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La brecha de género en el mundo rural resta un 3,1% al PIB

Las mujeres sufren una mayor precariedad en este entorno, lo que las hace más dependientes

GETTY IMAGES

Las mujeres del medio rural se enfrentan a una doble desigualdad. Primero, la de haber nacido mujeres. Segundo, la derivada de residir en un entorno con menor acceso al empleo y a la conectividad. Un mundo en el que sufren la precariedad en mayor medida. La tasa de temporalidad de ellas es de un 60,9% y la de parcialidad, de un 13,9%; mientras que la de ellos es de un 52% y un 5,3%, respectivamente, según el XII Informe ClosinGap. Coste de oportunidad de la brecha de género en el medio rural, presentado este miércoles por CaixaBank y la asociación ClosinGap.

Esta desigualdad no refleja solo una problemática social, sino también económica. La brecha de género en el ámbito rural tiene un coste de oportunidad para la economía española de 38.500 millones de euros, lo que equivale al 3,1% del PIB de 2019 (1.244.375 millones de euros). España está a la cola de Europa en cuanto a la inclusión del talento femenino en el mercado laboral rural: es el quinto país con la tasa de actividad rural femenina más baja (73,0%), el tercero con la menor tasa de empleo rural femenino (64,0%) y el segundo con mayor tasa de paro femenino rural (12,9%).

El clúster GlosinGap tiene como objetivo medir el impacto de la brecha de género en la economía desde diferentes ángulos (consumo, salud, transporte...), pues insisten en que cuantificarla es la única forma de corregirla. Así lo reivindicó también el director general de negocio de CaixaBank, Juan Antonio Alcaraz: “Hay que hacer muchas cosas, pero sobre todo medirlas para ver cómo avanzamos en materia de diversidad”.

Existen 1,6 millones de personas empleadas en explotaciones agrarias y el 65,4% de ellas son hombres. Las mujeres también se encuentran alejadas de la toma de decisiones. “Su trabajo ha sido considerado como mera ayuda familiar, carente de reconocimiento económico o social. Además, la titularidad de las explotaciones ha tendido a recaer por herencia sobre los varones”, reza el informe. Un 67,6% de estas son propiedad de hombres, mientras que solo el 32,4% son titularidad de una mujer. Incluso, cuando ellas son las propietarias, no realizan las funciones de gestión de su propia explotación. Hay aproximadamente tres varones titulares y jefes de explotación por cada fémina. Ellos son jefes del 75,9% de las explotaciones y ellas, del 24,1% restante.

Dentro del sector agrícola, las mujeres desempeñan en mayor medida ocupaciones más básicas y menos puestos de dirección. El nivel de educación no explica esta brecha, sino todo lo contrario. El porcentaje de mujeres del ámbito rural con alto nivel educativo (22,8%) es superior al de los hombres del mismo entorno (15,6%). Asimismo, ellos realizan con mayor frecuencia tareas para las que no están lo suficientemente cualificados: la tasa de infracualificación de ellos es del 39,6% frente al 35,6% de ellas. “Un entorno masculinizado que provoca que las mujeres sean más dependientes”, alertó la presidenta de ClosinGap y vicepresidenta europea de Merck, Marieta Jiménez.

Ellas, sin embargo, sí que lideran en emprendimiento, concretamente en el ámbito del turismo rural: representan el 59,5% del total de personas propietarias de alojamientos rurales. La mayoría de ellas, además, los gestiona de manera completamente independiente y sin más empleados a su cargo (75,4%), mientras que solo un 16,9% cuenta con más personal.

Nuevas oportunidades, viejos retos

El teletrabajo se postula como una herramienta que podría hacer crecer la población rural. El informe estima que 13.300 personas retornarían al mundo rural de extenderse o facilitarse esta modalidad de empleo. Esto generaría un efecto económico agregado de más de 170 millones de euros, el equivalente al 0,3% del PIB de una comunidad autónoma como Castilla y León, con gran presencia de municipios rurales.

Pero no es tan sencillo. La reducción de la brecha de género también compete a las familias. Mientras que el promedio nacional de mujeres dedica cuatro horas y 29 minutos al día a tareas relacionadas con el hogar y la familia, en el caso del entorno rural este tiempo se incrementa hasta las cuatro horas y 43 minutos diarios. Las mujeres rurales dedican, de media, dos horas y siete minutos más a estas tareas que sus compañeros varones. Todo ello suma un cómputo total a 32,5 millones de horas dedicadas en el caso de ellas a las labores domésticas frente a los 14,7 millones de horas de ellos.

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