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Tecnología

‘Deepfake’: la tecnología que resucitó a Lola Flores, Dalí y Cantinflas

Esta herramienta, que aplica inteligencia artificial para crear dobles digitales, es utilizada por la publicidad para devolver personajes famosos a la vida

Proceso de Deepfake de Lola Flores, realizado para publicidad / Imágenes cedidas por Metropolitana
Proceso de Deepfake de Lola Flores, realizado para publicidad / Imágenes cedidas por Metropolitana
Luis Alberto Peralta

Cuando en 2018 se conoció un vídeo de Barack Obama insultando a Donald Trump, las autoridades de todo el mundo temieron por su futuro. Poco se imaginaban que, tan solo tres años después, las herramientas que se utilizaron para suplantar a los mandatarios serían utilizadas con fines publicitarios.

Esa tecnología es conocida como deepfake, se perfeccionó en 2016 y utiliza inteligencia artificial para intercambiar caras, modificar expresiones o crear dobles digitales. Las herramientas de deepfake se basan en sistemas informáticos llamados redes neuronales artificiales. Estas redes procesan cientos o miles de imágenes para encontrar patrones y poder así recrear un rostro. En España, los realizadores publicitarios ya han utilizado esta tecnología para resucitar a Lola Flores, Salvador Dalí y Cantinflas.

Resucitar a un muerto

“Es curioso lo que puede hacer la inteligencia artificial, por ejemplo, que yo esté aquí hablando con vosotros aunque fallecí hace más de 30 años”, afirma el doble de Salvador Dalí en un anuncio de la Fundación Reina Sofía, creado por la agencia Sra. Rushmore.

El anuncio fue creado con material de archivo de cuando Dalí seguía vivo y herramientas de deepfake: “La esposa de Dalí murió y no tenían descendencia, así que tuvimos que gestionarlo con la Fundación Dalí. Ellos tienen los derechos y nos cedieron todas las imágenes. Lo que hicimos con la tecnología fue fusionar todo el material, pero el resultado no es una mezcla de las imágenes sino algo nuevo”, afirma Xisela López, directora creativa de la agencia.

En el caso de Lola Flores, el proceso fue distinto. “El deepfake estaba vinculado generalmente a lo perverso: a querer engañar, a querer manipular, a lo político. Nosotros nos planteamos usarlo para hacer algo bonito”, afirma Juan Pedro Moreno, que junto a Javier Senovilla conforma el dúo de directores creativos ejecutivos de la agencia Ogilvy que ideó la resurrección de Lola para un anuncio de Cruzcampo.

Moreno y Senovilla llevaron la propuesta a la familia de la cantante. “Lo primero que hicimos fue sentarnos con la familia Flores. En los días previos nos entró nerviosismo porque no sabíamos cómo iban a reaccionar cuando les dijéramos que íbamos a resucitar a su madre. Por suerte se ofrecieron a ayudarnos”, afirma Senovilla.

Los creativos de la agencia indican que la participación de los Flores fue imprescindible para la reconstrucción de Lola. Sus hijas detectaban imperfecciones en el deepfake que no eran perceptibles para los creadores, como el peinado o la forma de los gestos. De hecho, Lolita Flores prestó su voz para el anuncio, la cual fue modulada a través de programas de audio para asemejarse a la de su madre.

El reto tecnológico

La posproductora Metropolitana se encargó de la parte tecnológica de ambas producciones. Ramón Arteman, su director, afirma que domesticar esta tecnología tan exótica ha sido un reto: “No es ponerlo en el software y ya. Tuvimos que hacer todo un proceso de investigación con software de código abierto y muchos de ellos no lograban el objetivo. Al principio hicimos pruebas caseras en las que intercambiábamos nuestros propios rostros”.

Metropolitana se ha dedicado a los efectos especiales durante 25 años, pero trabaja con las herramientas de deepfake desde 2019. Nicolau Roig, responsable del área de 3D de la posproductora, afirma que la técnica demanda mucha potencia de procesamiento: “Los cálculos pueden llevar horas o hasta días. A menudo utilizamos varios ordenadores”.

En una de sus últimas campañas, la posproductora tuvo que revivir al actor mexicano Cantinflas, para un anuncio de tortillas mexicanas. Arteman comenta que las limitaciones de la inteligencia artificial afloraron ante la escasez de tomas idóneas: “El proceso parece tonto, pero es muy sofisticado. No teníamos imágenes del personaje mirando hacia adelante y la inteligencia artificial no pudo reconstruirlo correctamente. Tenía la mirada desviada. Tuvimos que recortarle los ojos y reposicionarlos luego para que no se nos vuelva bizco.”

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