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El volcán de La Palma, Copernicus y las licencias de uso de datos espaciales

Esta geoinformación es accesible de forma gratuita para cualquier ciudadano, pero tiene implicaciones legales importantes

Conforme pasan los días desde aquel 19 de septiembre, cuando comenzó la erupción del volcán Cumbre Vieja de La Palma, un gran volumen de geoinformación y datos satelitales emergen en los medios. Parte importante de ellos son extraídos de unidades de a pie, que trabajan en las zonas afectadas, pero existen otras fuentes fiables a más de 1.300 kilómetros de altura: se trata de Copernicus, Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea.

Este programa ofrece servicios geoespaciales a partir de datos de observación de la Tierra, obtenidos mediante una constelación de satélites denominados SENTINELS, interconectados también con sensores ubicados en el océano, tierra y aire.

Estos geodatos se almacenan y procesan para obtener una gran cantidad de información terrestre que sirve para generar, entre otros, estadísticas o mapas topográficos que sirven para elaborar análisis de situación del pasado, del presente y estimaciones sobre el futuro.

El programa Copernicus se desarrolla dentro de un marco de servicio público y facilita el acceso a sus datos a cualquier persona, de forma completa y gratuita, como exige la Directiva INSPIRE de 2007, y con respeto a los mandatos nacionales en materia de avisos oficiales.

En el seguimiento del volcán de Cumbre Vieja, el programa Copernicus asiste a los operativos de emergencias que analizan su actividad. ¿Cómo lo hace? Aporta datos clave, por ejemplo, mediante la captura de los ríos de lava, medición de emisiones de gas o evaluación de daños comparando los datos históricos almacenados y gestionados por el propio programa, que dirigen la Agencia Espacial Europea (ESA), los Estados miembros y la Unión Europea a través de la Agencia Europea de Medio Ambiente.

Los satélites llevan a bordo instrumentos que proporcionan información complementaria, que en muchos casos no es posible recopilar desde la Tierra. En el caso de las erupciones volcánicas, los sensores atmosféricos de algunos SENTINEL son capaces de identificar gases y aerosoles liberados y cuantificar su impacto.

Ya son fácilmente reconocibles las imágenes que aparecen en prensa sobre las emisiones de dióxido de azufre. El satélite SENTINEL-5 Precursor, o SENTINEL-5P, monitoriza los gases expulsados por el cono volcánico y su expansión. Esta información actualizada, vinculada a datos de observaciones anteriores, contribuye a detectar posibles zonas de exclusión o con alta incidencia de estos gases.

Desde una altitud de 824 kilómetros, es un satélite que orbita de forma sincrónica con el sol, por lo que la superficie que observa siempre está iluminada con el mismo ángulo solar. Esto le permite cruzar el ecuador aproximadamente a la misma hora local en cada órbita, proporcionando una cobertura de superficie diaria completa.

Esta geoinformación es accesible de forma gratuita para cualquier ciudadano, pero tiene implicaciones legales importantes, sobre todo cuando se quieran usar o difundir datos del programa Copernicus, protegidos por derechos de propiedad intelectual sujetos a licencias de uso.

Quien obtenga y utilice información y datos de dicho programa queda obligado como licenciatario a cumplir el correspondiente acuerdo de licencia de Copernicus. El Reglamento (EU) No 377/2014 establece que la Unión será la propietaria de todos los activos tangibles e intangibles creados o desarrollados en el marco de Copernicus, incluidos los derechos de propiedad intelectual.

El licenciatario debe reconocer la propiedad de la UE sobre la totalidad de los datos e imágenes a los que ha tenido acceso. Es decir, su uso irá aparejado al derecho de cita, debiendo atribuir al Programa Copernicus los datos distribuidos, reproducidos o comunicados.

Por lo tanto, para evitar infringir derechos de propiedad intelectual del titular de esos datos, será indispensable el reconocimiento expreso de Copernicus, propiedad de la UE; el reconocimiento de la Comisión Europea como la gestora de este Programo o que el uso que se dé a los datos obtenidos sea acorde a los objetos y principios de la UE, entre otros requisitos.

Además, la reciente Directiva (UE) 2019/1024, sobre datos abiertos y reutilización de la información del sector público, que se aplica a los geodatos de Copernicus, busca fomentar el uso de los mimos y estimular la innovación de los productos y servicios, como la gestión volcánica pone de manifiesto. La liberalización de los datos contribuye a que la información generada por entidades públicas, como Copernicus, sea accesible a los ciudadanos y a que estos mejoren y creen nuevos productos y servicios.

Finalmente cabe destacar la participación del tejido empresarial español en el Programa Copernicus: un total de 13 empresas de reconocido prestigio aportaron al menos un 6 % de todo el proyecto. Una muestra de la madurez del sector español y su colaboración en iniciativas de primer nivel que contribuyen al desarrollo constante de la tecnología empleada en el sector espacial.

Carlos Albareda y Efrén Díaz, abogados de Derecho Espacial del Bufete Mas y Calvet

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