El bienestar del trabajador y la productividad
La felicidad en las relaciones laborales incrementa en un 88% la productividad
La Declaración de Independencia de los Estados Unidos reivindicó como derechos inalienables la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Para alcanzar el bienestar es preciso conseguir paz y armonía en la convivencia, especialmente en el desenvolvimiento laboral. El maltrato en el trabajo es absolutamente reprobable. Los psicólogos definen el acoso como “la muestra constante de conductas hostiles, tanto de forma verbal como no verbal excluyendo el contacto físico”.
Según estadísticas en el Reino Unido, el 30% de los trabajadores británicos y el 52% de las trabajadoras han sufrido acoso por parte de sus jefes o de compañeros y apenas ha habido denuncias, por miedo o por pasividad. Son muchas las veces en que se recomienda no presentar reclamación por la dificultad de aportar pruebas y las posibles represalias. Es un delito silencioso que suele cometerse sin dejar rastro. Por el contrario la felicidad en las relaciones laborales incrementa en un 88% la productividad según exponen también las estadísticas serias.
Algunos autores han publicado una larga lista de las conductas deleznables que utilizan los acosadores contra sus víctimas dentro del ámbito laboral sean los jefes o los propios compañeros de trabajo, entre ellas, burlas, insultos personales, amenazas e intimidaciones, correos agresivos, tratar a una persona como si fuera invisible, destacar con mala fe cualquier equivocación. Las empresas deben reaccionar ante estas conductas, que como se ha constatado, influyen negativamente en la productividad. Si se estimara en términos económicos el costo real de cada acosador que tienen en plantilla seguramente los empleadores intentarían no incluir a ninguno en el organigrama de la entidad. Los demás trabajadores tienden a protegerse frente a los malos compañeros, dejan de hacer sugerencias valiosas y se advierte pérdida de motivación, la falta de colaboración y enfermedades psicológicas, así como el hecho triste de que las víctimas se convierten a su vez en acosadores.
Se invoca como ejemplo a seguir el de una empresa conocida que incluía entre sus factores de éxito no contratar a imbéciles (employing no yerk). Para alcanzar sus objetivos, los empleados debían aceptar antes de firmar el contrato que se comprometían a ser buenos compañeros de trabajo y tratarán con educación y respeto a los colegas. El empleador no debe pretender que sus empleados sean perfectos, solamente intentar conseguir que cuando se equivoquen, presenten disculpas y traten de no repetir los errores, y sobre todo que sean amables y tolerantes, en definitiva, respetuosos y educados. Las organizaciones que permiten malas conductas en la empresa, tienen, en general, dificultades para retener a personas de talento que abandonan en cuanto les es posible. En una obra titulada La Revolución de la Felicidad, se han recogido unas recomendaciones y advertencias sobre el bienestar personal y laboral, que son muy importantes para procurar que se eliminen los malos tratos, y el acoso que tanto sufrimiento producen. En el trabajo se invierten muchas horas y la convivencia pacífica es una meta que hay que alcanzar. Lo importante es que trabajar no se convierta en un penoso sufrimiento que puede evitarse con decisión.
Guadalupe Muñoz Álvarez es Académica correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación