Por qué España necesita una regulación de las criptomonedas más minuciosa
El aumento de la popularidad de estos activos entre los inversores minoristas ha disparado también la ofertas de baja calidad o peligrosamente engañosas
De todos los efectos que ha tenido el último repunte de las criptomonedas, para mí el más importante ha sido el hecho de que miles de personas se hayan dado cuenta de que ellos también pueden ser inversores. Y es que 7,5 millones de españoles ya poseen criptomonedas, según datos publicados por IE University.
Sin embargo, la regulación española no ha proporcionado orientación a los posibles inversores minoristas, más allá de las severas advertencias sobre la volatilidad y riesgos que conllevan este tipo de activos. Por supuesto, es importante que el público entienda que las criptomonedas son instrumentos volátiles y arriesgados, pero necesitamos algo más por parte de nuestros reguladores. Esta falta de herramientas formativas u orientativas sobre la inversión tiene sus consecuencias: de acuerdo con el mismo estudio de IE University, entre las razones por las que aún millones de españoles no han adquirido criptoactivos, además de considerarlos arriesgados (38%), se encuentra el no saber comprarlos, con un llamativo 35%.
Es fundamental educar a los usuarios, proporcionarles herramientas gratuitas que les guíen a través de los riesgos de la criptoinversión, les expliquen la tecnología que hay detrás y la diferencia entre invertir en un criptoactivo y poseerlo. Y es igualmente esencial que todas las compañías que operan en este mercado realicen un riguroso cuestionario a sus usuarios para asegurarse de que disponen de toda la información necesaria y están verdaderamente preparados para comenzar a invertir.
He podido ver de primera mano cómo se sienten los usuarios al invertir en este contexto. Si pudiera resumirlo en una sola frase, diría que los usuarios españoles “sienten una gran curiosidad”. Entienden el riesgo de invertir en criptodivisas, pero siguen deseando hacerlo y, además, invierten en un abanico más amplio de criptomonedas que sus homólogos en otros países.
Actualmente, el mercado de las criptomonedas está madurando y segmentándose. Las monedas más reconocidas como Ethereum y Bitcoin acaparan la atención, hasta el punto de que incluso grandes bancos de inversión, como Goldman Sachs, las tratan como un tipo de activo formal. No obstante, y al mismo tiempo, el aumento de la popularidad de las criptomonedas también ha disparado la oferta de monedas de baja calidad o peligrosamente engañosas. Esto último a menudo oculta lo primero: voces muy ruidosas, con mucho poder de influencia, podrían estar publicitando nuevas monedas, mientras que, detrás de los focos, gobiernos e industria están trabajando arduamente para averiguar cómo construir de forma segura y sostenible redes y monedas descentralizadas. Un ejemplo de ello es El Corte Inglés con su criptomoneda Bitcor.
Los inversores institucionales y los bancos ya no se muestran tan precavidos a la hora de creer en el futuro de las criptodivisas. Balmodero Falcones, exdirector de operaciones del Banco Santander y expresidente de Mastercard, ha afirmado que las criptomonedas serán una revolución mayor que incluso las tarjetas de crédito. De hecho, Mastercard ya se está preparando para introducir las criptomonedas en su plataforma de pagos.
Los inversores institucionales tienen innumerables ventajas cuando hablamos de la regulación en el mundo de las criptomonedas, ya que cuentan con equipos de abogados que les asesoran sobre los cambios en la legislación en cuanto se ponen en práctica. Pero a los nuevos inversores y a los inversores minoristas les resulta mucho más difícil distinguir la información relevante del ruido. ¿Cómo pueden saber si una empresa les ofrece el mejor producto basado en criptomonedas teniendo en cuenta sus intereses? Para entender esta cuestión, bien como regulador o bien como empresa, primero hay que entenderla desde la perspectiva del usuario.
Mi esperanza es poder ayudar a entender las posibilidades que las criptomonedas pueden ofrecer, al tiempo que alejar de aquellos que quieren aprovecharse del dinero que los inversores minoristas han ganado con mucho esfuerzo. Pero es cierto que no podemos hacerlo solos. El Reglamento Europeo de Mercados de Criptoactivos (MiCA) es un gran paso adelante, pero creo que sigue falto de algunos aspectos cruciales que ayudarían a seguir protegiendo y empoderando a los inversores españoles.
Entre las principales preocupaciones se encuentra el hecho de que el actual proyecto de regulación no es suficiente en materia de impuestos. Los criptoinversores españoles tienen muy poca información sobre cómo incluir correctamente sus inversiones en criptomonedas en su declaración de la renta. Los usuarios que pagan con una criptomoneda a menudo no son conscientes de que, según la legislación fiscal española actual, en realidad están vendiendo un activo de inversión y, por tanto, deben declararlo. Creo que esta realidad no está debidamente explicada por los reguladores.
Corremos el riesgo de que esta revolución financiera, que se produce una vez por generación, se convierta en otra oportunidad para que los ricos continúen incrementando su fortuna, en lugar de dar a todos los ciudadanos la posibilidad de controlar mejor su futuro financiero.
Los inversores institucionales y los grandes fondos ya se están beneficiando, por ejemplo, de la nueva normativa de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Los inversores minoristas merecen lo mismo.
Alexander Emeshev es cofundador de Vivid