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Canarias

La lucha portuaria garantiza el futuro

Relevo en la cúpula de los estibadores de los puertos de Las Palmas. El sucesor de Miguel Rodríguez tiene que negociar el nuevo convenio

El dirigente sindical Miguel Rodríguez, al frente de una protesta 
 en 2017.
El dirigente sindical Miguel Rodríguez, al frente de una protesta en 2017.

Los estibadores, uno de los grupos de trabajadores más combativos del archipiélago, con probada capacidad para paralizar con una huelga la actividad económica afrontan un cambio en la dirección del comité de empresa. El dirigente de la Asociación Sindical de Estibadores Portuarios (ASEP), Miguel Rodríguez, se prejubila y deja de liderar al colectivo. Tras 22 años en el cargo, Rodríguez se va orgulloso de haber conseguido “la cohesión del colectivo y la mejora de nuestra imagen pública”. Lo primero porque cuando llevaba cuatro años en el cargo, logró que el único representante sindical en la estiba fuera ASEP, y CC OO y UGT quedaran sin representación. Hoy “casi todos los estibadores están afiliados a la coordinadora y eso facilita mucho la negociación: la unidad y la cohesión ante las instituciones”.

Lo segundo es un sambenito que siempre han llevado encima, pero que cree que han sabido sacudirse al menos en parte. “Siempre que nos querían imponer algo nos echaban en contra a la opinión pública diciendo que éramos unos privilegiados con un salario magnífico”. Unos logros en los que se ha visto ayudado por su mano derecha durante estos últimos años, Maximiliano Díaz, aún vicepresidente de ASEP, que le relevará en el cargo cuando se marche. Díaz, que se define como “los ojos de Miguel en el puerto”, confiesa cierta intranquilidad. “Lo que más nervioso me pone son los temas institucionales y de comunicación porque mi labor era más de gestión. Ahora les tengo más respeto a los periodistas, que a 500 estibadores cabreados”. Díaz advierte de que no habrá grandes cambios en la gestión. “Las líneas seguirán siendo la defensa de la profesión y el servicio al cliente. Nada de cambios traumáticos”.

El camino le viene algo más allanado por su antecesor. Miguel Rodríguez está orgulloso de haber logrado “mantener los puestos de trabajo” con fórmulas para que se sancionase a quien lo mereciera “pero sin que hubiera despidos”. Y aprovecha para destacar cómo se afrontaron algunos de los momentos más duros de lucha portuaria: “En 2001 se quiso pasar de 700 a 400 trabajadores y en 2009 de 550 a unos 250. Las dos veces usamos la misma fórmula: asumir entre todos la falta de actividad y repartir lo que teníamos. En vez de despedir y mantener todos 27 jornales, hizo cada uno 12, pero se mantuvieron los empleos”.

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Y es que la pérdida de competitividad de los puertos de Las Palmas, y especialmente del de La Luz, es la espada de Damocles que siempre han tenido encima. Aún no hace mucho, la Autoridad Portuaria volvía a hacer referencia a los costes de la estiba como un lastre a la competitividad portuaria. No es nada nuevo para los dirigentes sindicales: “A Ibarra hay que recordarle que para tocar por segunda vez en la puerta hay que cumplir los acuerdos anteriores” dice Rodríguez, en referencia al último pacto de reducción de costes de estiba a cambio de una mayor actividad que no llegó.

Y Díaz le secunda: “Deberíamos dejar esta política de que la única forma de captar actividad es mirar lo que cobran en otros puertos. Yo creo que debería saberse vender bien este puerto como lo que es, un puerto importante del Atlántico, y sacarle provecho”. Hasta que eso llegue el futuro presidente de la ASEP lo que tiene por delante es la adaptación a los convenios colectivos locales del V Acuerdo marco de la estiba, consensuado con la patronal. “Guste o no guste habrá que hacer modificaciones. Es un reto que me va a tocar afrontar, aunque no lo veo tanto problema porque es negociarlo con los empresarios locales que conocemos y donde yo me siento más cómodo” afirma Díaz.

Además de la labor puramente sindical, también asumirá la presidencia de la fundación Belén María, subvencionada por los estibadores y pensada “para ayudar a la gente más necesitada”. Con ella se ha ayudado a niños con cáncer, a los refugiados llegados a Grecia, se han hecho proyectos de escuelas en África o colaborado con Cáritas y Cruz Roja en Canarias. Para Miguel Rodríguez, “en estos 22 años es de lo más bonito que me ha tocado vivir”

Luchas y negociaciones

Dura lucha. Entre los momentos más duros de lucha sindical, Miguel Rodríguez recuerda “la negociación local, luego los gobiernos, porque hemos tenido cuatro nuevos decretos estatales. Y hemos desmontado dos directivas europeas. Y que yo sepa, son las únicas directivas europeas que no han logrado salir adelante hasta ahora”.

Carrera. Rodríguez entró en los años 80 en el sindicato, primero en el sector de trabajadores eventuales. Desde 1997 preside la ASEP. Díaz en cambio lleva 22 años de estibador, 17 de ellos como sindicalista y los últimos ocho como vicepresidente.

Prejubilación. Rodríguez se prejubila al cumplir 55 años. ¿Qué hace un dirigente sindical cuando se jubila? En este caso cuidar de su padre “un disfrute tremendo que he descubierto” y además descubrir el mundo en moto, “llevo ya 4 años haciendo escapadas así y me tiene enganchado” confiesa.

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