España ante el Covid-19, el duro camino de la parálisis a la recuperación
La salida de la crisis económica que va a provocar la pandemia está llena de obstáculos. La evolución de la enfermedad a más corto plazo y una respuesta eficaz a nivel europeo serán clave
Crisis sanitaria, económica y esta semana también financiera. La pandemia del coronavirus ha caído sobre España como un meteorito, de forma fulminante e inesperada, y después de una semana en estado de alarma surgen muchas más dudas que certezas. Cuánto durará la cuarentena, cuándo comenzarán a remitir los contagios, en qué momento la epidemia se podrá dar por controlada y, la gran pregunta para el día después, cuál será la factura que quedará de todo esto en los hogares y las familias españolas.
La realidad del más corto plazo no invita al optimismo sobre la situación económica, a la vista aumento incesante de contagios y menos aún después de que haya amenazado con declararse esta semana un nuevo incendio, de infausto recuerdo para el bolsillo de los españoles y con capacidad para multiplicar el daño económico del coronavirus. La prima de riesgo, el gran termómetro de cuánto le cuesta al país endeudarse para financiar su gasto público, también se disparó esta semana y solo la intervención contundente y apresurada del BCE logró frenar su escalada.
En la tormenta perfecta en que está sumido estos días el país se combinan el colapso sanitario, una realidad que ha llegado ya a la capital, la parálisis radical de la actividad –con medidas tan radicales para el determinante sector turístico como el cierre de todos los hoteles -y el encarecimiento del coste de financiación. De todos los peligros, solo este último parece haber quedado conjurado, al menos de momento, con el arrollador programa de compras anunciado por el BCE, mucho más rompedor que cualquiera de los anteriores ya que esta vez permitirá adquirir deuda de los países más en apuros sin limitaciones, a discreción.
Pero las turbulencias financieras que ha activado el coronavirus, convertido ya oficialmente en el gran cisne negro que empuja a la economía global a la recesión, han abierto también la caja de Pandora en la UE, que en esta crisis afronta de nuevo el desafío de que no se rompan sus costuras.
Los líderes políticos coinciden en que ante el virus es necesaria una respuesta efectiva y unánime, aunque por ahora esté siendo desigual y sean los respectivos países del euro los que toman la iniciativa en sus países. La receta de los gobiernos sí está siendo común: la aplicación de millonarios planes con los que facilitar la liquidez a las empresas e impedir que un problema temporal de pago, hasta que pase la epidemia, se convierta en el camino a la quiebra. El recuerdo de la pasada crisis es demasiado reciente y ha dejado una herida de desigualdad y precariedad laboral que el coronavirus amenaza con agravar.
Una recuperación económica rápida, en forma de V, está descartada
El Gobierno español anunció esta semana un paquete por 200.000 millones de euros, de los que 100.000 millones serán garantías de crédito a pymes. La gran pregunta ahora es si las medidas anunciadas hasta el momento para combatir el impacto económico del virus serán suficientes para reaccionar con rapidez y que, cuando baje la marea, no aparezcan incalculables restos del naufragio.
“Descarto una recuperación en V”, asegura Raymond Torres, Director de Coyuntura y Análisis Internacional de Funcas. En su opinión, la gran cuestión aún por resolver es cuánto durará el contagio del virus pero incluso aunque sea derrotado con relativa rapidez en España, la economía del país se verá condicionada por la evolución de la pandemia en el resto del mundo. Así, mientras China ya ha vuelto a retomar la actividad, el coronavirus tiene ahora su epicentro en Europa y la magnitud que tome en su expansión por Estados Unidos será determinante para la economía global, y por supuesto para la española.
“La cadena de suministros internos e importados está rota y habrá importantes desfases temporales en la producción”, advierte Torres, que también apunta a otros dos grandes elementos de incertidumbre. El impacto que el virus tendrá en el consumo en España, que tras el shock de estos días no se recuperará con rapidez, y en el empleo. El gobierno ha anunciado medidas para favorecer los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) en lugar de que las empresas despidan abiertamente.
“Sin embargo, hay contratos temporales que cuando venzan, sencillamente no se renovarán si no ha habido una vuelta a la actividad”, explica Torres. Una situación especialmente sensible en el sector turístico y en la hostelería, que ya dan por perdida la campaña de verano. Es precisamente en estas fechas cuando comienzan a acelerarse las reservas de vacaciones para esos meses y el período de control de la enfermedad puede prolongarse varios meses.
