El coronavirus aumenta nuestra preocupación por las pensiones
La actual situación económica provocada por la COVID-19 ha hecho que la población se replantee su futuro y busque la mejor vía para asegurarse el retiro
Desde que la pandemia estalló, nuestras vidas no han vuelto a ser iguales. Ni como trabajadores, ni como consumidores y tampoco como ahorradores. Estos meses nos han hecho reflexionar y pensar más que nunca en cómo será nuestro futuro.
Esta inquietud se ha visto reflejada en las búsquedas que los usuarios españoles han realizado en Google. Lucy Sinclair, su directora de datos en Europa, Oriente Medio y África (EMEA), explica que las búsquedas relacionadas con la seguridad laboral han sido una tendencia constante desde el principio de la pandemia, lo cual tiene sentido en un contexto marcado por los ERTE y la caída de la actividad económica. En las últimas semanas, a medida que los principales países han recuperado en buena medida la normalidad, han aumentado las consultas sobre términos financieros y, en el caso particular de España, se ha notado un pico en el interés por los términos ‘pensión de jubilación’.
El confinamiento y el consiguiente descenso en los ingresos de muchos hogares han elevado la concienciación hacia el ahorro y la necesidad de complementar las pensiones públicas con instrumentos de ahorro para la jubilación.
¿Será suficiente con la pensión pública?
El sistema público afronta un gasto en pensiones del 11% del PIB, un porcentaje superior al de la media de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que ronda el 7,5%. De momento, el sistema se mantiene pero no es capaz de dar respuesta a todas las necesidades. Un ejemplo: las aportaciones de los trabajadores activos son actualmente suficientes para afrontar las doce pagas mensuales a los pensionistas, sin embargo para las otras dos remuneraciones extraordinarias, de verano y Navidad, hay que echar mano de los Presupuestos Generales del Estado. Es decir, esos pagos se financian vía impuestos y no mediante cotizaciones sociales, como debería ser.
El problema de la sostenibilidad del sistema de pensiones en España viene desde hace años, pero ha vuelto a tomar protagonismo con la aprobación del Fondo de Recuperación Europeo el pasado 21 de julio. Entre las recomendaciones que Bruselas ha hecho a España para recibir el dinero está su revisión. En concreto propone tres cambios en el sistema de pensiones: acercar la edad de jubilación real (64 años y 5 meses) a la legal (65 años y 10 meses), desvincular la subida de las pensiones de la inflación y reducir la tasa de reemplazo, es decir, el porcentaje de la cuantía de la pensión con respecto a la última nómina, ya que en España es muy elevada en comparación con otros países.
Lo cierto es que el sistema de pensiones lleva décadas reclamando reformas para poder hacer frente a una sociedad cada vez más envejecida. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), ya hay en España 125 mayores de 64 años por cada 100 menores de 16.
En cuanto a la relación cotizante- pensionista se cerró en el año 2019 con una cifra de 2,2, considerándose una ecuación sostenible a partir de 2,5. “Este valor mínimo no garantiza, en el corto plazo, la sostenibilidad del sistema de pensiones y exige dar respuesta urgente a retos como la cronificación sistemática del desempleo entre algunos segmentos de la población, el desarrollo de nuevos nichos de mercado o el impulso de incentivos fiscales y laborales que impacten en las familias y estimulen la natalidad”, analiza Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.
Además, tal y como resalta Juan Carlos Higueras, analista económico y profesor de EAE Business School, “en los próximos años se incorporarán los baby boomers, aumentará la longevidad de nuestra población y habrá mayores bases de cotización”, por lo que el impacto sobre las arcas públicas será mucho mayor. “Es necesario el rediseño total de nuestro sistema de pensiones si queremos mantener una tasa de sustitución similar a la que actualmente hay del 78% y, que nuestros mayores y las futuras generaciones puedan mantener un nivel de vida digno cuando ya sean vulnerables y sin posibilidades de generar ingresos”, asegura.
Cambios en el ahorro debido a la situación actual
Una encuesta sobre ahorro realizada en toda Europa hace unas semanas concluye que el 33% de los participantes dice haber ahorrado más que antes de la pandemia. Por grupos de edad, la generación Z es la que más ha guardado durante los meses de confinamiento. En concreto casi la mitad, el 45%, de esos jóvenes europeos de entre 18 y 24 años ha incrementado sus ahorros. De la anterior generación, la comprendida entre los 25 y los 34 años, el 38% ha engordado más la hucha.
Otra encuesta, efectuada en España entre mayo y junio de este año con el objetivo de estudiar los cambios de hábitos tras el confinamiento, desvela que la mitad de los españoles van a intentar gastar menos y ahorrar más que antes de la actual crisis. Destinar ese dinero a complementar la pensión pública, puede ser uno de los mejores fines. De hecho, el ‘VI Barómetro del Ahorro del Observatorio Inverco’ confirma que los planes de pensiones son la primera opción de ahorro (57%), seguida de los depósitos (53%), las acciones (38%) y los fondos de inversión (36%).
