Las directivas cobran 11.800 euros menos que los ejecutivos
Solo el 18,8% de los puestos de alta dirección están ocupados por mujeres
De cada diez directivos de una organización, solo una o dos son mujeres. La cuota de presencia femenina en los puestos directivos en 2021 es del 18,8%, frente al 81,2% de la cuota masculina, según muestran los datos de la 15ª edición del estudio anual Brecha Salarial y Presencia Directiva de Mujeres elaborado por ICSA Grupo, en colaboración con EADA Business School.
Para la ingeniera industrial y socia-directora del área de consultoría de ICSA grupo, Indry Canchila, “a mayor responsabilidad, menor es la presencia de mujeres y los puestos de mayor remuneración están ocupados por hombres”. De hecho, según los resultados del estudio, que analiza más de 80.000 datos salariales validados estadísticamente a febrero de 2021, la brecha retributiva por categoría profesional alcanza el 14,4% en el caso de los puestos directivos. “La diferencia porcentual puede parecer baja, pero estamos hablando de mucho dinero, equivale a 11.786 euros anuales más que ganan los hombres”, advierte Canchila.
Además, las diferencias por géneros se aprecian también en el tipo de actividades de desempeño. Mientras que los hombres ocupan casi por completo las direcciones generales, comerciales y de producción, la presencia femenina encuentra un mayor hueco en la dirección de administración y finanzas, donde representa casi un 20%, y en la de recursos humanos, donde llega hasta el 32,6%.
Aun así, la presencia directiva de las mujeres se mantiene al alza y las diferencias retributivas caen poco a poco. Si bien aún no se han recuperado los niveles de 2008, cuando el 19,5% de los empleos de dirección estaban ocupados por mujeres, los datos de 2021 son los mejores de los últimos 13 años. “Esto es una tendencia positiva, sí, pero definitivamente es lenta”, lamenta Canchila. A este ritmo se tardarían entre 50 y 60 años en conseguir la paridad.
Cambios por la pandemia
Lo fundamental para revertir la situación, según la ingeniera, es “cambiar la forma en que trabajamos”, algo para lo que la crisis del coronavirus ha supuesto un acelerador. “Hay que aprovechar esta oportunidad de la digitalización y de la expansión del trabajo a distancia para recuperar todos estos porcentajes. El perfil profesional que se requiere no es el mismo, necesitamos perfiles que a través de la distancia sean capaces de solucionar problemas, de aportar soluciones, que trabajen una tolerancia al estrés y que sean capaces de autogestionarse, porque el liderazgo también ha cambiado”, sostiene.
Para la profesora e investigadora de EADA Business School, Aline Masuda, es importante valorar las mejoras en la presencia femenina y en la brecha salarial teniendo en cuenta que “las crisis nunca benefician a la mujer”. Según la profesora, “en esta crisis específicamente muchas mujeres han perdido el trabajo, ya que estaban en sectores que han sido mucho más castigados por la pandemia y que además están peor pagados”. A esto se suma el aumento de la presencia del trabajo doméstico. “Las mujeres pasan más tiempo con el cuidado de los niños y los ancianos que los hombres y eso no ha sido diferente en esta situación”, recuerda Masuda. Sin embargo, ambas coinciden en que la crisis puede suponer una oportunidad para la igualdad entre hombres y mujeres gracias a la flexibilidad laboral que han propiciado el teletrabajo y las nuevas tecnologías.
La formación no tiene nada que ver con el problema, ya que el informe concluye que las mujeres tienen un mayor nivel de educación universitaria y de posgrado que los hombres. La igualdad formativa, por tanto, no garantiza una igualdad salarial. “La mujer tiene que estar mucho más preparada que un hombre y tiene que formarse mucho más para incluso ganar menos”, critica Canchila. Por su parte, Masuda recuerda, además, que “muchas más mujeres interrumpen la carrera profesional por el tema de la maternidad”, algo que repercute en la dificultad para llegar a una posición directiva por la pérdida de experiencia laboral.
Aunque todavía falta mucho camino por recorrer, los pasos se están dando en la dirección correcta. Pero el cambio, insisten, debe ser estructural, tanto dentro de casa como en el trabajo.