La receta de Yellen y Powell: un paquete de tres billones de dólares
La secretaria del Tesoro de EEUU está de acuerdo con el presidente de la FED: se atisba la recuperación económica. Pero hay que empujarla
Cuando parecía que Joseph Biden podría cambiar su apellido por Roosevelt, aparecieron aguafiestas que –por si no tuviéramos suficientes preocupaciones–, asustan con el peligro de la inflación. Esta frase requiere explicaciones. Nunca, desde la Gran Depresión (1929-1946), EEUU había dedicado tanto dinero público para evitar, primero, el hundimiento de la economía; segundo, proveer de una mínima red social a desempleados y colectivos desfavorecidos y, tercero, poner las bases de la recuperación.
FDR, Roosevelt, impulsó el famoso New Deal que, con Guerra Mundial incluida, puso los fundamentos para que, desde 1946, América se convirtiese en la primera potencia económica del mundo. Con la Gran Recesión (2007-2009), Barack Obama lanzó su paquete de estímulo económico (Recovery Act, rebautizado por Paul Krugman como The New-New Deal) que, en seis meses, devolvió a América el crecimiento y creación de empleo con bases tan sólidas, que duraron hasta 2020, consolidadas más allá de su mandato, siendo ya presidente Donald Trump, superando la década de crecimiento económico americano más fuerte desde la Second Guilded Age o Segunda Edad Dorada (1950-1970) del capitalismo americano, así denominada por Alan Greenspan (expresidente de la FED) en History of Capitalism in America.
Curados de espanto con la Gran Recesión de que nos sacó Obama, poco imaginábamos que un virus iba a echar por tierra nuestras expectativas y sueños: entre 2020 y 2021 el mundo económico cayó en recesión y millones de personas perdieron su empleo, sin que aún veamos luz al final del túnel. No entraremos en detalle sobre esto, ya conocido. Pero sí en que, tanto Trump en 2020, como Biden en 2021, han querido pasar a la historia como los nuevos FDR-Roosevelt. En 2020, Trump aumentó el déficit público en 7,8 billones de dólares (siete veces el PIB español), de los cuales, 3 billones fueron paquetes de estímulo para reactivar la economía. En marzo de 2020 con la Care Act, 2 billones fueron para ayudar a familias, pymes y desempleados. Otro billón en diciembre de ese año, con el mismo propósito. Para ser republicano, Trump no se preocupaba mucho de los déficits ni de la deuda pública. Pero, como decía graciosamente Ronald Reagan, “los déficits tienen tendencia a arreglarse por sí mismos”. Sin esos tres billones, la economía americana se hubiera ido al garete.
Sin embargo, en la primavera de 2021, Jerome Powell, presidente de la FED y republicano, y Janet Yellen, secretaria del Tesoro y demócrata, han defendido esta semana ante la Cámara y el Senado americanos, que “la economía se encamina hacia un fuerte crecimiento” y “el consumo derivado de los planes de estímulo no aumentarán significativamente la inflación”. Así de simple. O no. Quienes auguran la vuelta de la inflación, como el problema del siglo, tienen en la cabeza la situación económica de los años setenta (stagflation): estancamiento económico, con alto desempleo y fuerte inflación, desatada por los altos costes del petróleo (gasolina para el coche), fruto de los embargos de exportaciones de crudo de los países de la OPEP, por el apoyo americano a Israel en 1973 y 1979, hasta que se produjeron los acuerdos de paz de aquel último año.
Hoy, cuando por los confinamientos de la pandemia, millones han usado menos el coche, algunos países productores de petróleo han reducido su producción y exportaciones para evitar una caída mayor de los precios del crudo (tanto Brent como West-Texas), porque, si hoy el precio del barril es de 60 dólares, viene de una remontada con dos etapas: 20 dólares, 40 dólares y los 60 actuales. Nadie quiere volver a ver colas de horas en las gasolineras, para repostar.
Yellen y Powell dicen que el dinero que los varios paquetes de estímulo han puesto en el bolsillo de los americanos no aumentará la inflación, aunque haya crecimiento económico. Primero, porque de los 900.000 millones de dólares de diciembre pasado, solo 600 dólares fueron a parar al consumidor. Y, con el paquete de estímulo de Biden de 1,9 billones, otros 1.400 dólares irán a los hogares. Powell defiende que la gran mayoría pagará deudas o ahorrará para gastar, cuando se despeje la incertidumbre económica y mejore el mercado de trabajo. Mientras tanto, su objetivo sigue siendo mantener la inflación en el 2% e impulsar la creación de empleo, para lo que seguirá haciendo lo que ya hacían él, su predecesora Yellen y el antecesor de aquella, Ben Bernanke: mantener los tipos de interés cercanos a cero y seguir comprando activos del Tesoro o deuda pública (80.000 millones de dólares al mes) y activos hipotecarios (40.000 millones al mes) hasta que la tasa de paro baje del 6,2% actual al 3,5% de febrero de 2020.
Yellen está de acuerdo con Powell: se atisba la recuperación. Y hay que empujarla: los 1,9 billones de dólares del paquete de alivio de Biden se quedan cortos. Es necesaria una inversión adicional de 3 billones para desarrollar infraestructuras (puentes, carreteras, aeropuertos), transformación digital empresarial, educación y energías renovables.
Si lo consigue, quizá Biden consiga denominar su plan The New-New-New Deal y, ya sí, cambiar su apellido por el de Franklin Delano Roosevelt.
Y, al tercer día de exposiciones económico-monetarias de Powell y Yellen ante el legislador americano, el optimismo económico sigue cundiendo en los mercados de valores, con el Dow en 32.655; S&P 500 en 3.921; Nasdaq en 12.961…, y mejor no hablar de commodities, ni del oro, las criptomonedas o el mercado inmobiliario, todos al alza…
Jorge Díaz Cardiel es Socio director de Advice Strategic Consultants
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