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Andrés Cester: “Las flores son para el distanciamiento social”

Han llegado a entregar ramos por valor de un millón de euros en un mismo día

Cuando estaba en la universidad, Andrés Cester (Barcelona, 1992) emprendió, junto con otros dos compañeros, un negocio para importar flores de Latinoamérica y suministrárselas a los estudiantes que vendían rosas en la calle por Sant Jordi. Así, aprendieron cómo funcionaba un entramado lleno de intermediarios, aunque finalmente traspasaron el negocio para trabajar en el ámbito corporativo. Tres años después, en 2017, volvieron al mundo de las flores, esta vez con la intención de desintermediar la industria. Ahora, Cester es el director general de Colvin, una compañía que, durante el confinamiento, llegó a volúmenes de entrega por valor de un millón de euros en un mismo día.

R. ¿Por qué nació Colvin?
R. Cuando intentamos importar vimos que era raro. ¿Por qué no puedo comprar directamente y tengo que pasar por 300 intermediarios? ¿Y qué valor añaden? Era muy difícil tirar del hilo y llegar al origen. Pero no es que nosotros fuéramos unos genios. ¿Por qué no se podía hacer antes? La primera razón es que los agricultores ya no estaban en Holanda. Además, estábamos en un punto en el que, gracias a la tecnología, el comercio electrónico estaba creciendo muy rápido. También el transporte había evolucionado muchísimo.
R. ¿Por qué existen estos intermediarios?
R. En Holanda hay un macrohub por el que nos dimos cuenta de que pasaban el 65% de las flores del mundo, independientemente del país donde se cultivasen. Se daban casos tan absurdos como que un agricultor en España cortaba las flores, las metía en un camión, llegaban a Holanda, allí se subastaban y se volvían a meter en un camión de vuelta a España para vendérselas a alguien que a lo mejor estaba a 10 kilómetros del campo donde se había cultivado. Todo ese tráfico podía llevar 15 días y acababa multiplicando el precio de las flores por seis. Eso era algo que hace un tiempo tenía sentido porque era la única forma de aglutinar oferta y demanda. No había una tecnología que permitiera organizar mejor los procesos, el transporte era más eficiente y menos caro, y los agricultores estaban en Holanda. Nuestras clientas se sorprenden de que los ramos duren 15 días, pero es que eso es lo que duran las flores, lo que pasa es que toda la vida esos días se han perdido a lo largo de la cadena de suministro.
R. Esto pasa también en otras industrias.
R. Claro. No sucede solo en el mundo de las flores, sino con todos los productos perecederos en general, sobre todo con las frutas y las verduras. Es lo mismo: productores muy pequeños al inicio de la cadena de suministro, poco tecnificados y muy apretados por los márgenes de beneficio de las entidades que se interponen entre ellos y el cliente final. Se podría extrapolar sin duda y nosotros estamos muy interesados en explorar ese tipo de cosas. La agricultura local se está muriendo porque es un negocio al que nadie se quiere dedicar y es una pena porque hay gente que hace productos muy buenos. Al final, beneficiamos al agricultor, pero también hacemos que el cliente final tenga un producto de mucha mejor calidad a un precio mucho más bajo. Los únicos que se quedan son los intermediarios, pero nosotros pensamos que el mundo está cambiando y hay formas mejores de hacer las cosas que benefician a quien realmente se lo merece.
R. ¿Cómo unifican un catálogo de ramos desintermediando la cadena?
R. Hay algunos ramos que pasan por nuestros talleres, donde hay un equipo de floristas que los prepara y hace las cajas. Pero es todo muy fresco, muy rápido, ahí recibimos directamente de los agricultores. Otros productos los envía el agricultor directamente. Tenemos cuatro talleres: dos en España, uno en Italia y otro en Alemania, aunque también trabajamos en Portugal.
R. ¿Cómo han vivido el Covid-19?
R. La verdad es que hemos crecido. Es interesante porque a nosotros nos compran cuando quieren mandarle un mensaje a alguien, para expresar sus emociones. Nuestro producto es de distanciamiento social, le mandas un ramo a alguien porque no puedes estar con esa persona. Nos sentimos con la responsabilidad de atender a los clientes para hacer que ese mensaje llegara. Tuvimos que montar un operativo especial porque había muchos problemas para que los agricultores pudieran mandar las cosas, el transporte estaba muy limitado, nuestros equipos tenían que trabajar con un material sanitario casi imposible de conseguir... Ahora la demanda se va estabilizando, pero una de las tendencias que se ha acelerado es la del comercio electrónico. Se va volviendo a la normalidad, pero esta normalidad es como si nos desplazáramos unos meses en el tiempo porque el nivel de adopción de la tecnología es mucho más potente.
R. ¿Cuál es el valor diferencial de Colvin frente a otras floristerías online?
R. Nosotros no nacemos como una floristería online, la razón por la que existimos es porque había que repensar los fundamentos de esta industria. Queremos mirar 5 o 10 años atrás y ver que hemos contribuido a ese cambio. ¿Qué tiene que ver Zara con Camisetas Pepito? Nada, aunque puedan hacer un diseño muy parecido. La manera de concebir el negocio es totalmente diferente.

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