La elevada temporalidad amenaza con agravar la pérdida de empleos
Pensar que la normalidad pueda haber vuelto para el verano se antoja excesivamente optimista. El propio gobernador del Banco de España, Pablo Fernández de Cosa, advertía este viernes de que el coronavirus supone “una perturbación sin precedentes” para la economía. De hecho, una parálisis de la actividad como la que se registra estos días en las principales economías del mundo es insólita.
El riesgo no es ahora que el Estado se tenga que hacer cargo del saneamiento de los bancos, como sucedió en la crisis de Lehman, y aunque el impacto del coronavirus vaya a ser temporal sí va a exigir una respuesta contundente y a nivel europeo, como requirió aquella crisis, para que las medidas nacionales sean efectivas.
La parálisis es tal que el Gobierno ha asumido que no podrá presentar los Presupuestos de 2020 y sí tendrá que elaborar unas cuentas públicas de reconstrucción. Y entre quienes se atreven a dar estimaciones del impacto económico para este año, la contracción del PIB español en 2020 oscila entre el 1,3% que augura Goldman Sachs –desde un crecimiento previo al coronavirus del 1,8%- o el 1,9% que prevé Bank of America, que también augura que el déficit público se disparará al 5,2% este año. Desde Cepyme ya avanzan el recorte de 300.000 empleos y un total de dos millones de trabajadores afectados por ERTE.
“Todo ha ido demasiado rápido. Pero además de apoyar a las pequeñas empresas que tengan problemas de forma más inminente, también hay que hacerlo con las que intentan seguir su ritmo normal para que la actividad se recupere lo antes posible”, defiende Valentín Pich, presidente del Consejo General de Economistas de España.
Por el momento, el Gobierno ya ha establecido una moratoria sobre las obligaciones fiscales, que permitirá a pymes y autónomos aplazar el pago de hasta 30.000 euros de IRPF, IVA o Sociedades durante seis meses, con tres de carencia y sin coste en intereses. Sin embargo, esta medida está reservada para las empresas que hayan facturado el año pasado menos de 6 millones de euros, ante lo que Pich defiende que la moratoria debería extenderse a empresas de mayor tamaño.
En Funcas ya auguran nuevas medidas de apoyo del Gobierno al tejido empresarial y advierten del riesgo de que no todas las empresas deseen endeudarse con los créditos blandos que va a proporcionar el ICO. “Las medidas anunciadas son las adecuadas, pero también hay que tener en cuenta que puede haber empresas que prefieran mantenerse en letargo antes de endeudarse más y que eso retrase el regreso a la actividad y la recuperación”, señala Raymond Torres.
Emilio Ontiveros, presidente de AFI, apunta también a un factor clave que queda fuera del control de las autoridades españolas. “Lo que suceda con la economía española, y europea, va a depender en gran medida de lo que ocurra en Estados Unidos”, advierte. Allí ya se están tomando drásticas medidas como el confinamiento de toda la población de California, con 40 millones de habitantes. Pero EE UU ha demostrado ya en anteriores crisis globales mayor capacidad de respuesta que Europa, recuerda Ontiveros, y ese pragmatismo promete ser aún mayor en año electoral. “El BCE ha puesto todos sus recursos al alcance, no habrá límites ya a la hora de comprar bonos españoles o italianos. Pero también hay que aprovechar al máximo la capacidad de endeudamiento del BEI para que suministre fondos a los gobiernos para lo más urgente”, afirma.
Por el momento el BEI ha anunciado la movilización de 40.000 millones de euros para luchar contra la pandemia, pero la respuesta europea ante el coronavirus se espera a mucha mayor escala. De hecho, el debate de los eurobonos vuelve a estar sobre la mesa y es el entorno del BCE quien lanza el mensaje estos días. Hernandez de Cos insistía el viernes en la necesidad de mayor ambición de las políticas fiscales europeas comunes, pero no solo con los instrumentos ya conocidos como el MEDE, el BEI o los presupuestos de la UE, sino con otras nuevas con las que compartir el riesgo presupuestario. Dicho en plata, los eurobonos. “Es el momento, ahora o nunca”, defiende Raymond Torres.