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Canarias

El plátano se lame las heridas del volcán, pero ya quisiera el tomate estar en su situación

Los dos cultivos de exportación más importantes de las Islas viven situaciones antagónicas en los mercados

Plátanos en una platanera en la propiedad del presidente de la Asociación de Agricultores (Asociación Palmera de Agricultores y Ganaderos ASPA), en Santa Cruz de La Palma, a 23 de febrero de 2022.
Plátanos en una platanera en la propiedad del presidente de la Asociación de Agricultores (Asociación Palmera de Agricultores y Ganaderos ASPA), en Santa Cruz de La Palma, a 23 de febrero de 2022. Jesús Hellín

El volcán de Cumbre Vieja ha supuesto un duro golpe para el plátano de Canarias, al provocar una notable destrucción en los suelos más fértiles de esta fruta en la isla de La Palma. Esas 220 hectáreas arrasadas por la lava supondrán una merma en la producción durante los próximos años, pero no alterarán la estabilidad de este producto en sus mercados naturales, el propio Archipiélago y la Península, si bien será necesaria una potente inversión para recuperar explotaciones e infraestructuras. El otro gran cultivo de exportación en el Archipiélago, el tomate, no necesita un suceso volcánico para lamentar sus males del presente, porque en su caso es la competencia, no la naturaleza, la que lo aboca a una reconversión de resultado incierto que afectará al 60% de sus productores.

El plátano no vio mermada su producción ni su demanda con la pandemia de covid-19, tiene un sólido esquema de ayudas públicas y su producción antes de la erupción volcánica de La Palma iba en ascenso, superando incluso el umbral de los 420 millones de kilos anuales, considerado óptimo para maximizar las aportaciones del programa europeo Posei. “Somos un sector estable que mantiene su producción 30 años después de la llegada al mercado español de las multinacionales de la banana, pero este año hemos perdido 25 millones de toneladas y en los próximos años estaremos en torno a 30 o 40 millones menos”, admite Domingo Martín, presidente de la entidad comercializadora de esta fruta, Asprocan. Curiosamente, esta circunstancia, añade, “beneficiará a los productores de Tenerife y Gran Canaria, que tendrán buenos precios porque la demanda se mantiene”.

En efecto, la cuenta del sector platanero en 2021 ofrece registros de enjundia: 409 millones de kilos, 396 millones de euros de facturación, 12.000 puestos de trabajo directos. La herida de La Palma duele y lo hará durante los próximos años, porque recuperar los cultivos del Valle de Aridane costará no menos de 100 millones de euros. Mientras tanto, habrá ayudas públicas a la pérdida de producción, de las que ya se abonaron los primeros 13 millones de euros. “También se incrementa la ayuda al transporte y se aplicará la excepción para el plátano en la Ley de Cadena Alimentaria”, explica la consejera de Agricultura del Gobierno de Canarias, Alicia Vanoostende, quien tampoco obvia las dificultades que afronta su isla natal, “porque el volcán no solo ha destruido fincas, sino también infraestructuras de riego, vías de acceso y plantas empaquetadoras”.

El tomate, con su producción concentrada en la isla de Gran Canaria, no se mide con un volcán, sino con un tsunami en forma de competencia poderosa, caída de precios y costes en aumento. Tanto, como para poner en riesgo la propia supervivencia del cultivo en sí y, por tanto, de los 4.000 puestos de trabajo que mantiene. Y sí, en su caso la respuesta pasa también por una dolorosa reconversión de buena parte de sus producciones actuales. “No considero que el tomate sea un sector moribundo, porque tiene mercados históricos, instalaciones modernas y un alto nivel de profesionalidad”, señala la consejera autonómica, quien no niega la necesidad de una apertura a otros cultivos más rentables, acompañada de un plan de ayudas para mitigar una caída en el empleo actual.

¿Cuáles son las alternativas? Pues está claro y no lo está. En principio, aguacate, papaya, frutas tropicales y, esto ya es una realidad incipiente, pimientos. “Pero nadie te puede asegurar que si cultivas esto o lo otro vas a ganar seguro, los productos perecederos no funcionan así”, advierte Gustavo Rodríguez, portavoz de Fedex.

En un mensaje realista, aunque no derrotista, el representante de los productores de tomate y pepino anima a “actualizar las ayudas públicas a los precios actuales de los insumos, y también a recuperar la idea de una denominación geográfica específica para el tomate canario”. Son argumentos para mantener con vida al 40% del subsector en las Islas, el que actualmente resulta competitivo y es capaz de abrirse camino en un mercado saturado por los nuevos competidores, con Marruecos a la cabeza. “Para el resto, el reto es la reconversión, un proceso que pasa por medidas fiscales y planes de empleo específicos para los trabajadores”, sentencia el portavoz de los exportadores.

Las claves de la producción

Incremento de costes. El sector tomatero ha visto cómo los costes de producción se han incrementado en los últimos años, por eso reclaman una actualización de ayudas. “El Posei incrementa la aportación por hectárea cultivada, de 14.000 a 25.000 euros, se mantienen las ayudas al transporte pese al Brexit y habrá otras para la reconversión”, explica la consejera Vanoostende.

 

La sorriba que viene. Recuperar el suelo perdido por los cultivos plataneros en el Valle de Aridane cuesta 100 millones de euros en el proceso llamado sorriba, a lo que hay que añadir el coste de las infraestructuras destruidas. “Si lo pagan la Unión Europea o el Estado, se puede hacer en pocos años”, afirma Asprocan.

 

No dañar a otros. Las explotaciones de tomates pueden cambiar de rumbo y ser dedicadas en el futuro al aguacate o la papaya, “pero siempre pensando en la exportación, no en el mercado local. Sería un error intentar salvarnos perjudicando a otros agricultores canarios”, matiza Gustavo Rodríguez, de Fedex.

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