El principio del fin de la pandemia y del invierno económico
Conviene, en todo caso, atemperar el optimismo, porque ni la solución es para mañana ni es para todos, aunque pueda empezar a especularse con el final de esta amenaza
De la cincuentena de investigaciones abiertas en los laboratorios universitarios y de las farmacéuticas en la carrera por vencer al Covid-19, las noticias referentes a un calendario de disponibilidad son muy frecuentes pero con plazos de distribución poco convincentes; y las referidas a su verdadera efectividad ante el virus son menos intensas y más difusas. Pero ha bastado el anuncio de la farmacéutica norteamericana Pfizer sobre su ensayo poniendo una fecha temprana de disponibilidad y un nivel de efectividad en humanos del 90% para desatar una fulgurante reacción de optimismo en la sociedad, que se ha reflejado en subidas desconocidas en las Bolsas del mundo, con alzas de cerca del 40% en muchas de las empresas que por su actividad ligada a la movilidad estaban muy castigadas desde marzo pasado. La noticia de Pfizer es esperanzadora y ha desatado tal euforia que bien podría ser el punto de inflexión de la pandemia y la contracción de la economía, el principio del fin de esta pesadilla sanitaria que ha segado centenares de miles de vidas y ha destruido cotas muy considerables de riqueza.
Conviene, en todo caso, atemperar el optimismo, porque ni la solución es para mañana ni es para todos, aunque pueda empezar a especularse con el momento en que el mundo esté libre de esta amenaza paralizante. Tras los confinamientos severos de las sociedades en la primavera, se ha admitido ya que hay que convivir con el virus y su daño, pero haciéndolo compatible con la actividad económica para evitar que esta última causase tantas o más víctimas que aquella. La luz que debía anunciar, entre tanto, el final del angosto y oscuro túnel, la señal que tenía que poner fecha de caducidad a la epidemia, era una vacuna o un tratamiento eficaz contra la enfermedad, y parece que empieza a materializarse.
La mayor parte del daño está ya hecho y nada cambiará el recorte de actividad y de empleo previsto para este aciago año 2020, porque el anuncio de una vacuna exitosa llega ya en el ocaso del ejercicio. Pero seguramente ha llegado la hora de atisbar más optimismo en los dos próximos años, que aunque sigan afectados por el virus, lo estarán ya menos, como se podrá comprobar con un cambio radical en las expectativas de la gente y de las empresas, que se trasladará a las previsiones económicas en las próximas semanas. Nadie evitará que la producción caiga este año en España cerca de un 10%, máxime con la presión de la segunda ola de la epidemia; pero si se despeja el horizonte, si se levanta la intensa niebla actual, la recuperación del nivel de actividad será más rápida en todos los sectores, aunque algunos como el turístico tengan que hacer un esfuerzo adicional para recuperar la confianza de los millones de viajeros que cada año llegaban al país.