Lo que los índices esconden
Las mejores oportunidades de futuro surgirán en aquellos que sobrevivan o se reinventen dentro de los sectores que hoy siguen muy castigados
Estamos viviendo tiempos interesantes en los mercados (y en la vida real). Estamos aún en medio de una crisis sanitaria que no tiene precedentes, nos enfrentamos a una recesión económica que, en palabras de algunos economistas, será la más profunda de los últimos 100 años y, al mismo tiempo, hemos visto una respuesta contundente y gigantesca como nunca por parte de gobiernos y bancos centrales. Incluso los europeos hemos sido capaces de ponernos de acuerdo en un tiempo récord y sacar adelante un ambicioso Plan de Recuperación para Europa con un bonito nombre (Next Generation EU) que teniendo una intención puntual mira en realidad mucho más al futuro.
Después de un periodo de grandísima incertidumbre, parece que poco a poco vamos retomando pequeñas dosis de normalidad y también los mercados han desandado parte del camino desde los mínimos de marzo. La gran pregunta ahora es: ¿qué va a pasar a partir de este momento si lo que estamos viviendo no ha pasado nunca?
La respuesta más honesta es que no lo sabemos y en realidad casi todo el mundo admite no saberlo. Tenemos previsiones y previsiones que pintan escenarios tan dispares que valen para poco. En algunas ocasiones hemos dicho que mirar el veredicto de los mercados y la información que reflejan los precios puede ser una buena manera de entender la realidad a la que nos enfrentamos, ya que los mercados suelen ir por delante.
Allá por febrero, teníamos a las bolsas en un entorno plácido, incluso la americana conquistaba máximos históricos y el año prometía. A finales de mes se iniciaba una caída que pasará a los anales de la historia por haber sido la más rápida vivida nunca. En esas tres semanas y media el mercado no se paró a discriminar y todo cayó de forma bastante democrática. Estados Unidos se dejó un 35% desde máximos, Europa un 38%, Japón un 32% y la bolsa mundial alrededor de un 34%. Incluso a nivel sectorial las caídas tampoco distinguieron demasiado.
Lo que ha sido muy diferente es el movimiento de recuperación posterior. A nivel agregado, la subida de las bolsas desde los mínimos del 23 de marzo ha sido muy notable. La estadounidense ha ganado un 45% en algo menos de 4 meses, firmando así una de las mejores rachas alcistas de la historia y consiguiendo borrar las pérdidas en el año. La europea y la bolsa mundial se han quedado más rezagadas.
No obstante, si nos quedáramos en un tema de geografías estaríamos cometiendo un error de interpretación. La clave no está en las geografías, sino en los distintos sectores y en cómo ponderan dentro de los índices. Y buceando un poco más, en realidad es cuestión de algunas empresas en algunos sectores, y, más allá de lo que nos dicen los índices, la realidad de los mercados es una polarización pocas veces vista.
Tenemos, por un lado, un buen puñado de compañías que cotizan en máximos históricos y que acumulan rentabilidades mareantes en este 2020. En el otro, empresas que han perdido el 70% de su valor. Además, en esta polarización, las más grandes le han sacado mucha ventaja a las más pequeñas, lo que hace que sea aún más engañoso mirar a los índices.
Si eres grande y estás en el sector adecuado, te lo has llevado todo.
La pandemia ha cambiado cosas. La clave (a partir de ahora) está en saber interpretar si las ha cambiado temporalmente o para siempre, afectando así, de manera positiva o negativa a las empresas que fabrican bienes o prestan servicios.
Tal como sugiere Graham Secker, uno de los estrategas jefe de Morgan Stanley, una buena aproximación es dividir las empresas del mundo en cuatro grandes bloques.
El primero agrupa sectores donde han ocurrido cosas que antes no habían pasado y esta circunstancia las ha golpeado severamente. Por ejemplo, el turístico (aerolíneas, touroperadores, empresas de cruceros, hoteles, aeropuertos…). También podríamos meter en este bloque la construcción y el sector inmobiliario (por ejemplo, las oficinas). Un parón total de la actividad, una recuperación incierta y el temor a rebrotes del virus hace que las cotizaciones de estas compañías estén aún hundidas.
El segundo bloque es el de las industrias que antes de la pandemia ya contaban con viento de cara desfavorable y han empeorado las cosas. Por ejemplo, los automóviles, los bancos tradicionales, las empresas energéticas (petróleo, gas, carbón) afectadas por la llamada “agenda verde”, las televisiones y los centros comerciales. El coche eléctrico, las energías renovables, la irrupción de plataformas como Netflix o el efecto “Amazon” ya pisaban fuerte antes de la pandemia y eran serias amenazas a los sectores descritos. Ahora están peor.
El tercer bloque es el de las industrias que estaban en clara tendencia y esta se ha visto exacerbada por la pandemia. El comercio online, la tecnología, las empresas de internet, el entretenimiento a la carta, los juegos on-line, los pagos electrónicos y las empresas favorecidas por la “agenda verde” son algunos ejemplos. Es curioso ver el efecto sectorial en este caso. Hay compañías tecnológicas que por estar en un mal sector han sufrido mucho (dos grandes empresas como Booking y Amadeus se dejan un 20% y un 37%, respectivamente en el año), mientras que estar en otro te ha beneficiado enormemente (como Paypal en el financiero, que sube más de un 60% en el año).
Por último, y como ocurre siempre que hay una crisis, el cuarto bloque es de las nuevas oportunidades. Negocios o nichos emergentes y que ahora encuentran su razón de ser. La comida a domicilio, las videoconferencias y gran parte del mercado de la salud y la biotecnología. Sectores que cobran una relevancia crucial y ganan una visibilidad que les hubiera llevado décadas. Un ejemplo curioso es Zoom (software de videoconferencias), que debutó en bolsa a mediados del mes de abril y ya supera en capitalización a las siete mayores aerolíneas del mundo.
Si hoy miramos hacia atrás, parece claro dónde había que haber estado posicionado los últimos meses y hemos tenido el acierto de haber estado en ellos. Si miramos hacia delante, parece que las ideas de los dos últimos bloques pueden seguir teniendo tracción e interés por parte de los inversores, pero las mejores oportunidades de futuro surgirán en aquellos que sobrevivan o se reinventen dentro de los sectores que hoy siguen muy castigados y así lo muestran las vapuleadas cotizaciones. Cuándo será el momento de invertir en esas ideas es lo difícil. Es probable que el mercado se tome un respiro tras una subida tan fuerte. Es probable que necesitemos algo más de visibilidad sobre el verdadero parte de daños en la economía y es probable que necesitemos pasar por el otoño para saber si habrá o no ese temido rebrote del virus. Pensamos que hay que estar preparado para tomar posiciones en esos sectores, pero quizá aún sea un poco pronto.