Crecimiento sólido para 2022, aunque algo más lento
Los mercados parecen dispuestos para una etapa de mitad, o tal vez de final de ciclo, pero no parece que vaya a haber una recesión en el horizonte
A medida que nos acercamos al nuevo año, 2022 se presenta bastante parecido a 2021, aunque con algunas diferencias clave. Entre las positivas están la reapertura económica, que debería de continuar, y el crecimiento de la economía global y de los beneficios corporativos, que deberían de estar por encima de la tendencia. Entre las negativas tenemos el aumento de las presiones inflacionarias y de los tipos de interés y la disminución del apoyo fiscal y monetario. Con solo unas pinceladas, ya puede percibirse un año de crecimiento bastante sólido, pero más lento.
El ciclo económico no está terminando, pero las condiciones se están tornando más difíciles y va a ser también más difícil conseguir ganancias. Sin embargo, aún pueden encontrarse oportunidades en todas las clases de activos.
El próximo año debería seguir siendo un año de riesgo. Los mercados financieros globales parecen posicionados para una etapa de mitad, o tal vez de final, de ciclo, pero no parece que vaya a haber una recesión en el horizonte. De hecho, se espera que el crecimiento económico global se mantenga firmemente por encima de la tendencia en 2022. A pesar de que las valoraciones parecen relativamente altas en muchas áreas de los mercados financieros mundiales, todavía merecería la pena mantener un posicionamiento de riesgo.
Esto concretamente podría significar enfatizar la presencia de renta variable e inversiones alternativas en las carteras. Para la renta variable, se podría considerar dar un sesgo cíclico a la cartera, al hilo de la recuperación del sector servicios, y sobreponderar small caps de mercados desarrollados como EE UU y Europa. También tendría sentido centrarse en inversiones en infraestructuras públicas, que podrían tener un comportamiento incluso mejor que el sector inmobiliario. En inversiones alternativas, los mercados de crédito privado, los activos reales privados y el inmobiliario podrían ser algunos ejemplos.
En mercados de renta fija pública, el mayor riesgo a tener en cuenta debería de ser el riesgo de crédito, por delante del riesgo de tipos de interés. Los inversores pueden encontrar oportunidades de rendimiento y rendimiento total al bajar en el espectro crediticio. Mientras se percibe algo de valor en emisiones municipales de mayor duración, resultaría conveniente tomar una postura de menor duración, teniendo en cuenta lo relativamente planas que están las curvas de rendimiento, siempre asumiendo que los bancos centrales no endurecerán demasiado su política.
Considerando todo lo anterior, no parece que tenga sentido mantener liquidez en la cartera desde un punto de vista estratégico, aunque sí desde un punto de vista táctico, para aprovechar oportunidades que puedan surgir, siempre en línea con las políticas de inversión y objetivos marcados a largo plazo. Si bien puede esperarse que inflación y tipos de interés sean más elevados, no parece que vaya a convenir reaccionar con brusquedad, ya que posiblemente los mercados hayan descontado ya estos riesgos.
Tanto renta variable como crédito pueden aún prosperar en entornos de tipos bajos, pero en aumento y con una inflación elevada. Activos reales e inmobiliario siguen siendo importantes coberturas contra la inflación, además de su atractivo fundamental. Se debe vigilar la evolución de la inflación y de los tipos, pero tampoco tiene sentido pagar de más por coberturas de inflación ni preparar las carteras para una escalada masiva de los tipos de interés.
Conviene estructurar las carteras para obtener rendimiento e ingresos. Los tipos de interés deberían de aumentar en el transcurso de 2022, pero los rendimientos todavía están en, o cerca de, mínimos históricos, por lo que continuar generando los ingresos necesarios para la jubilación continuará siendo un desafío.
De forma general, hay dos opciones de asignación de activos relacionadas con la generación de ingresos. En renta fija, una podría ser apoyarse en áreas donde la baja calidad crediticia y los fundamentales sólidos se solapen en renta fija, como podrían ser los préstamos a tipo de interés flotante y los bonos municipales de alto rendimiento. Otra opción podría consistir en asumir más riesgo de liquidez para aumentar los rendimientos, centrándose en áreas como crédito privado, deuda y activos inmobiliarios privados, aunque supone un equilibrio delicado para aquello que soporten bien la falta de liquidez.
Puesto que este escenario es un tanto optimista, no conviene olvidar posibles riesgos como el resurgimiento del Covid-19. Si bien la pandemia seguirá siendo sobre todo una crisis humanitaria en muchas partes del mundo, posiblemente la mayor parte de los riesgos económicos y de mercado asociados han quedado atrás. Si surgieran nuevas cepas de coronavirus, hubiera problemas con la distribución de vacunas o apareciera un nuevo virus igualmente maligno, sin duda habría que variar el posicionamiento de riesgo.
Otro posible riesgo es que la inflación se desbocara y los bancos centrales perdieran credibilidad. Si los tipos de interés se dispararan por un aumento notable en las expectativas de inflación, convendría sobreponderar coberturas explícitas como el oro o bonos vinculados a la inflación. Al mismo tiempo, los mercados de renta variable e inmobiliario acusarían el impacto de unos tipos más altos y del brusco empinamiento de la curva de rendimientos.
También podría suceder que el crecimiento orgánico se desacelerara por un error en la política de los bancos centrales. Si surgiera una amenaza que desencadenara un crecimiento más lento o incluso una recesión, o si la Fed, o el BCE, entraran en pánico y endurecieran la política monetaria demasiado rápido o demasiado bruscamente, los planes de inversión habrían también de variar hacia renta fija de larga duración y sectores defensivos del mercado de renta variable, como servicios públicos y productos básicos de consumo.
Durante 2021 las condiciones fueron casi ideales para el crecimiento económico y los activos de riesgo como la renta variable, pero el entorno se presenta más equilibrado en 2022. Los hogares ahorran menos ahora que hace un año y es probable que el Gobierno disminuya los estímulos, pero los fundamentos continúan fortaleciéndose, indicando un comportamiento positivo en los mercados de crédito, infraestructuras, activos reales privados y compañías cíclicas cotizadas.
Paula Mercado es directora de análisis de VDOS