La fiebre del hidrógeno verde eclosiona en la industria y el parqué
Su capacidad para almacenar energía limpia lo ha convertido en protagonista de los programas de inversión de las grandes compañías y en prioridad para el uso de los fondos europeos
Las energías limpias son el futuro. Las instituciones europeas lo creen con convicción, como lo demuestra el peso que las energías verdes y alternativas tendrán en la asignación de los recursos millonarios del fondo de reconstrucción tras la crisis. Todo un maná de inversiones hacia el que las grandes compañías del sector han movilizado sus planes de crecimiento y que despierta de forma unánime el interés de la comunidad inversora.
No obstante, hay obstáculos difíciles de sortear en el camino de abandonar las energías fósiles. Si no hay viento y demanda en ese momento, no hay energía eólica. Si es de noche, no hay solar. Lejos de poder hacer brillar el sol en la noche o provocar vientos que impulsen las aspas de los molinos a nuestra voluntad, el esfuerzo está concentrado en encontrar una herramienta adecuada que permita hacer de “almacén” energético a gran escala. Finalmente, un candidato prometedor toma forma: el hidrógeno verde. Una floreciente energía alternativa que apunta a convetirse en uno de los principales destinos de inversión de los fondos europeos. Y también en una creciente alternativa de inversión en el mercado financiero.
“El hidrógeno es un vector energético y te permite almacenar toda esa energía que se produce, el excedente de las renovables. No es que necesitemos muchos parques eólicos y fotovoltaicos, que también, ya que los que hay son insuficientes, sino que debemos aumentar la eficiencia de los que tenemos”, cuenta Emilio Nieto, director del Centro Nacional del Hidrógeno de España. Dicho con otras palabras: se puede emplear energía para fabricar hidrógeno y, posteriormente, se puede generar energía gracias al hidrógeno.
Este sector será sin duda uno de los principales beneficiados del plan Next Generation Europe y del Green New Deal, la lluvia de millones procedentes de Bruselas con la que recomponer la economía tras la pandemia. La Unión Europea se fija como meta producir un millón de toneladas de hidrógeno verde para 2024. Para el año 2030, deberán ser 10 millones de toneladas al año. Un crecimiento exponencial para la que, según desglosa la propia hoja de ruta europea, es la “opción más compatible con los objetivos de la Unión de neutralidad emisora y cero polución en el largo plazo”. En 2050, la UE estima que el hidrógeno supondrá un 14% del mix energético, frente al 2% actual.
De los 750.000 millones que nutren al plan Next Generation Europe, 94.400 millones se destinaran a “Horizonte Europa”, una estrategia que la Unión refuerza con el objetivo de financiar investigación y las transiciones hacia una economía más verde y digital. Los expertos de Goldman Sachs resaltan que la estrategia europea de hidrógeno verde tiene como objetivo movilizar 400.000 millones de euros hasta 2030. Para 2050, estiman 2 billones de euros de inversiones atraídas al hidrógeno verde.
El sector tiene muy pocos actores especializados cotizando hoy en día. Dado que el boom alrededor del hidrógeno es relativamente reciente, no hay apenas vehículos de inversión específicos en este nicho de mercado. España es una excepción, con auténticos pioneros en el campo. Renta 4 junto con Ariema fueron los primeros en lanzar un fondo de inversión exclusivamente dedicado al hidrógeno verde. El pasado miércoles, la gestora LGIM lanzó el primer ETF en toda Europa centrado en hidrógeno verde. Según cuenta Fernando Luque, analista de fondos de Morningstar, tiene sentido que con el tiempo vayan llegando este tipo de productos al segmento ya que “es una tendencia claramente al alza”.
A nivel de cotizadas interesantes, por su parte, Citi recomienda comprar acciones de ITM Power, Nel Hydrogen y Ceres Power. Todos fabricantes de tecnología propia de hidrógeno verde.
El auge en Europa
Si las posibilidades son tan grandes, ¿por qué no se ha trabajado de forma mucho más intensiva en el hidrógeno verde hasta el momento? El motivo clave está, al igual que en el resto de fuentes limpias de energía, en los costes. Mientras que generar hidrógeno con fuentes fósiles cuesta por debajo de 2 dólares el kilo, hoy por hoy, en España, el coste de un kilo de hidrógeno limpio oscila entre los 5 y los 7 dólares.
“La tecnología sí existía, pero había muchos lobbies. Los países que producen el combustible fósil y las compañías ponían un poco el freno en la rueda a los desarrollos que pudiera tener. La tecnología hay que conocerla, optimizarla y meterla en economías de escala para racionalizar los costes. Esto ha sido como las revoluciones industriales, va por pasos”, explica Emilio Nieto.
Ahora el panorama es radicalmente distinto, en especial ante la perspectiva de la inyección de fondos europeos. Y las empresas se afanan por ganar la carrera de anunciar quién pone en marcha el proyecto de hidrógeno verde más grande. “Un buen ejemplo es la empresa Repsol. En el momento en el que detectó que la parte eléctrica iba a tomar partido, hizo una inversión y se plantó en el mercado eléctrico. Aparte del negocio de toda la vida, que es petróleo y gas y sus derivados, empieza a crecer en el negocio de las baterías y de la parte eléctrica y ahora está metiéndose en la parte del hidrógeno. ¿Por qué antes no y ahora sí? Los lobbies hacen acelerar o no las cosas, y ya cuando se juntaron todos los astros fue cuando a finales de 2020, el Consejo de Ministros aprobó el 7 de octubre la hoja de ruta nacional del hidrógeno para España”, añade Nieto. Europa ya contaba con su propio plan para impulsar esta tecnología y ahora España también tiene uno, lo cual según dice el experto, sirve de impulso a la hora de atraer inversión al sector.
Los usos
Además del ya mencionado uso como almacén energético, el hidrógeno se emplea a día de hoy principalmente en dos sectores. Por un lado, se usa en la industria química para fabricar amoniaco y fertilizantes. Por el otro, la industria petroquímica lo requiere para fabricar derivados del petróleo. Según los datos que aporta Emilio Nieto, el mundo consume unos 80 millones de toneladas de hidrógeno al año. Esta cifra se puede multiplicar con facilidad a medida que se popularice en otros sectores.
Como ejemplo de en qué sectores podría ganar importancia el hidrógeno, el experto menciona a la industria acerera, una actividad muy presionada en Europa por su efecto contaminante y que tendrá la posibilidad de cambiar parte de sus procesos para hacerlos menos agresivos con el medioambiente gracias a este gas. Por último, pero no menos importante, el sector en el que está llamado a generar toda una revolución: la movilidad y el transporte.
Electrólisis y pilas
La reina a la hora de producir hidrógeno es la electrólisis. Consiste en sumergir cables bajo el agua y, aplicando una corriente eléctrica, separar los componentes del líquido elemento. El 95% del hidrógeno se genera gracias a esta técnica. Hay dos más: una basada en altas temperaturas, llamada termólisis, y otra basada en biorreactores que fermentan los residuos y producen gases en el proceso.
Para el proceso inverso, el de fabricar energía gracias al hidrógeno, se utilizan las llamadas pilas de combustible. La tecnología fue desarrollada por la agencia del Gobierno estadounidense NASA y poco a poco va abaratándose a medida que se extiende. Combinando hidrógeno con el oxígeno del ambiente, se libera energía además de agua.