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‘Compliance’: valor y crecimiento sostenido en la empresa

LLYC desarrolla en un informe las claves para implementar un sistema de cumplimiento eficaz en las compañías

Getty Images
Rafael Durán Fernández

La implementación en la empresa de un sistema de gestión de compliance eficaz genera valor y asegura el crecimiento a largo plazo, según destaca el informe SmartCompliance. Un aliado para el negocio y sus líderes, elaborado por LLYC, en el que se desarrollan las claves que facilitan la creación y el mantenimiento de la cultura del compliance y que será presentado este martes. El compliance se posiciona así como un recurso clave para garantizar la sostenibilidad del negocio en cuanto a maximizar el cumplimiento de leyes, normativas y compromisos, ya sean impuestos o autoimpuestos (valores y propósitos de la compañía).

Contar con un sistema de gestión de compliance efectivo, además de la disminución de conductas ilegales o inapropiadas, supone una ventaja competitiva clara porque es, y cada vez lo será más, valorado por potenciales inversores, socios de negocio, Administraciones públicas contratantes y entidades financieras, entre otros. Además, tiene efectos directos en cuanto a la atracción y retención del talento para las organizaciones, aumentando el compromiso, el orgullo de pertenencia.

Porque hoy existe una conciencia más avanzada que años atrás acerca del impacto que el tejido empresarial provoca en su entorno. La sociedad ya no tolera determinados comportamientos y no le basta con cumplir las leyes y obtener los máximos beneficios. Ahora se exige eso y más; se exige que las empresas actúen de forma ética, que sean agentes del cambio y contribuyan a la construcción de un mundo más humano, más justo y más integrador.

Ahora se exige que las empresas actúen de forma ética, que sean agentes del cambio

La sociedad exige que las compañías tomen conciencia de los grupos de interés presentes en el ecosistema en el que operan, que entiendan cómo se ven afectados y cuáles son sus expectativas. Y cumplir con estas expectativas no es incompatible con la máxima empresarial de dar valor al accionista. Al contrario, cada vez más, esta será la clave para garantizar compañías exitosas y sostenibles en el tiempo. El regulador se ha hecho también eco de esta exigencia social dando lugar a una cada vez más exigente normativa en materia de compliance.

Este cambio de mentalidad ha supuesto que muchas organizaciones revisen estrategias y adquieran nuevos compromisos más allá de lo exigidos por la ley. La definición del propósito y de los valores de la compañía ha pasado a ser una prioridad para muchas.

Obstáculos

Sin embargo, existen enfoques y obstáculos que dificultan que las compañías consigan diseñar e implementar un compliance que de verdad funcione, sea creíble y valorado en la organización. Y entre las razones que se argumentan están: un enfoque exclusivo en lo normativo, sin tener en cuenta la ética corporativa; proyectos teóricos que no aportan herramientas para su implementación; visiones extremadamente legalistas; implementarlo para evitar sanciones, lo que lleva a desarrollar programas cosméticos e ineficaces; no estar alineado con la estrategia global ni con las particularidades del negocio.

El compliance debe estar impulsado de arriba abajo, desde el mismo consejo de administración, pero son aún muchas las compañías que no incluyen este de forma adecuada en su estrategia. El consejo de administración tiene la responsabilidad de impulsar que se implemente un sistema de compliance efectivo, además tiene la responsabilidad de conocerlo y supervisarlo de forma regular. Y CEO y dirección tienen la responsabilidad de promover una verdadera cultura de integridad y cumplimiento.

Un enfoque integral e integrado, que tome en cuenta no solo las obligaciones legales, sino también los compromisos voluntarios respecto a los stakeholders relevantes, y que ponga el foco en la creación y mantenimiento de una genuina cultura de integridad y cumplimiento, permitirán que el compliance forme parte de la organización y esté presente en la toma de decisiones, contribuyendo a la estrategia y al crecimiento del negocio.

A pesar de su importancia, muchas organizaciones aún no han conseguido implementar esa cultura y han empezado a trabajar en elementos más formales, como las políticas escritas, los canales de denuncias o los sistemas sancionadores internos, pero se han olvidado de desarrollar y mantener una cultura de integridad y cumplimiento. Esta falta de foco en la cultura corporativa denota una falta de madurez en materia de compliance en determinados países como España que han abordado el modelo más tarde que otros como Estados Unidos, Reino Unido y Francia.

La cultura tiene que ver con el comportamiento. La cultura es la forma en que se hacen las cosas en una organización. Las normas, los valores, las creencias, las asunciones y prácticas compartidos en una organización que se manifiestan en la forma de pensar y comportarse de las personas. Por eso la cultura de cada empresa es diferente, lo cual no es solo válido sino además positivo. No tiene por qué haber una cultura única y no hay por qué determinar lo que debe ser la cultura de una empresa. Sin embargo, hay unas normas mínimas de comportamiento ético y de cumplimiento que deben estar presentes en todas.

Claves de la cultura de cumplimiento

Cuando se habla de cultura de integridad y cumplimiento se está haciendo referencia a una cultura corporativa que promueva una conducta ética y un compromiso de cumplimiento de la ley por parte de los que integran una organización. Algunas claves que facilitarán la creación y el mantenimiento de esa cultura son

Es importante crear (o no reducir) la motivación intrínseca de cumplir y actuar de forma ética en las organizaciones. Por ello, los regímenes de sanciones e incentivos deben ser moderados y equilibrados, e ir complementados con un propósito y conjunto de valores éticos fundamentales y explícitos.

Diseño e implementación a medida de cada organización. Los códigos y las políticas tienen que ser específicos para cada empresa.

Accionable a través de sistemas de gestión de integridad y cumplimiento que contenga e interconecte todos los elementos propios de un sistema de compliance eficaz.

Compliance debe formar parte de la estrategia, del día a día del negocio y por tanto de la toma de decisiones.

Liderazgo responsable impulsado desde arriba.

Es importante incidir en que la cultura es responsabilidad de todos los miembros de la organización.

La utilización de estímulos para incentivar los comportamientos éticos y cumplidores.

Comunicación eficaz.

Función transversal y al servicio del resto de funciones.

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Sobre la firma

Rafael Durán Fernández
Lleva más de una década a cargo de los temas de sostenibilidad en la sección de Buen Gobierno, tarea que compagina con la edición de CincoDías. Aterrizó en el periódico en el año 2000 y pasó una temporada en la sección de Opinión. Antes, en El Siglo de Europa y El Nuevo Lunes. Es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid.

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