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El Foco
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El bitcoin y las advertencias de Janet Yellen

Si la opinión de la FED arrojase luz sobre aspectos que no se han tenido en cuenta hasta ahora, se traduciría en una automática caída del valor

CINCO DÍAS

Las advertencias de Janet Yellen sobre bitcoin aportan poco o nada nuevo a lo que durante años venimos escuchando. Si fueran relevantes o arrojaran luz sobre aspectos que hasta ahora no se hubiesen tenido en cuenta, se traduciría en una automática y vertiginosa disminución del valor.

Que bitcoin, a día de hoy, no es lo más eficiente a nivel transaccional es algo evidente y conocido, y es el precio que se paga por tener el sistema financiero más robusto y descentralizado que existe, ya con más de once años de andadura. Por esta misma regla de tres, supongo que hace 25 años se hicieron declaraciones contra la ineficiencia de internet, porque para descargar cuatro canciones en mp3 había que dejar encendido el router de 56k toda la noche y además bloqueando la línea de teléfono.

La tecnología evoluciona a una velocidad insospechada. Bitcoin evoluciona igual, se habla de que las transacciones no son rápidas o eficientes, pero nada se dice de las diferentes opciones que ofrece para solventarlo. Son los riesgos de generalizar. Bitcoin es aún una tecnología joven, pero para solucionar este problema de escalabilidad, hace tiempo que la comunidad bitcoin encontró una solución ya existente llamada Lightning Network, que permite que se puedan procesar miles de transacciones con bitcoin instantáneamente con unos costes operativos ínfimos y residuales.

“Bitcoin no llegará a ser un medio de pago”, es otra de las afirmaciones que hemos visto. Imagino que pensará que empresas como Microsoft, Burger King, Starbucks, Pizza Hut, Papa John’s o Rakuten, por mencionar algunas de las más conocidas, deben estar completamente equivocadas al aceptarlo como tal.

Se critica el consumo energético de un sistema financiero que podría dar cobertura global y no se menciona la ineficiencia de la infinidad de actores que hacen falta para dar cobertura al sistema actual, replicados en cada país. Eso sí es redundancia.

Se habla de explorar el dólar digital, como si fuera la solución o la alternativa estatal a bitcoin. No han comprendido nada. Un dólar digital sería el mismo perro con otro collar, una versión modernizada que heredaría los mismos problemas que existen a día de hoy: dinero centralizado, de emisión ilimitada y desconocida, en un sistema cerrado, de acceso controlado, censurable y confiscable. Sería interesante ver la coexistencia de dólares físicos y digitales. ¿Dejarían los bancos de custodiar dinero si cada persona tuviese sus dólares digitales o las claves que controlan esos dólares estarían en manos de la FED? Quizá incluso podría ser peor que el sistema actual si con el sistema digital no se garantizase la privacidad que actualmente proporciona el dinero en efectivo. ¿Por qué una entidad tendría que conocer qué, dónde y cuándo he adquirido un producto o servicio? ¿Dónde quedaría la libertad individual?

Es probable que la FED haya colaborado involuntariamente al crecimiento de bitcoin con su política expansiva, porque puede que muchos de esos cheques de 1.200 dólares se hayan empleado para la compra de bitcoin. La gente se va dando cuenta de que su dinero tradicional cada vez vale menos, que pierden poder adquisitivo porque sus ahorros se diluyen en una masa monetaria tradicional que crece sin control. Y entonces es cuando abren los ojos y ven en bitcoin un refugio, un sistema deflacionario, abierto, transparente, con una emisión controlada y limitada, sin permisos, sin fronteras, sin tener que confiar tus fondos a un tercero. Ya no sólo la gente de a pie ve este refugio.

Grandes empresas y corporaciones se están dando cuenta de qué es bitcoin, del impacto que va a tener y comienzan a añadirlo a su cartera como ese activo al que destinar un porcentaje para diversificar riesgo y protegerse de la inflación. ¿De verdad alguien cree que empresas como MicroStrategy, Square o Tesla están tirando ingentes cantidades de dinero a la basura o son empresas tecnológicas pioneras adelantándose a lo que va a venir?

Otra alegación muy común es la de los problemas de blanqueo de capitales o financiación ilegal, que, dicho por la secretaria del tesoro de Estados Unidos, es el ejemplo más claro de ver la paja en el ojo ajeno en lugar de la viga en el propio. ¿Acaso no había blanqueo de capitales antes de la existencia de bitcoin? Billones de dólares son blanqueados con dinero FIAT, que suponen hasta un 5% del PIB mundial según Naciones Unidas.

¿Blanquear con bitcoin? ¿Un registro distribuido cuyas transacciones son públicas? No parece la mejor idea, tal y como muestran los datos de Chainalysis, que tras analizar todas estas transacciones que sí son públicas, cuantifica en diez mil millones de dólares en 2020, un 0,34% del total movido en el mundo cripto.

El principal impacto que está teniendo el mundo tradicional en el mundo cripto no son sus declaraciones, sino sus acciones, que cada vez empujan a más gente a descubrir las debilidades de los sistemas centralizados y a explorar nuevas y mejores alternativas.

 Marcos Muñoz es CEO de Bitnovo

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