¿Y cómo se puede ahorrar para la jubilación?
El instrumento típico y el diseñado específicamente para complementar la pensión de jubilación es el plan de pensiones. Las aportaciones a estos vehículos de ahorro crecieron un 13% en 2019, un año histórico en rentabilidad ya que lograron un 8,8% de media. Un retorno que en 2020, y tras las consecuencias del comienzo de la pandemia, ha disminuido hasta presentar pérdidas del 1,73% a 12 meses. No obstante, hay que recordar que este tipo de ahorro es a largo plazo y el balance a periodos más abultados sí presenta ganancias.
Los planes de pensiones están pensados para ahorrar de forma privada a largo plazo, normalmente hasta el momento de la jubilación, por eso solo se puede acceder al dinero cuando uno llega al retiro o en algún otro caso excepcional. Para incentivar su suscripción, estos planes cuentan con una ventaja fiscal inigualable: las aportaciones sirven para disminuir la base imponible, de manera que en la Declaración de la Renta se pagan menos impuestos.
Esther Pichardo, directora de Ahorro y Pensiones de BanSabadell Vida y Pensiones, encuentra actualmente grandes ventajas en este tipo de vehículos de ahorro. En primer lugar, porque si cuentan con algo de renta variable en la cartera aún se pueden beneficiar de las oportunidades de precio que han dejado las fuertes caídas bursátiles del comienzo de la crisis. “Ahora se presenta una gran oportunidad para realizar aportaciones a precio bajo, teniendo en cuenta que el objetivo de cobro es la jubilación y, por tanto, son inversiones a largo plazo”.
En segundo lugar, recuerda que “los planes de pensiones permiten también el cobro durante el periodo de acumulación, en caso de invalidez, en caso de enfermedad grave del titular, del cónyuge, de un hijo o de un padre, o de paro cuando se ha agotado la prestación pública de éste”.
E incluso sirven en ocasiones para mitigar situaciones temporales difíciles por las que puede atravesar una persona. Si en la crisis de 2008, y ante problemas de liquidez, los planes se pudieron utilizar para hacer frente al pago de la hipoteca, ahora también se han adaptado a las actuales circunstancias y estos vehículos “colaboran con el bien general permitiendo complementar los ingresos de autónomos y empleados que hayan visto reducida su facturación por la crisis de la COVID-19”, afirma Pichardo. Efectivamente, es posible acceder a parte del dinero ahorrado, como máximo el salario o los ingresos que se hayan dejado de percibir como consecuencia de estar afectado por un ERTE o, en el caso de los autónomos, por reducción de actividad.
No obstante, advierte la responsable de Ahorro y Pensiones de BanSabadell Vida y Pensiones, cada persona debe valorar, en función de las plusvalías o minusvalías que tenga en el plan, si ahora es un buen momento para rescatar o si es mejor esperar y evaluar otras opciones.
Más alternativas
Otras vías para preparar un complemento a la pensión pública pueden venir por el lado de los seguros. Empezando por los Planes de Pensiones Asegurados (PPA), que cuentan con las mismas ventajas fiscales que los planes de pensiones pero que, además, garantizan un mínimo de rentabilidad, aunque actualmente esta no sea muy elevada.
También hay que tener en cuenta los PIAS. Los Planes Individuales de Ahorro Sistemático son seguros en los que el titular elige hacer una sola aportación o varias, que pueden ser periódicas, y éstas se remuneran de acuerdo con un tipo de interés mínimo pactado con la compañía aseguradora. A diferencia de los planes de pensiones, se puede acceder al dinero ahorrado cuando se requiera, sin tener que esperar al momento de la jubilación. Eso sí para que sus ganancias queden exentas de tributación hay que dejar pasar al menos cinco años desde la primera aportación y percibirlas en forma de renta vitalicia.
Existe otra modalidad que también puede servir para ahorrar de cara a la jubilación, los denominados Planes de Ahorro 5. Los ofrecen tanto las aseguradoras como los bancos y en ambos casos se garantiza al menos el 85% de la inversión. También cuenta con una ventaja fiscal ya que están exentos de tributar aquellas aportaciones que no sobrepasen los 5.000 euros anuales y que se mantengan durante cinco años. Se pueden rescatar antes, pero se perdería esa ventaja.
Por último, y en este caso para perfiles menos conservadores, hay que mencionar los fondos de inversión. Se puede rescatar el dinero siempre que se necesite y su ventaja fiscal radica en que se puede mover el dinero entre distintos fondos sin tener que tributar por las plusvalías hasta que finalmente se deshaga la inversión.
Y si se tiene un poco de paciencia en el año 2022 se empezarán a comercializar los Productos Paneuropeos de Pensiones Individuales (PEPP, en inglés), es decir, una especie de plan de pensiones individual pero que tendrá validez en toda Europa.