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Los movimientos de los mercados: ¿por qué suben si hay malas noticias?

Los mercados son un mecanismo de descontar expectativas: ¿por qué suben o bajan? ¿Siguen siempre el mismo patrón?

Intentar buscar una explicación lógica al movimiento que siguen los mercados es, muchas veces, misión imposible. Por inercia solemos intentar buscar una razón que justifique una subida o una caída concreta. A saber: datos macroeconómicos, resultados empresariales, revisiones de previsiones, anuncios de bancos centrales, elecciones presidenciales… y, desde este año, una pandemia mundial.

A estas situaciones y datos que son factores exógenos al mercado y que no podemos controlar se unen la propia idiosincrasia de la industria financiera y de nuestro comportamiento como inversores. Hay temporadas, como en el mes de agosto, en las que históricamente cae la actividad y sube a la volatilidad y, en otros momentos, los inversores esperan que se cumplan el clásico “Sell in may and go away”, que parece un mantra instalado por defecto.

¿Qué está pasando en estos momentos? El COVID-19 nos ha vuelto a poner sobre la mesa que las previsiones raramente aciertan y que lo inesperado siempre puede suceder. Desde que el virus se expandió por Europa, los inversores empezaron a asumir que los contagios se iban a disparar por todo el mundo, lo que despertó una oleada de ventas indiscriminadas durante el mes de marzo.

Todo cayó y lo hizo, además, de forma muy rápida. ¿El mercado no lo estaba poniendo en precio? ¿Estaban justificadas esas caídas? Sabemos que el mercado es un mecanismo de descontar expectativas. Muchas veces vemos cómo una noticia no impacta en el comportamiento de las bolsas porque era algo que ya tenían descontado, mientras que otras veces su impacto supera todas las expectativas, como pasó al inicio de la pandemia.

En marzo decíamos que no tenía sentido intentar racionalizar lo que estaba ocurriendo y que cuando mucha gente quiere vender al precio que sea, el que compra solo lo hace cuando el descuento es muy elevado.

José Ramón Iturriaga, socio y gestor en Abante, explicaba en esa fecha que cuando entramos en modo pánico, los movimientos del mercado son impredecibles, y hablaba de la enorme desconexión que había entre los mercados y los fundamentales. “Hay veces que no hay que tratar de buscar relaciones de causalidad directa”, añadía. Y es que uno de los problemas que tienen los mercados es que tienen precio todos los días, lo que hace que, ante momentos de turbulencias, queramos salirnos cuanto antes por miedo a que ese precio siga bajando.

¿Qué ha pasado después?

Desde que llegó el coronavirus, los mercados han puesto el foco en la evolución de la pandemia, en la parte sanitaria, pero, también, en las medidas de estímulo y apoyo y cómo se iban reactivando las diferentes economías de cada país. Los datos macroeconómicos que llegaban de China se antojaban la antesala de lo que luego podía suceder en el resto del mundo. Y al calor de estos movimientos hemos visto una de las subidas más rápida de la historia de los mercados que, todo hay que decir, no se ha producido de manera homogénea.

Por ejemplo, a las tecnológicas, que ya llevaban meses y meses subiendo, el confinamiento les ha sentado bien por la propia naturaleza de su actividad. El distanciamiento social ha hecho que utilicemos más las aplicaciones tecnológicas, desde Netflix para entretenernos, pasando por Amazon para hacer la compra online yhasta Zoom para mantenernos conectados. Una suerte que no se ha trasladado a otros sectores, como los relacionados con el turismo, la hostelería o consumo más discrecional.

En este punto de vista sectorial hay que tener en cuenta la composición de los índices -en Estados Unidos el peso tecnológico es muy elevado y, por ejemplo, en el Ibex 35 pesan más los bancos-, esto es lo que hace, precisamente, que no podamos decir que los mercados son un fiel reflejo de lo que pasa en cada país.

Con todo, durante estas últimas semanas hemos ido conociendo malas cifras de previsiones en cuando al crecimiento del PIB de los distintos países -de hecho, algunos organismos las han ido empeorando- y las bolsas han seguido subiendo, quizás porque era algo que ya tenían asumido. Esa asunción de lo que va a pasar es lo que hizo que la euforia por el acuerdo que acaban de alcanzar los líderes europeos fuera, poco a poco, perdiendo fuelle en las bolsas porque el mercado ya contaba con que, antes o después, ese acuerdo iba a llegar.

Y esta parte de descontar en sus precios lo que va a pasar es lo que hace que los mercados nos puedan servir de termómetro. Como dice Marta Campello, socia y gestora de fondos en Abante, “en algunas ocasiones, mirar el veredicto de los mercados y la información que reflejan los precios puede ser una buena manera de entender la realidad a la que nos enfrentamos, ya que los mercados suelen ir por delante”.

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