¿Puede ser un Perte renovable e industrial?
Si se ejecuta bien, este proyecto asociado a las energías verdes movilizará más de 16.300 millones de inversión pública y generará 280.000 empleos
En el contexto del despliegue de los fondos europeos de recuperación, el Consejo de Ministros ha aprobado recientemente un nuevo proyecto estratégico para la recuperación y transformación económica (Perte). En este caso, el asociado a las energías renovables, el hidrógeno renovable y el almacenamiento; el denominado Perte ERHA. Su principal objetivo es potenciar y consolidar las cadenas de valor españolas asociadas a la transición energética. Para ello se pretende impulsar las cadenas productivas asociadas a las energías renovables, con especial foco en la energía eólica marina, así como a la producción y utilización del hidrógeno renovable, y al despliegue de nuevas tecnologías ligadas al almacenamiento energético y a la gestión flexible de la energía.
El Perte ERHA no ofrece un planteamiento disruptivo. Principalmente se basa en la hoja de ruta del hidrógeno, aprobada en octubre de 2020; en la estrategia del almacenamiento energético, de febrero de 2021; y en la hoja de ruta de la eólica marina y las energías del mar, de diciembre de 2021. No supone, por tanto, un cambio en la estrategia general en estos ámbitos, pero sí resulta relevante en cuanto a la identificación de estos vectores y tecnologías energéticas como claves para la transición energética y permite disponer de las ventajas que proporciona que un proyecto sea considerado como un Perte, como la agilización administrativa o la posibilidad de acceder a un mayor volumen de apoyo, entre otras cuestiones.
Para lograr sus objetivos, el Perte ERHA plantea diversas medidas transformadoras, articuladas como instrumentos específicos de inversión que movilizarán más de 3.500 millones de fondos públicos, y facilitadoras en áreas como la digitalización y la tecnología, o la capacitación, la formación profesional y el empleo.
Las medidas transformadoras pretenden cubrir toda la cadena de valor de la transición ecológica, desde el desarrollo de conocimiento al despliegue comercial y su integración en los distintos sectores. Por su desarrollo en el Perte ERHA, destacan las medidas asociadas a los proyectos singulares y de innovación, incluyendo investigación básica, bancos de pruebas y plataformas de ensayo, desarrollo de nuevos prototipos, y proyectos piloto; el refuerzo de las capacidades productivas, desarrollando actuaciones relacionadas con adaptaciones logísticas en puertos y el reciclaje de determinados residuos, y el despliegue de determinadas tecnologías como los demostradores de electrólisis a gran escala y los clústeres o valles de hidrógeno renovable, el almacenamiento energético, o los biogases. También resultan especialmente interesantes las medidas de apoyo a la integración de la cadena de valor del hidrógeno nacional en la cadena de valor europea. En este sentido, las iniciativas IPCEI (Important Project of Common European Interest) proporcionarán un marco de colaboración europeo que permitirá utilizar las ayudas de Estado de forma que sean compatibles con el mercado interior, aunque no estén exentas de notificación.
En definitiva, se trata de apoyar a una industria que ya parte de una buena posición y que será clave en el desarrollo económico de España en los próximos años. Las empresas ubicadas en nuestro país cubren más del 90% de la cadena de valor del sector eólico y un 60% de la cadena de valor del sector fotovoltaico. En el ámbito de las renovables marinas, la cadena de valor española, asociada a la energía eólica y al sector naval, ya está compitiendo con éxito a nivel global para el suministro de sistemas, equipos y servicios. España es el país de la Unión Europea con más instalaciones de investigación y desarrollo de energías marinas, incluyendo centros de pruebas en mar abierto. En este sentido, de 27 soluciones flotantes para energía eólica marina identificadas como activas a nivel mundial, siete son patentes españolas. También tenemos capacidades muy relevantes en áreas como la electrónica de potencia, el almacenamiento térmico asociado a las centrales termosolares, o el reciclaje y la segunda vida de las baterías. En el ámbito del hidrógeno renovable, contamos con empresas en todos los eslabones de la cadena de valor, pero son organizaciones de dimensiones reducidas y resulta imprescindible que se desplieguen medidas de apoyo que nos permitan acelerar su desarrollo.
En este contexto, el acceso a los fondos disponibles se articulará mediante convocatorias de concurrencia competitiva que, previsiblemente, incorporarán criterios de selección de los proyectos como el componente innovador, la participación de pequeñas y medianas empresas, la replicabilidad y escalabilidad, la eficiencia de la inversión, la generación de empleo, el impacto social y de género, y la contribución a la transición justa, al reto demográfico y a la cohesión territorial. La transición energética es una enorme oportunidad para España. Si lo hacemos bien, este Perte movilizará más de 16.300 millones de inversión pública y privada, y generará alrededor de 280.000 empleos. Aumentará nuestra independencia tecnológica y capacidad industrial e impulsará la aparición de nuevos modelos de negocio.
Sin duda, nos encontraremos ante una década prodigiosa en el sector energético en España por la intensidad de las transformaciones que este Perte impulsará. Pero para que esto suceda necesitamos que se den tres condiciones: el acceso a los fondos y a las políticas de apoyo debe ser rápido, la regulación europea y nacional debe acompañar su desarrollo y los procesos administrativos asociados a los proyectos deben ser ágiles. Tal y como titulamos este artículo, creemos que un Perte puede ser renovable e industrial, y a un buen planteamiento estratégico, ahora se debe sumar una ejecución ágil y eficaz.
Felipe Requejo / Oliverio Álvarez son Socio líder de energía y recursos y socio líder mundial de consultoría en ‘power, utilities & renewables’ / Socio responsable del área de regulación en energía de Deloitte. Miembros del Deloitte European Center for Recovery & Resilience