Todos a una hacia la transición energética
Ahora que contamos con una marcada conciencia, hemos de ser capaces de modernizar la legislación y adaptarla a las necesidades actuales
Mensajes de alerta alrededor del cambio climático, calentamiento global y transición energética inundan últimamente los titulares. Nos encontramos en un momento delicado y, tanto las decisiones que se tomen al respecto en la nueva legislatura, como la efectividad con la que seamos capaces de transponer la normativa europea en España para un mejor funcionamiento del sistema energético, van a ser aspectos clave a la hora de sentar unas bases sólidas y marcar el rumbo definitivo hacia un futuro más sostenible.
Ya no podemos permitirnos que la transición energética no sea una prioridad absoluta. Y no solo porque multitudes de personas en todo el mundo se hayan echado a las calles para exigir medidas reales, sino porque es la única manera de sostener un nuevo panorama de conectividad y ciudades inteligentes sin agotar las fuentes de energía y recursos de los que disponemos, mejorando en paralelo nuestra calidad de vida y preservando como objetivo último, la de nuestro planeta.
Todos coincidimos en que abrazar la transición energética supone alejarnos del modelo actual a través del progresivo abandono del uso de energía fósil (carbón, petróleo y gas), para generalizar el uso de energías renovables (viento, agua, sol, biomasa). Sin embargo, no es tan fácil ponerse de acuerdo en las medidas concretas a implementar para lograr que esta transición se lleve a cabo de forma efectiva y favorable para todos.
En mi opinión, debemos abordar la transición energética como si de una orquesta se tratara, y con esta metáfora quiero decir que no valen las acciones aisladas e independientes; todos los ámbitos están involucrados en esta evolución y todas las industrias tienen una responsabilidad que, por supuesto, se extiende hasta el usuario final. Me parece, en concreto, que hay tres ejes que deben actuar con coherencia para perseguir a través de esfuerzos conjuntos este objetivo. Así, el ámbito económico, legislativo y tecnológico han de caminar de la mano si queremos referirnos a esta transición como un rotundo éxito en los próximos años.
En referencia al primer ámbito mencionado, según el último informe de Deloitte Un modelo energético sostenible para España en 2050, la economía de nuestro país tendría que llevar a cabo entre 2016 y 2050 una inversión de entre 330.000 y 385.000 millones de euros en las principales actuaciones de las “palancas de descarbonización”, como las califica la compañía. Pero hay que tener en cuenta que el retorno de esta inversión sería más que interesante. Podemos fijarnos, así, en los datos que aporta la consultora en cuanto a una consecuente menor dependencia de las importaciones de productos petrolíferos, la estimada bajada del precio de la electricidad (que sitúa desde los actuales 120 euros/MWh hasta los 65-75 euros/MWh en 2050) o simplemente en cómo la mayor eficiencia energética reportaría considerables ahorros en todos los sentidos. La inversión es clave y Europa es consciente. Sin ir más lejos, el gobierno alemán destinará 54.000 millones de euros de aquí al año 2023 a energía, transporte, construcción, e innovación y desarrollo para el cumplimiento de sus objetivos. Y en España deberíamos ir en esta línea.
El nuevo objetivo de la UE pasa por reducir en 2030 un 40% las emisiones de gases de efecto invernadero con respecto a 1990, y que esta cifra alcance el 80% para el año 2050. España también se ha fijado ambiciosos objetivos marcados por el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (Pniec 2021-2030), según el cual, esperamos una reducción del 21% en emisiones de gases de efecto invernadero de nuevo respecto a 1990 y lograr un 42% de energía renovable sobre el consumo total, entre otros. Cumplir estas metas, cada vez más ambiciosas, requiere de modificaciones sustanciales en el ámbito legislativo, que favorezcan la inversión en tecnologías innovadoras para el aprovechamiento de energías limpias.
En definitiva, ahora que contamos con una marcada conciencia y una férrea voluntad para impulsar la transición energética, hemos de ser capaces de modernizar la legislación y adaptarla a las necesidades actuales. La aprobación del Real Decreto 244/2019 por el que se regulan las condiciones administrativas, técnicas y económicas del autoconsumo de energía eléctrica, es tan solo un ejemplo de cómo estamos avanzando en la dirección correcta. Sin embargo, todavía son necesarias muchas modificaciones en materia legislativa. En este sentido me parece fundamental aprobar medidas que estimulen la inversión privada en nuevas tecnologías e innovaciones que permitan la generalización de sistemas para el aprovechamiento de energías verdes y el despliegue masivo de generación distribuida. Me emociona la promesa de la nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, de implantar leyes concretas en sus primeros cien días de mandato para emprender con medidas tangibles el camino hacia una Europa neutra en carbono en 2050. La UE tiene que ser un ejemplo a seguir y hemos de ser capaces de trasladar estas medidas en España al tiempo que elaboramos otras nuevas adaptadas a nuestra región, una en la que contamos con una posición geográfica privilegiada para el aprovechamiento de las energías renovables.
Me gustaría finalizar haciendo una mención especial al ámbito tecnológico, cuyas innovaciones nos brindan la capacidad para hacer que estos objetivos de ahorro y eficiencia energética se cumplan de forma ágil. Desde sistemas de almacenamiento de energía, hasta coches eléctricos, pasando por innovaciones alrededor de IoT y conectividad que permitan una monitorización y gestión de los consumos inteligente, van a ser la piedra angular de esta nueva revolución a la que llamamos transición energética, una para la que nosotros ya estamos preparados y en definitiva, hacia la que debemos avanzar “todos a una”.
Jose Antonio Afonso es responsable del segmento Commercial Building en Eaton Iberia