EE UU: el éxito económico en medio del drama político
El país vive el periodo de expansión más largo de su historia mientras los demócratas se concentran en desgastar a Trump
La Cámara de Representantes de EE UU ha aprobado el enjuiciamiento político (impeachment) de un presidente en su primer mandato precisamente cuando se inicia la carrera por la nominación a la presidencia del partido que no ocupa la Casa Blanca. El republicano Richard Nixon dimitió en 1974 cuando el Tribunal Supremo le ordenó entregar las cintas con grabaciones de cómo encubrió el robo de documentos del Partido Demócrata. Nixon en su segundo mandato acumuló desprestigio por la pérdida de la guerra de Vietnam, el hundimiento del sistema de Bretton Woods y una recesión económica profunda agravada por el boicot de exportación de petróleo de países árabes. El Tribunal Supremo también aprobó en 1971 la publicación del estudio confidencial (Pentagon Papers) sobre las mentiras explicadas a la opinión pública sobre la guerra de Vietnam. El impeachment de Bill Clinton en 1999 ocurrió al final de su segundo mandato y fracasó en el Senado.
La acusación de abuso de poder y obstrucción del Congreso contra Donald Trump no logrará los 67 votos necesarios en el Senado para su destitución. La única incertidumbre es saber si a los 47 demócratas se sumarán por lo menos cuatro republicanos para forzar que comparezcan testigos. El liderazgo demócrata de la Cámara de Representantes acomete el impeachment con la esperanza de desgastar la imagen de Trump. Pero perjudica a dos senadores demócratas que aún tienen opciones de alzarse con la nominación, los progresistas Elizabeth Warren y Bernie Sanders. Ambos deberán disminuir durante las tres semanas que se prevé durará el impeachment sus actos en el estado de Iowa –cuyos votantes se pronunciarán el 3 de febrero– por su obligación de estar en el Senado. El fracaso del impeachment es consecuencia del dominio total de Trump sobre el Partido Republicano. La bonanza económica explica que casi el 90% de los votantes republicanos y 40% del electorado respalde a Trump.
El periodo de expansión del PIB desde 2009 es el más largo de la historia de EE UU. La economía ha encadenado 111 meses seguidos de creación de empleo, con ascensos salariales del 2,9% en 2019 y el desempleo (3,5%) más reducido en medio siglo. El índice Dow Jones celebró la firma del acuerdo comercial con China superando el récord histórico de 29.000 puntos. Trump puede alardear de haber obligado a China a adquirir productos agrícolas, energéticos e industriales de EE UU por valor de 200.000 millones de dólares en los dos próximos años. Dichas compras se efectuarán a pesar de que EEUU mantiene aranceles sobre 360.000 millones de exportaciones chinas.
El Senado ratificará en breve el tratado Usmca que sustituye a Nafta. Este invierno EE UU alcanzará la independencia energética. Debido a la revolución del esquisto, el país es el primer productor mundial de petróleo y gas natural. Se calcula que en 2030 registrará un superávit petrolífero de 340.000 millones, y la producción total de energía primaria superará a la demanda en un 30%. La autosuficiencia en hidrocarburos contiene la inflación y aprecia el dólar. También ha permitido a Washington sancionar a cualquier país que importe crudo iraní, provocando un desplome del 80% en las exportaciones iraníes.
La Administración Trump asimismo amenaza con no compartir inteligencia si sus aliados adquieren componentes de Huawei para el desarrollo de sus redes de telefonía móvil 5G. Las sanciones contra veinte países que aplica el Ministerio de Finanzas de EE UU abarcan desde la congelación de activos (Irán, Cuba, Venezuela) a la prohibición de suministro de servicios y productos a estados o sus empresas y particulares. Según el FMI, la cuota en dólares de las reservas de los bancos centrales de todo el mundo asciende al 61%, tasa casi idéntica a la de 2013.
EE UU ocupó la segunda plaza en el índice de competitividad del Foro Económico Mundial en 2019. Pero dichos éxitos y poder generan animosidad. Según el último estudio del Pew Research Center, únicamente el 29% de los ciudadanos de 32 países confía en las políticas de Trump, porcentaje que supera incluso Vladimir Putin (33%) además de Angela Merkel (46%) y Emmanuel Macron (41%). Trump emplea relaciones personales directas con líderes de otras potencias, despreciando las alianzas e instituciones multilaterales que ha fomentado EE UU desde 1944. Es una mala estrategia a medio plazo. El presidente dejará la Casa Blanca a principios de 2025 aunque gane en noviembre. Xi Jinping modificó la Constitución china para permanecer en el poder indefinidamente. Ha dimitido el Gobierno ruso para allanar el camino a reformas que concederán al próximo primer ministro mayores poderes que al presidente. Putin, cuyo mandato vence en 2024, ya abandonó la presidencia y se convirtió en primer ministro entre 2008 y 2012. Un segundo mandato de Donald Trump asestaría un duro golpe a las instituciones multilaterales y el tradicional fomento de la democracia y los derechos humanos por parte de EE UU. El candidato demócrata con más posibilidades de derrotar a Trump es Joe Biden. Cuenta con experiencia, conocimientos y prestigio acumulados durante 36 años en el Senado y ocho como vicepresidente de Barack Obama.
Por ello, personajes de la órbita de Trump persisten en encontrar pruebas inexistentes de su interferencia en favor de su hijo en Ucrania. Biden aplicaba la política de EE UU, la UE y el FMI cuando apremió al Gobierno ucraniano a despedir al fiscal general Viktor Shokin precisamente por no luchar contra la corrupción. Un triunfo de Biden en noviembre sería una gran noticia para el 54% de ciudadanos de la encuesta de Pew Research que mantienen una percepción favorable de EE UU.
Alexandre Muns es Doctor en Historia Contemporánea y profesor de EAE Business School