las mujeres directivas del máximo nivel que conozco. Me alegra que sean muchas y excelentes. También son muchas las compañeras socias de regulatorio financiero, y con algunas de ellas he tenido la suerte de trabajar, como Sara Gutiérrez, Úrsula García, Ana Benítez, María Tomillo o María Gracia Rubio.
También es cierto que podría ofrecerse una visión diferente, menos halagüeña para las mujeres, sosteniendo que, pese a que hay mujeres relevantes, sin embargo, el presidente del Gobierno, el gobernador del Banco de España o el presidente de la CNMV son hombres, como los son la mayoría de los CEO de bancos y de los miembros de sus comités de dirección, y que la categoría que las mujeres ostentamos en los consejos es la de consejeras independientes, pero no la de ejecutivas.
Soy de las que prefieren ver el vaso medio lleno, así que considero que la situación hoy es suficientemente buena. Los ejemplos de mujeres relevantes que he mencionado serán referentes para las generaciones futuras que quieran dedicarse al sector financiero.
Sin embargo, como consecuencia de muchos años de presencia hegemónica masculina, aún existen algunas dinámicas de trabajo, usos y costumbres del sector financiero que no son favorables para las mujeres. Me refiero a jornadas laborales excesivamente extensas, que confunden presencialidad con efectividad, sesgos hacia el género masculino para designar a directivos de negocio o estrategia (mientras que las mujeres suelen asignarse a las direcciones de asesoría jurídica, recursos humanos, Compliance o Marketing) o el uso de terminología militar en las corporaciones (hay entidades que a las reuniones para resolver conflictos las denominan War Room), entre una lista de actitudes todavía demasiado larga.
Para cambiar estas dinámicas, no creo que sea necesario que las mujeres tengan que mandar. Espero que hayamos aprendido de algunos de los errores del pasado y no pretendamos colonizar todos los puestos ni rodearnos solo de otras mujeres. Me exaspera cuando se busca específicamente a una mujer para un puesto de trabajo, excluyendo las candidaturas de hombres, encontrarme en mesas de debate en el 8M compuestas solo por mujeres o que me ofrezcan participar en premios o rankings solo para mujeres.
Con demasiada frecuencia se menciona que uno de los motivos por el que a las mujeres nos cuesta más llegar a tener éxito profesional es que soportamos el trabajo en casa. Esto ha sido cierto muchos años y por desgracia sigue siéndolo en ciertos entornos. Pero también es verdad que cada vez hay más hogares en los que ni el hombre ni la mujer renuncian a su carrera y se cuenta con ayuda de personas contratadas para las tareas domésticas. En estos hogares, en los que ambos tienen puestos de responsabilidad, sucede un fenómeno que quiero interpretar de forma positiva para las mujeres.
Y es que, el otro día, una amiga directiva de la Bolsa me comentó algo que me hizo reflexionar: “aunque en una pareja o matrimonio trabajen un montón los dos, el ‘tono editorial’ de la casa lo suele llevar la mujer”. El “tono editorial”, según mi amiga, es hacer que una casa donde los dos trabajan intensamente funcione de la manera más eficiente posible. Le he preguntado a mi marido si esto es cierto y me responde afirmativamente, que sin duda nosotras llevamos el “tono editorial” en casa, pero que eso es porque somos las que mandamos. También puede ser.
De acuerdo, no quiero trasladar al mundo laboral nuestra supuesta supremacía de mando doméstico, pero, si en casa, ante igual carga de trabajo, somos capaces de fijar el “tono editorial”, como mínimo me pregunto: ¿por qué no intentar por lo menos neutralizar un tono editorial que nos perjudica en el entorno laboral?
Por eso me agrada que Nadia Calviño diga que no acepta invitaciones para participar en eventos en los que ella sea la única mujer, esto neutraliza el tono editorial que nos perjudica. También cuando Ana Botín, sin apostar por las cuotas, manifiesta que cree que una proporción más alta de mujeres en puestos directivos, además de ser justo, resulta bueno para el negocio, porque también neutraliza el tono editorial dominante. Se trataría, en definitiva, de ser capaces de imprimir un tono más femenino y eficaz al sector financiero. Y así tal vez saldremos todos ganando.
Gloria Hernández Aler es socia de finReg 360