La volatilidad es consustancial a la Bolsa y el peaje para la rentabilidad
Los índices muestran que 2021 ha sido muy bueno y que las caídas de enero son moderadas, pero la alegría en los mercados va por barrios
Solo estamos arrancando el año, pero lo estamos haciendo de manera intensa. A una semana del cierre de enero nos encontrábamos ante el peor inicio de la Bolsa estadounidense en toda su historia, con pérdidas próximas al 10%. Al final, los daños se han limitado bastante y el S&P 500 cerró el mes con una caída del 5,3%.
Miras a los grandes índices y parece que todo está en orden. Correcciones bursátiles del 10%, si nos atenemos a la historia, son habituales. Deberíamos esperar una, más o menos, todos los años. La volatilidad es consustancial a la Bolsa, es el peaje que hay que pagar para optar a rentabilidades más altas que las ofrecidas por alternativas de inversión más predecibles.
Acabamos de cerrar un año muy bueno y las caídas de enero son moderadas. En los últimos doce meses, a cierre de enero, el S&P 500 ha dado una rentabilidad del 21,6%, que se ha elevado hasta el 30% si no has cubierto el dólar. Esto es lo que, a simple vista, nos muestran los fríos índices. Pero, como comúnmente se dice, la alegría va por barrios. Hay una parte del mercado que se está comportando como si estuviera atravesando una especie de estallido de burbuja tecnológica. Hay 1.600 compañías del Nasdaq, aproximadamente un 40% de los componentes del índice, que han caído, al menos, un 50% desde sus máximos de los últimos doce meses. Con un ejemplo se verá mejor. Ese 21% del S&P en doce meses compara con una ganancia del 34% de Microsoft y una caída de Zoom Video del 58%. Esta acción ha perdido casi todo lo ganado desde marzo del 2020 (estallido del Covid), cuando parecía que su modelo de reuniones virtuales iba a ser un claro beneficiado por la pandemia. La acción había multiplicado por cinco, pero ha vuelto a la casilla de salida.
Creo que han pasado al menos dos cosas. Se ha producido algo parecido a una saturación, con muchos flujos persiguiendo determinadas dinámicas o temáticas que ya se percibían como grandes ganadoras a largo plazo y a algunas de las cuales la pandemia parecía dar un impulso extra. La inversión en fondos y ETF temáticos ha vivido un boom espectacular, cuyo punto álgido podemos situar en febrero del año pasado.
En segundo lugar, y aunque ya sabíamos que los bancos centrales empezarían un proceso de normalización de sus políticas monetarias, la Fed ha decidido acelerar mucho el paso para intentar que los datos de inflación altos que estamos observando no calen en las expectativas de inflación a medio plazo. En cuestión de cuatro meses, hemos pasado de una predicción de una única subida de tipos en 2022 a descontar cinco actualmente. Además, y esto es otra novedad, ha indicado que puede empezar a reducir el tamaño de su balance (quantitative tightening) tan pronto como en mayo.
La Fed ha retirado de forma abrupta el recipiente del ponche de la fiesta, como suelen decir los americanos, y se encuentra en la tesitura de intentar encontrar un equilibrio entre endurecer las condiciones financieras hasta un punto en que se modere la inflación, pero no deteriore demasiado la actividad económica.
Decía Kostolany –y esto lo traigo prestado de una tribuna anterior– que en los mercados el factor más determinante es la liquidez. Lo resumía así, “no hay dinero, no hay música”, frase tomada prestada de los gitanos en la antigua Hungría. Y lo explicaba con el siguiente ejemplo: imaginemos que el capital de la economía es un cubo grande y la Bolsa es un cubo más pequeño pegado al anterior. Cuando el cubo grande se llena de agua y termina rebosando, el exceso de liquidez cae sobre el cubo pequeño y hace subir las cotizaciones. De la misma forma, si el cubo grande empieza a vaciarse, no sobra nada para el cubo pequeño y las cotizaciones bajan (Enseñanzas de Kostolany, André Kostolany, Editorial Gargola).
Los primeros daños se han empezado a sentir en los activos más especulativos y en los más caros. Es interesante observar cómo las criptomonedas empiezan a correlacionar con la parte más especulativa de la renta variable, sobre todo a partir del giro de la Fed. La fortuna favorece a los valientes, se oye decir a un famoso actor de Hollywood en un anuncio de criptomonedas. Supongo que, como no es posible valorar por fundamentales un activo así, habrá que apelar al coraje. Yo prefiero pensar que, al igual que es más fácil que le llegue la inspiración al que está trabajando, la fortuna tiende a sonreír al que está más preparado.
Mantenemos el grueso de nuestra cartera de renta variable en grandes compañías de calidad, multinacionales líderes en sus sectores y con alta capacidad de fijación de precios, que defienden muy bien las carteras en momentos de estrés o de caídas y que pueden ayudar en un entorno más inflacionista como el que esperamos este 2022, en el que creemos que veremos más episodios de volatilidad.
Ángel Olea es Socio y director de inversiones de Abante
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