La vida en el Reino Unido después del Brexit
Si los tories ganan, como pronostican las encuestas, la aprobación del acuerdo de retirada eliminará la incertidumbre de la economía británica
Las perspectivas más inmediatas de Reino Unido dependen del camino que tome el Brexit y, para ello, el resultado de las elecciones generales de hoy será crítico. En estos momentos, el Partido Conservador ostenta una sólida ventaja en las encuestas y el primer ministro, Boris Johnson, está sustancialmente por delante del líder laborista, Jeremy Corbyn. Creemos, en conclusión, que los conservadores ganarán los comicios por una pequeña mayoría. Esto debería permitir aprobar el Acuerdo de Retirada y sacar adelante el Brexit dentro del plazo acordado, que expira el 31 de enero. No obstante, el sistema electoral británico first past the post, en el que es elegido el candidato con más votos en cada circunscripción, añade unas dosis de suspense a esa aparente ventaja.
Un resultado como el anticipamos permitiría eliminar el asunto del Brexit de las consideraciones de las empresas. El principal impacto del Brexit ha sido, precisamente, aumentar la incertidumbre, debilitando la inversión empresarial. Aprobar el acuerdo reduciría esas dudas, si bien los tories están sugiriendo ahora que no quieren extender la fase de transición más allá de 2020. Esto entraña el riesgo de que Reino Unido abandone los acuerdos comerciales actuales de la UE en 2021 sin un nuevo marco que los reemplace; revertiendo así los términos que la Organización Mundial del Comercio (OMC) mantiene con la UE e incrementando significativamente las barreras comerciales. Sin embargo, este compromiso tory es esencialmente político, por lo que podría ser olvidado el año que viene. No obstante, mientras tanto, el efecto será el de amenazar las expectativas de una recuperación de la inversión empresarial, al mantener unas elevadas cotas de inseguridad sobre el futuro.
Por otra parte, la materialización de las promesas hechas sobre la puesta en marcha de un plan de estímulo fiscal podrían ayudar a compensar, al menos parcialmente, estas persistentes incógnitas. Los tories proponen una nueva norma fiscal de largo plazo para equilibrar el gasto público, incluida la inversión, sujeta a unos límites en el ámbito de la inversión y del coste de la deuda. Esto podría conducir a una relajación fiscal equivalente aproximadamente al 0,7% del PIB para el periodo 2020-21, con un modesto estímulo fiscal continuando durante los siguientes años. El efecto neto sería el de impulsar el crecimiento trimestral de la economía británica durante 2020, elevándose al 0,4%, en comparación con el 0,25% promedio previsto para este año 2019. La expansión anual en 2020 se situaría en un 1,2%, frente al 1,3% que se espera para el presente ejercicio.
No obstante, como decíamos al principio, todavía son posibles diferentes escenarios electorales. El que ofrecería un mayor contraste respecto a la situación actual es el de un Parlamento liderado por los laboristas. Esto llevaría a un segundo referéndum, que podría dar como resultado un acuerdo para el Brexit diferente, o revocar directamente la salida de Reino Unido de la UE. Este eventual nuevo entorno, en principio más amigable con las empresas, podría verse eclipsado por la agenda económica radical del Partido Laborista que volvería a traer nuevas vacilaciones al mundo corporativo. Si bien es cierto que el programa fiscal de los laboristas proporcionaría un empuje significativo al PIB, reemplazando la inversión privada por inversión pública. Nuestro pronóstico en un escenario como este es que veríamos un crecimiento similar al de 2019 en 2020, con una expansión marginalmente mayor en 2021. En cambio, un Parlamento bloqueado, sin capacidad suficiente para reunir mayorías parlamentarias que permitan sacar adelante ninguna clase de pacto y forzado a un abrupto Brexit sin acuerdo el 31 de enero llevaría potencialmente a una contracción, según nuestras estimaciones, del orden del 1,8% en 2020 y del 3,3% en 2021.
A medida que el Brexit vaya perdiendo importancia, las tendencias globales de crecimiento volverán a recuperar su importancia para la trayectoria económica de Reino Unido. La actividad mundial podría comenzar el año 2020 con un paso más firme, con las tensiones comerciales retrocediendo de algún modo. No obstante, no podemos dejar de señalar que nuestro escenario de largo plazo anticipa una debilidad renovada en la actividad económica de EE UU (con una proyección de expansión del 1,6% en 2020 y del 0,8% en 2021), una mayor desaceleración en China (cuya tendencia de debilidad empezó antes de la guerra comercial y continuará después) y un pertinaz declive en la eurozona (0,7% y 0,5% de crecimiento promedio del PIB para los ejercicios 2020 y 2021 respectivamente). La recuperación de Reino Unido, apoyada por una política fiscal más expansiva, debería permitir que el país superara en crecimiento a otras economías desarrollas en 2021. Aún así, pronosticamos que la evolución del PIB británico se estancará, dando como resultado un incremento anual del 1%.
La política monetaria dependerá, por su parte, de los cambios que tengan lugar en el panorama económico. Una expansión más rápida en 2020 podría reducir los riesgos a la baja, que el Banco de Inglaterra ha indicado que requerirían de más apoyo político. No obstante, cualquier tentación para el banco central de retirar su política acomodaticia se verá probablemente condicionada por los renovados indicios de debilitamiento global. Prevemos, en consecuencia, que el Banco de Inglaterra dejará los tipos sin cambios en el 0,75% durante 2020, pero, como vemos que habrá una desaceleración generalizada para el año siguiente, pensamos que la autoridad monetaria británica podría bajar el precio del dinero hasta el 0,25% en 2021.
David Page es ‘Head of macro research’ de Axa Investment Managers