El plan de estímulo de Biden: innecesario y contraproducente
EE UU necesita el paquete de infraestructuras aprobado por el Senado, pero no el ‘Build Back Better’, que agravará la inflación y elevará la deuda nacional
La política económica keynesiana inyecta fondos públicos encaminados a reavivar la demanda en un contexto de recesión. Se ha utilizado con éxito. Fue la base de las grandes inversiones públicas del New Deal, que Franklin Roosevelt empleó para sacar a EEUU de la depresión. Similarmente los bancos centrales utilizaron una política monetaria con tipos cercanos a 0 y compras masivas de bonos, hipotecas y otro tipos de deuda para hacer frente a la crisis financiera internacional de 2007-2009.
El PIB se desplomó un 5% en el primer trimestre de 2020 y el paro se disparó del 3,5% en marzo al 14,7% en abril a raíz de la propagación de la primera ola de Covid-19. La administración Trump y el Congreso pactaron un paquete de estímulo de 2,1 billones en marzo de 2020. Estabilizó la actividad económica mediante préstamos a fondo perdido a empresas que retuvieran su plantilla y ayudas a familias. Desde abril de 2020 el desempleo ha descendido de manera ininterrumpida. En octubre se crearon 531.000 empleos y el paro disminuyó hasta el 4,6%.
El paquete de estímulo de 1,75 billones –denominado Build Back Better– que los Demócratas se empeñan en aprobar es innecesario y contraproducente. La economía de EEUU muestra vigor. Después de aumentar a un ritmo anual del 6,3% y 6,7% en el primer y segundo trimestre, respectivamente, la ralentización al 2% en el tercer trimestre es atribuible a la difusión de la variante Delta del Covid-19, los problemas en las cadenas de producción y distribución y el incremento de la inflación. El paquete de estímulo de 1,9 billones de marzo de 2021 (American Rescue Plan) se aprobó únicamente con votos Demócratas. Otorgó ayudas sociales muy generosas que no deben tributar y se reciben sin tener que demostrar que su busca empleo. La falta de trabajadores cualificados en el sector de transportes (puertos, muelles, conductores de camiones) es una de las causas del embotellamiento de las cadenas de distribución y la falta de productos en muchos comercios. El American Rescue Plan ha propiciado que muchos trabajadores se queden en casa y se limiten a cobrar beneficios. Prueba de ello es la proliferación de ofertas de contratación en todo tipo de comercios y que la tasa de actividad esté estancada en el 61%.
El FMI prevé un crecimiento del PIB de EEUU del 6% en 2021 y del 5,2% en 2022. Pero si se aprobara el Build Back Better y sus 1,75 billones, EEUU sumaría 6,6 billones a su deuda nacional, que ya asciende a un 136% de su PIB. Otra inyección de fondos públicos atizaría aún más la inflación, que se ha disparado del 1,4% en 2020 al 5,3% a finales de octubre según el Ministerio de Trabajo. La Reserva Federal ha revisado al alza del 3,4% al 4,3% su previsión de inflación para 2021. La falta de personal presiona al alza los salarios, y la escasez de componentes encarece el precio final de los productos.
En este contexto, el Build Back Better elevaría la deuda nacional y agravaría la inflación, la escasez de mano de obra y las interrupciones en las cadenas de producción y distribución. Nos hallamos ante una crisis de oferta, no de demanda, que ha estado reprimida por Covid-19, pero repunta rápidamente con la relajación de las restricciones. Otorgar deducciones fiscales por hijos a cargo, vacaciones pagadas universales y gratuidad en la escolarización de niños de 3 a 4 años supondría que los estadounidenses tendrían más ingresos. El Build Back Better no hace nada para desatascar las cadenas de producción y distribución. En cambio, EEUU sí necesita el plan de infraestructuras (Infrastructure Investment and Jobs Act) que fue autorizado en agosto por el Senado con 69 votos a favor, incluyendo el de 19 senadores republicanos. La Cámara de Representantes también lo ha aprobado, por 228 votos a favor (incluyendo 13 republicanos) y 206 en contra. Aporta financiación nueva de 550.000 millones para reparar y modernizar carreteras, puentes, puertos y el sistema ferroviario.
Pero el presidente Joe Biden y la cúpula del partido Demócrata insisten también en sacar adelante el Build Back Better. Dos senadores y diversos congresistas Demócratas se oponen tajantemente al paquete de 1,75 billones. El presidente Biden inicialmente pretendía una financiación de 3,5 billones. Su táctica consiste en seguir presionando a los legisladores Demócratas moderados. Aunque podría fructificar, requerirá más tiempo y la incertidumbre nunca es buena para los mercados.
Biden quiso acudir a las cumbres del COP26 y G20 con la financiación del Build Back Better para poder exigir a las economías desarrolladas y emergentes que aprueben inversiones sustanciales en tecnologías verdes y energías renovables. Llegó a Glasgow sin la ratificación del Congreso para su agenda verde y los líderes de China, Rusia y Arabia Saudita ni tan siquiera acudieron a la cumbre. Los Demócratas pretenden financiar su programa con un incremento en el impuesto sobre la renta de las personas que ingresan más de 400.000 dólares, la subida del impuesto de sociedades del 21% al 25% y una mayor tributación de las multinacionales.
Pero no se vislumbra un acuerdo sobre un impuesto mínimo de sociedades global en el seno del G20. Los aumentos de impuestos del plan Demócrata desencadenarían una huída de capitales y empresas al extranjero. Los comicios del 2 de noviembre fueron un revés para los Demócratas. Se impusieron los Republicanos en las elecciones a gobernador, vice gobernador y fiscal general de Virginia. Se derrotaron ampliamente consultas populares favorables a eliminar departamentos de policía. El electorado mandó un mensaje claro a la Casa Blanca.
Si Biden insiste en rechazar la colaboración de los Republicanos y apostar por las exigencias del ala radical de su partido profundizará la división política en EEUU.
Alexandre Muns es Profesor de EAE Business School