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Análisis
Tribuna
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Responsabilidad con la Next Generation

Hay que usar los fondos destinados a la rehabilitación de viviendas con la mente puesta en las próximas generaciones

A lo largo de la historia, los cambios de época han coincidido con transformaciones significativas en el entorno construido que son, a la vez, consecuencia de ellos y causa de transformaciones urbanas que generan nuevas oportunidades y equilibrios.

En nuestro país, el ritmo de renovación y rehabilitación de edificios no responde a la aceleración de los cambios de las últimas décadas, manteniéndose muy por debajo de los países europeos que nos rodean. Y, si el entorno construido, clave para acoger y mejorar nuestras vidas, pierde la adecuación a nuestras necesidades reales, puede convertirse de un potencial a un lastre para nuestro progreso y bienestar.

Para hacer frente a los efectos de la pandemia y avanzar en la descarbonización de la economía, la UE ha incluido la rehabilitación de viviendas y edificios en la “ola de renovación” que los fondos Next Generation deben impulsar. El Plan de Recuperación, Transición y Resiliencia español así lo recoge, abriendo una oportunidad única para ponernos al día que no podemos desperdiciar. Para aprovecharla con garantías de éxito, es necesario comprender bien el marco europeo y las reglas de juego que establece; entender que no son ayudas para conservar, sino para transformar y cambiar, constituyendo un proyecto estratégico a largo plazo para que la próxima generación también se beneficie de él y goce de, como mínimo, las mismas oportunidades que la nuestra.

En primer lugar, los fondos Next Generation proponen impulsar actuaciones de rehabilitación en cerca de 500.000 viviendas en España entre 2021 y 2023, lo que supone quintuplicar las cifras actuales (unas 30.000 viviendas al año) y acercarnos a las tasas de renovación de los países europeos que nos rodean. En nuestro país, hay 25,7 millones de viviendas y es necesario actuar en más de 10 millones. Las ayudas europeas, por lo tanto, no resuelven el problema general. Con ellas se intervendrá en menos de un 5% de las viviendas que requieren mejoras. Por ello, la primera responsabilidad que debemos asumir no es solo emplearlos adecuadamente, sino hacerlo de tal manera que su éxito consista en impulsar la ola de renovación posterior que será necesario mantener en el medio y largo plazo para seguir actualizando y modernizando nuestro envejecido parque.

En segundo lugar, la UE movilizará estos fondos emitiendo deuda, por lo que su acción para hacer frente a la pandemia y sus consecuencias repercutirán en el esfuerzo fiscal de la próxima generación. De nuevo, esta vinculación intergeneracional nos obliga a la responsabilidad de orientar los fondos a objetivos y acciones que no sean un mero gasto que alimente puntualmente el ciclo económico, sino una inversión útil y transformadora que mejore el entorno construido, generando bienestar y recuperando el equilibrio ambiental para que la próxima generación pueda disfrutarlo.

En tercer lugar, también la propia naturaleza de los fondos, su origen en los complejos procedimientos europeos y los múltiples niveles públicos que los administran requieren un especial rigor y responsabilidad en su gestión y, en el ámbito de la rehabilitación y la renovación urbana, una gran profesionalidad y rigor tanto en los proyectos, como en su ejecución y en la gestión, con la documentación correcta para justificar el destino de las ayudas.

Pero, además, los fondos Next Generation nos exigen una cuarta responsabilidad: la modernización y transformación del sector de la construcción y la renovación de edificios para que los jóvenes vean en él la posibilidad de desarrollar carreras laborales sólidas y enriquecedoras. Y, para eso, es necesario intensificar la formación continua de los/as profesionales, fomentar la innovación y la incorporación de nuevas tecnologías y posibilidad de adaptación de muchas empresas a las nuevas necesidades técnicas, organizativas y de los usuarios y, por supuesto, la agilización de todos los procesos administrativos, que deben reducir sus plazos y su complejidad en la tramitación, sin renunciar al sistema de garantías públicas que establecen.

Aplicados a la renovación de viviendas, edificios y barrios, los fondos Next Generation son una oportunidad y un reto para cuyo éxito muchos profesionales y empresas y, en particular, los arquitectos y sus colegios nos hemos preparado desde hace tiempo. Dependerá de muchos factores que solo se pueden alinear entendiendo que se trata de un proyecto colectivo de la sociedad en su conjunto, de todos los operadores del sector, de todas las administraciones públicas y de la ciudadanía, que, como destinataria principal de las ayudas, es clave para exigir de ellas los resultados directos, pero también para crear el marco de oportunidades que la próxima generación va a necesitar.

Lluís Comerón es presidente del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España

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