Fin de la brecha educativa. Migrantes y refugiados, el reto
Mejora la salud e incluso salva vidas, además de procurar la justicia y la igualdad. El 4 no es un Objetivo de Desarrollo Sostenible más. Los otros 16 desafíos de la Agenda 2030 necesitan a la enseñanza para su propio cumplimiento
Nuevo enfoque. El panorama y nivel educativo del mundo ya no se aborda desligado de las incidencias que le causan las migraciones y los desplazamientos de su población. Imposible cuando las estadísticas más actuales calculan que una de cada ocho personas vive fuera de la región en que nació y una de cada treinta en otro país distinto al originario. En cifras concretas, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) contabiliza más de 87 millones de desplazados (25 millones de refugiados –más de la mitad menores de 18 años–, 31 millones de solicitantes de asilo, 401 movilizados a causa de conflictos nacionales y 191 desplazados por catástrofes naturales)
Una vez trenzados los temas, como si de malabares se tratara, deben ser combinados con la destreza, la precisión y el equilibrio que requiere su trascendencia.
Las cifras
617 millones de niños y adolescentes en el mundo no poseen los mínimos niveles de competencia en lectura y matemáticas.
5 billones es el gasto anual en educación, según la Unesco. Para atender las necesidades básicas debería multiplicarse por diez.
El 4 no es un Objetivo de Desarrollo Sostenible más. Puede considerarse el ODS, pues cada uno de los otros 16 desafíos de la Agenda 2030 necesita de la educación para proporcionar a todas las personas los conocimientos, las competencias y los valores imprescindibles “para vivir con dignidad, construir sus propias vidas y contribuir a las sociedades de las que forman parte”.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, que desde que se marcara la hoja de ruta en 2015 –Marco de Acción de Educación 2030– ha recibido el mandato de coordinar los esfuerzos internacionales para lograr tal reto, así lo entiende. En palabras de Louise Arbour, representante especial del Secretario de las Naciones Unidas para la Migración Internacional, “la enseñanza es un derecho humano y una fuerza transformadora para la erradicación de la pobreza, la sostenibilidad y la paz”.
Buenas prácticas
Instant Classroom, la escuela digital en una caja. Desde 2010, la Fundación Vodafone apoya los programas de educación de Acnur para niños refugiados. “Podrán quitarte tu hogar, pero nunca la educación” es el lema que llevó a crear esta clase ambulante equipada con un portátil, 25 tabletas precargadas con software educativo, un proyector, un altavoz y un módem hotspot. Esta aula instantánea tarda 20 minutos en quedar configurada y está preparada para lugares donde la electricidad y la conectividad a internet no son fiables o ni siquiera existen. (Hasta finales de 2018 Vodafone y sus fundaciones han invertido un millón de dólares en apoyo de refugiados infantiles).
Un banco para todos, de Bankinter. Un plan lanzado en mayo para facilitar el acceso a la práctica bancaria más habitual a personas discapacitadas que hasta ahora tenían que depender de terceros para poder relacionarse con las entidades. El curso Aprender sobre economía y dinero consta de 8 módulos y ha sido diseñado por la Fundación Adecco y voluntarios del banco (“previamente formados para conseguir la correcta adaptación y eficacia de los contenidos”, indican desde Bankinter). Toda la plantilla tiene a su disposición un manual de atención a personas con discapacidad en servicios bancarios elaborado junto a la Fundación Once.
Mujeres protagonistas, es la iniciativa de Santillana Educación para poner en valor la aportación femenina en el desarrollo del saber. “Un intento de hacer visible lo invisible y paliar el vacío existente en los libros de texto sobre la contribución de las mujeres en las distintas áreas del conocimiento,” señalan desde el grupo de editoriales. Una plataforma digital y una vasta colección de libros son los canales para que el profesorado se guíe y compense estas desigualdades de género.
Y el tiempo apremia. Para la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, “la educación, como mecanismo para llegar a los más vulnerables, no puede esperar. La ayuda humanitaria no suele atender las necesidades de los niños y muchos países de acogida no cuentan con los medios para hacerlo. Por eso es vital invertir en el aprendizaje de los que se desplazan continuamente. Ahí radica la diferencia entre crear más problemas o abrir una vía de cohesión y aprovechamiento del potencial humano”.
