Sin visibilidad económica, mejor diversificar
La volatilidad retornó a los mercados financieros desde finales de febrero y, en unas pocas sesiones, las bolsas volvieron a los niveles de verano de 2019. La causa, la falta de visibilidad que tienen los agentes financieros de cómo pueden ser de efectivas las medidas que están tomando las autoridades para intentar controlar la nueva epidemia vírica global para que no afecte de una forma severa a la economía.
A nivel macro, los indicadores de actividad de China ya recogen el impacto de la epidemia y reflejan una fuerte desaceleración económica. A nivel micro, también se están viendo afectadas tanto las cadenas de producción de bienes y componentes de las fábricas locales y las ventas por el cierre de establecimientos de las multinacionales. Ambas cuestiones y el componente de duración, es decir, el tiempo que se necesitará para controlar la situación, incidirán en mayor o menor medida tanto en los indicadores macroeconómicos como en los beneficios empresariales.
Adicionalmente, este cisne negro llega en un momento en el que el mercado financiero americano tenía unas elevadas valoraciones de las compañías cotizadas fruto de una estabilización del ciclo, el apoyo claro de los bancos centrales y el positivo crecimiento esperado de los beneficios empresariales para este año. Estas valoraciones han apoyado a que el movimiento de aversión al riesgo haya sido uno de los más intensos desde la Gran Crisis Financiera de 2008.
El miedo de los agentes ha tenido su reflejo en los niveles mínimos históricos alcanzados en las rentabilidades de los títulos de deuda pública norteamericanos y la cotización del oro, que ha repuntado hasta cerca de sus máximos por huida de los inversores hacia activos refugio. Precisamente son este tipo de activos los que han conformado una cobertura natural de los riesgos bursátiles, compensando el fuerte recorte de las cotizaciones de las compañías.
En un análisis somero de este agresivo escenario, cabe destacar la diferencia de rentabilidad que ha obtenido una cartera bullet, que combina activos de muy bajo y alto riesgo (por ejemplo, liquidez y renta variable al 50%) versus una cartera diversificada donde se incluyeran activos de deuda pública y oro junto con posiciones de renta variable con el mismo peso que la anterior. Destaca en la segunda cartera las interesantes revalorizaciones de los activos refugios que han compensado parcialmente los recortes bursátiles generando una mejor rentabilidad final. Por tanto, la diversificación de activos en una cartera es fundamental, máxime, en periodos de alta volatilidad.
César Martínez Martín es director de asesoramiento y análisis de producto de Bankia