Una solución estructural a la volatilidad del precio de la energía
Los datos apuntan a que el aumento constante de la factura de la luz se está haciendo sentir con intensidad en la evolución general de los precios
La escalada imparable de los precios en el mercado mayorista de la electricidad, que en agostó pulverizó ocho récords históricos, amenaza con convertirse en algo más que un serio problema coyuntural. Los datos apuntan a que el aumento constante del coste de la energía se está haciendo sentir con intensidad en la evolución general de los precios, cuyo repunte excesivo puede terminar afectando al buen ritmo de la recuperación. El Índice de Precios de Consumo (IPC) subió un 0,4% en agosto y situó su tasa interanual en el 3,3%, cuatro décimas por encima de la de julio y la más alta desde 2012, según los datos avanzados publicados ayer por el INE, un comportamiento inflacionario en el que la factura de la luz está jugando un papel clave.
La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, compareció ayer en el Congreso para explicar las medidas que está dispuesto a adoptar el Gobierno para intentar poner coto al encarecimiento que está experimentando la energía. Ribera, que recordó que el problema no es privativo de España, descartó la adopción de medidas intervencionistas en clara contradicción con el derecho europeo, como el establecimiento de precios fijos en el mercado, tal y como reclama Podemos, e insistió en la urgencia de reformar la fiscalidad de la energía Las soluciones que maneja a día de hoy el departamento de Rivera incluyen, además de esa revisión del tratamiento fiscal, una nueva vuelta de tuerca a la tarifa PVPC, con el fin de introducir una cesta de indicadores que permitan mantener horquillas de precios más estables.
Las medidas que estudia el Gobierno no dejan de ser soluciones parciales a un problema que tiene raíces estructurales profundas, dado que no solo parte de un funcionamiento ineficiente del sistema de fijación de precios del mercado eléctrico, sino que también está relacionado con los elevados costes del proceso de descarbonización de la economía europea, así como con el encarecimiento del gas y el déficit en la generación puntual de los formatos energéticos más baratos. Ante un horizonte como ese, se hace patente la importancia de abordar una reforma de calado del sistema actual de fijación precios de la energía, que modifique el mercado marginalista de la electricidad y permita avanzar hacia un modelo más simple y estable. Se trata de una asignatura pendiente que no es fácil afrontar. Pero el riesgo de un encarecimiento excesivo de los costes internos de la economía en un contexto de extrema fragilidad constituye un motivo suficiente para plantear de nuevo una solución a largo plazo a la volatilidad del precio de la energía.
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