Acceso a los vulnerables
Las declaraciones corresponden a la presentación de la edición 2019 del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo, primer estudio que considera todos los movimientos de la población, dentro y fuera de las fronteras, voluntarios y forzados, y que establece vínculos entre la agenda del Pacto Mundial y la del ODS 4. Tal y como quedó indicado en la Declaración de Incheon y el Marco de Acción la Educación 2030.
El esfuerzo de armonización entre países y Gobiernos que exige este pacto universal es complicado pero va cristalizando. “Tanto en los países miembros como asociados a la OCDE se ha alcanzado el nivel educativo más alto desde el año 2001”, así concluye Panorama de la Educación 2019, otro estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico que destaca por su afán en presentar indicadores cuantitativos “sencillos, pero que reflejen la complejidad de las realidades educativas múltiples”.
El Banco Mundial alerta de “una crisis de aprendizaje” en su informe Aprender para hacer realidad la promesa de la Educación. Los dos mismos términos con que la Unesco calificó la comprobación de que unos 617 millones de niños y adolescentes en el mundo no poseen los mínimos niveles de competencia en lectura y matemáticas (56% en educación primaria y un 61% en secundaria). Lo que, según ONU Mujeres, se agudiza por la brecha de género, “15 millones de niñas que no asisten a la escuela primaria, frente a 10 millones de niños”. Porcentajes que, en la adolescencia, divergen aún más.
La conferencia mundial Enlighted 2019 ha vuelto a centrar el debate y la acción con el fin de “reinventar la educación como motor de cambio social y palanca de innovación”, explican sus organizadores, Fundación Telefónica, IE University y South Summit, con Fundación Santillana como socio principal.
Para atender las necesidades básicas de los menores en situaciones de crisis “el porcentaje de educación en la ayuda humanitaria debería multiplicarse por diez”, según la Unesco. Se estima que, ahora, el gasto anual asciende a unos cinco billones de dólares.
La mejor inversión sostenible para el empresario
ación debe llegar al menos al 5% del PIB”, algo que compete al Estado y a las empresas, así inauguraba Isabel Celaá, ministra de Educación en funciones, el foro Enlighted 2019 sobre formación digital e innovación educativa en Madrid.
Las memorias de la mayoría de empresas españolas incorporan inversión en formación a través de sus fundaciones, para ayudas internacionales y nacionales, a colegios e institutos, y mediante becas y programas de empleo a la enseñanza superior.
Y si hablamos de universidad hay que hacerlo de Banco Santander, la empresa que más invierte en educación en el mundo (Informe Varkey/Unesco/ Fortune 500), gracias a su área Santander Universidades, dirigida por Susana García Espinel: “Hace 23 años elegimos apoyar así a la educación (1.700 millones desde 2005, 121 solo el año pasado), porque creemos que la universidad es el motor más potente para el desarrollo y el agente de transformación social más importante”.
Mapfre también mira a los universitarios, “con 328 acuerdos con instituciones que han beneficiado a 1.076 estudiantes. Sin perder de vista nuestros programas más sociales de la Fundación, para fomentar la cultura del seguro y del ahorro de los que el año pasado han disfrutado 1,3 millones de personas”, explica Mercedes Sanz, directora del Instituto de Ciencias del Seguro de Mapfre. Y la apuesta de BBVA Aprender Juntos ha logrado el Premio de la Eficacia 2019.
“Nos sumamos a la transformación educativa con nuestra plataforma EduCaixa, que en 2018 llevó sus recursos pedagógicos a 8.300 escuelas”, detalla Xavier Bertolín, director del área educativa de su fundación. Además, impulsa, junto a Fundación Telefónica, el programa digital Profuturo y aspira a llegar a 35 millones de niños y niñas en 2030 en los 31 países en los que opera. “Acabamos de empezar a trabajar en el campo de refugiados de Dzalema, Malawi, y en Guyana y Barbados”, comenta Magdalena Brier, su directora general.
Desde Inditex destacan “la alianza con Entreculturas para el desarrollo del programa Educar Personas, Generar Oportunidades, al que hemos destinado ya 50 millones de euros para atender a 1,2 millones de personas vulnerables”.