Lo que puede aprender el teletrabajo del modelo presencial
Las empresas que comenzaron a operar en remoto con el confinamiento deben revisar la productividad del sistema antes y después de las restricciones
Nunca he sido más feliz y eficiente trabajando que en una sala con un equipo de varias personas y con un reto difícil por delante, ya sea el lanzamiento de un nuevo banco, la redefinición de un modelo retributivo para un gran operador en tiempos de crisis o el interim management de la gestión de proveedores de uno de los mayores grupos internacionales de alimentación.
Todos estos proyectos, diferentes tanto por el sector como por el ámbito funcional de los mismos, tenían un elemento común: el modelo de relación entre los equipos de trabajo; la suma de talentos individuales con una sola meta y en un espacio común. Ese espacio físico donde vernos en directo, donde se comparten muchas horas, donde se cruzan miradas que hacen que sepas lo que piensa tu compañero, donde se generan frases hechas y bromas inventadas por horas de convivencia. Estos aspectos intangibles aportan también alto rendimiento y fluidez de ideas.
El teletrabajo es un modelo fomentado desde hace años por grandes corporaciones, buscando, entre otros objetivos, responder a las demandas de las nuevas generaciones, conseguir ahorros en costes de oficina o, en el caso de los servicios profesionales, adaptarnos a la realidad de muchos de nuestros clientes. Si miramos los datos publicados por el INE, en su última Encuesta de Población Activa de 2019, vemos que el teletrabajo es un modelo que tiene aún poca penetración en España, pese al leve crecimiento de personas activas que teletrabajan entre 2018 y 2019 (pasando de un 4,3% a un 4,8% las personas que lo hacen normalmente o más de la mitad de los días). La media de la UE es un 7%, y estamos aún lejos de las cifras que presentan algunos de nuestros vecinos europeos como Países Bajos (14,0%), Finlandia (13,3%) y Luxemburgo (11,0%).
Desde el pasado 14 de marzo este es el único modelo posible para muchos sectores. Sin embargo, otros ligados a procesos de producción, industriales o de comercio detallista se han visto abocados a ERTE, reestructuraciones o incluso cierres ante la imposibilidad física de operar a corto plazo sin iteraciones físicas. A las empresas que llevamos cierto tiempo trabajando en este modelo, el impacto de la crisis provocada por la Covid-19 ha sido menor, pero tras los meses de confinamiento y una vuelta progresiva a las oficinas y puestos de trabajo, hay muchas empresas que están abogando por el teletrabajo como algo permanente o, al menos, estudiando la posibilidad de implantar una solución intermedia. Por esto, me gustaría compartir ciertas reflexiones sobre formas, fondos y mitos del teletrabajo.
El teletrabajo, en periodo de confinamiento, es totalmente diferente a periodos normales debido a la falta de libertad de movimiento. Existe una corriente de euforia por su buen efecto durante el confinamiento; multitud de reuniones de coordinación y seguimiento, aumento de la productividad, control exhaustivo de la operación, etc.
Pero también genera cierta sensación de deja vú, o de día de la marmota. No podemos salir de casa, los tiempos de descanso se reducen al mínimo; las paradas para tomar café, fumar un cigarro o ir a comer son totalmente diferentes a cómo las solemos hacer en una oficina.
En empresas que hayan comenzado a teletrabajar con el confinamiento es recomendable revisar la productividad del teletrabajo, con y sin confinamiento antes y después de las restricciones más severas. No es lo mismo no salir porque no puedes que porque no quieres.
Podrían existir ya tentaciones de ahorro muy cortoplacistas, impulsadas además por caídas generalizadas de ingresos, que lleven a pensar que lo que estaba haciendo antes sin ocupar caros espacios físicos lo podría hacer ahora, o en un futuro próximo, cuando no haya limitaciones de movimiento.
Por otra parte, se han acometido grandes inversiones los últimos años para fomentar mediante el open space espacios físicos y diáfanos que faciliten las reuniones formales e informales, y que permitan que la innovación y el talento fluyan sin paredes e impedimentos físicos.
La vuelta a la normalidad está siendo a un entorno diferente, donde se está compaginando teletrabajo con presencia física en oficinas con layouts que protejan de estas y futuras pandemias. Y esto requiere de nuevas y numerosas inversiones, contrarias precisamente a la tendencia del open space.
Las políticas que favorecen la colaboración y formación de equipos de trabajo de alto rendimiento han tenido en el contacto humano un gran aliado. Entre los distintos libros y ensayos sobre inteligencia emocional aplicada a empresas de Daniel Goleman, el autor nos habla sobre equipos de alto rendimiento que basan en la empatía gran parte de su éxito. Empatía entendida no solo como ponerse en los zapatos de los demás, sino ligada a personas que ven más allá del lenguaje verbal, que entienden gestos, emociones de otros, movimientos y todo ello lo conectan con un gran conocimiento del mundo exterior. En este sentido, el teletrabajo limita en parte esta empatía, ya que el video pasa a ser el principal canal de relacionamiento y, aunque es cómodo, no consigue del todo ese traspaso de emociones.
En base a estas tres ideas y argumentos, y teniendo en cuenta que vamos a convivir los próximos meses con una incertidumbre nunca antes vista, las organizaciones deben reflexionar con el fin de encontrar la solución que más se adapte a su ecosistema (empleados, clientes, proveedores, accionistas y sociedad).
Modelos operativos, políticas y procesos de gestión de personas están siendo revisados en un entorno en que la velocidad de adaptación, siendo además el cambio el estado ya normal desde hace 10 años, será crítica en este proceso.
Parece claro que la vuelta a los espacios físicos está siendo diferente, vigilando el tránsito y el contacto, con la incertidumbre, además, de la realidad que la Covid-19 nos impone, sin saber si se volverá a una fase anterior de confinamiento por culpa de los rebrotes y vuelvan algunas restricciones. El teletrabajo entra de lleno como nueva variable en estos modelos y políticas y se convierte en gran aliado para mitigar la no presencia, por lo que el verdadero reto lo tendremos en saber cómo trasladar las bondades y beneficios de la buena gestión presencial a los formatos a distancia.
Patricio Barrios es Director de Servicios Financieros de Neoris en España