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Cómo desconectar en tiempos de trabajo híbrido

Las nuevas fórmulas difuminan la línea entre los momentos de ocio y los de dedicación profesional

GETTY IMAGES

Cuando la mayor parte de la jornada laboral trascurría en las oficinas, identificar los límites entre trabajo y tiempo de ocio era una tarea más sencilla. Pero llegó la pandemia y, con ella, la generalización del teletrabajo, lo que puso sobre la mesa nuevos retos en materia de desconexión. Unos desafíos que seguirán creciendo en los próximos años, ya que, según un informe de Steelcase, el 72% de los líderes empresariales prevé que, en el futuro, el trabajo sea híbrido.

Esta fórmula presenta ventajas, como una mayor flexibilidad, pero también contribuye a que se difumine aún más la línea entre el tiempo de trabajo y el de ocio, lo que complica aún más la desconexión. Para Santiago García, cofundador de Future for Work (FFW), el problema es que hay personas que han convertido sus jornadas laborales en una reunión constante. “Una de las asignaturas pendientes de muchas empresas es entender que hay partes del trabajo que pueden hacerse de manera asíncrona y que no todo el mundo tiene por qué estar conectado a la misma hora”.

Esta división entre momentos para la colaboración y momentos para el trabajo en solitario es una visión que comparte el socio de BCG Pablo Claver. El experto apunta que una práctica útil es establecer mapas de interacción para definir claramente con qué personas se necesita trabajar y, en función de ello, acordar entre todos unas franjas horarias en las que haya que estar disponibles para colaborar y dejar el resto flexible. Una medida que requiere de mucha transparencia y calendarios públicos: “Si no, alguien sin mala intención, pero que simplemente desconoce tus horarios, te puede fijar una reunión en tu hora libre para la comida, que es justo cuando tienes que ir a recoger a tu hija al colegio”.

Más allá de eso, hay pequeñas recomendaciones que pueden contribuir a que esta norma se cumpla, apunta Claver. Es el caso de prohibir que se manden emails pasadas las siete de la tarde o programar los envíos para que se hagan a la mañana siguiente. Pero esto solo es un refuerzo de lo anterior, pues lo verdaderamente útil es definir las normas para coordinar el sistema de trabajo.

En este sentido, la profesora de Derecho del Trabajo en Esade Law School, Anna Ginès, ve una estrecha relación con el registro de la jornada, pues considera que ambas medidas son complementarias. “Tenemos la sensación de que estos derechos van en contra de la innovación, pero yo creo que no hay que verlos así, sino que son medidas encaminadas a que haya un avance saludable, porque el que está habiendo ahora mismo no lo es”, apunta, a la vez que recuerda que estas pueden ser herramientas útiles para proporcionar datos a las compañías. No obstante, la docente considera que el derecho a la desconexión va un paso más allá, pues no tiene en cuenta exclusivamente el tiempo de trabajo, sino toda referencia al mismo fuera de la jornada laboral. “Aunque no se realicen las tareas en ese momento, recibir llamadas o mensajes te devuelve mentalmente al trabajo”, insiste. En esta línea, la experta recuerda que el derecho a la desconexión es una obligación por parte de las empresas, quienes deben poner medidas para que se cumplan: “Se centra más en el origen de las comunicaciones que en su destinatario”.

Una idea con la que comulga García, quien anima a las compañías a promover una cultura corporativa que facilite el descanso, pues también es positiva para sus propios resultados. De lo contrario, los malos hábitos que ya existían en las oficinas, se trasladarán a cualquier otra parte. “De alguna manera, el presencialismo sigue ahí, porque los jefes siguen esperando una respuesta inmediata”, ilustra el cofundador de FFW. Un problema que se ha agravado con la pandemia. “Hay crisis en las que hay que responder y olvidarse de las horas. La cuestión es que, en este contexto, estamos con una permanente sensación de crisis. Pero si esto va a seguir así, para trabajar de manera normal tendremos que bajar un poco el listón de lo que entendemos por crisis”, apoya.

Por su parte, para Teo Manzano, director de innovación, la desconexión guarda una estrecha relación con la productividad. “Cuando somos capaces de sacar el trabajo adelante, cambiamos más fácilmente el chip, mientras que si no, no somos capaces de sacarnos el trabajo de la cabeza, aunque no tengamos el ordenador delante”. También lo ve así García, quien recuerda que no se debería premiar a quien pasa más tiempo delante del ordenador, sino a quien es más productivo.

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