Europa (y España) se juegan su futuro industrial con los chips
El Gobierno diseña un mapa de empresas interesadas en un proyecto europeo de microelectrónica para reducir, a muy largo plazo, la dependencia exterior
La escasez de chips hace mella en la industria europea, también la española. En especial entre los productores de coches, una de las grandes patas del tejido productivo nacional. “Es un problema que se está generalizando”, señalan fuentes de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac). Un desabastecimiento que “al principio no afectaba a todos por igual”, pero que recientemente se ha convertido en un obstáculo “general”.
La falta de semiconductores, componente fundamental en los sistemas electrónicos de los vehículos, está provocando cuellos de botella en la producción no solo de coches, sino de otros muchos bienes. Las codiciadas obleas de silicio están presentes en portátiles, móviles, electrodomésticos, equipos de comunicaciones o médicos. Empresas como Microsoft, Sony, Seat, Stellantis, Volkswagen o Daimler han sufrido retrasos o se han visto obligadas a frenar su producción por la falta de este integrante.
Desde la crisis de Covid compramos más ordenadores, más consolas y renovamos los móviles. La pandemia y el trabajo desde casa han disparado la venta de dispositivos electrónicos y desajustado la demanda respecto a una oferta de chips ya condicionada por las tensiones comerciales con Asia. El problema es mundial, pero Europa se encuentra en clara desventaja al depender en mayor medida de Asia y Estados Unidos para su provisión.
Responsables europeos no esconden la preocupación por la insuficiencia de semiconductores. Taiwán representa el 60% del mercado de chips fabricados a demanda (obleas de silicio hechas con las especificaciones de los clientes en plantas conocidas como foundry). En concreto, TSMC fabrica cerca de la mitad del mercado de chips del mundo.
Enormes inversiones
Europa no cuenta actualmente con infraestructuras para hacer frente al desafío, y eso que en algún momento fue un foco de fabricación de semiconductores. Pero es una industria en constante innovación, que necesita enormes inversiones, y en los últimos años las plantas europeas han reducido la producción; firmas europeas como NXP Semiconductors, Infineon y ST Microelectronics, a menudo encargan parte de su producción en Asia.
El Viejo Continente ha empezado a ponerse manos a las obra para lograr aumentar la producción local, pero de momento son solo buenas intenciones. Un total de 17 Estados miembros, incluido España, firmó en diciembre Una iniciativa europea sobre procesadores y tecnologías de semiconductores en la que acordaron trabajar “conjuntamente” en un proyecto multinacional.
Bajo ese paraguas, desde el Gobierno español se está dibujando “un mapa de quiénes estarían interesados en participar y con qué proyectos”, explica Jordi Llinares, subdirector general para la Digitalización de la Industria en el Ministerio de Industria. Este Ministerio y el de Ciencia han convocado una MDI (manifestación de interés) para recabar opiniones de un sector que considera fundamental el desarrollo de una producción propia europea. “Una vez tengamos completado el mapa, lo evaluaremos” para planificar nuevos pasos, asegura Llinares, “España tiene buenas posibilidades” en algunos segmentos, señala.
Las perspectivas son, con todo, a largo plazo, y los expertos aseguran que puede ser complicado. Poner en marcha una fábrica (o foundry) requiere una enorme inversión, cercana a 20.000 millones, y alcanzar la rentabilidad puede tardar muchos años.
Otra vía que explora Europa es la búsqueda de socios. Según Bloomberg, la UE negocia con algunas empresas, entre las que estarían TSMC y Samsung, para desarrollar una planta de chips en territorio europeo, aunque de momento no hay confirmación ni avances. El Gobierno de EE UU logró a finales de 2020 un acuerdo con TSMC para una fábrica avanzada en Arizona con una inversión inicial de 3.500 millones de dólares, que llegará a 12.000 millones hasta 2029. La planta permitirá a clientes de TSMC en EE UU acceder a la producción local. Un objetivo que Europa también necesita alcanzar para no quedar descolgada en la industria del futuro.
Poder de negociación
Fase inicial. El proyecto europeo de microelectrónica que ha planteado la UE no puede mejorar el desabastecimiento actual de semiconductores, ya que se encuentra en una fase muy inicial: apenas la semana pasada se cerró el periodo de presentación de propuestas.
Actuación. Ante el desabastecimiento actual, la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (ACEA) ha pedido al comisario de Mercado Interior de la Comisión Europea, Thierry Breton, que intervenga para aumentar el suministro de semiconductores desde Asia. Los fabricantes temen que los efectos durarán “posiblemente” hasta el tercer trimestre de este año, con el consiguiente impacto en ventas y en el empleo del sector.
Diversificación. El comisario de Mercado Interior, ex-CEO de Atos, es uno de los mayores impulsores del proyecto europeo. “Europa tiene todo lo necesario para diversificar y reducir las dependencias críticas, sin dejar de ser abierta”, ha señalado. “Tendremos que establecer planes ambiciosos, desde el diseño de los chips hasta la fabricación avanzada que evoluciona hacia los nodos de dos nanometros, con el objetivo de diferenciarnos y ser líderes en nuestras cadenas de valor más importantes”.
Financiación. De momento, no existe ningún programa de financiación específico para estos proyectos.