Caso NBA: un aviso a las empresas con intereses en China
El negocio de la liga de baloncesto estadounidense mueve 4.000 millones en el gigante asiático
Un tuit en apoyo a las protestas de Hong Kong, publicado por Daryl Morey, director general del equipo de la NBA Houston Rockets, ha sido el detonante de la penúltima batalla de la guerra comercial que viven China y EE UU. El resultado: la amenaza de cancelación de dos partidos amistosos que iban a jugarse en el gigante asiático, la suspensión de la retransmisión de la pretemporada en la CCTV –la cadena estatal–, unos contratos que se quedan en vilo, y millones de dólares en riesgo a la espera de que se desarrollen los acontecimientos.
“El caso de la NBA pone de relieve que los actores que no son Estados cada vez tienen un papel más destacado en las relaciones internacionales”, explica Pablo Pareja, profesor del departamento de Derecho de la Universidad Pompeu Fabra y experto en relaciones internacionales en el marco asiático. Así, las entidades privadas, como les ocurrió en verano a varias marcas como Versace o Coach, empiezan a sufrir las consecuencias de posicionarse en un conflicto. “En la medida en que China se consolida como un actor potente, estos mensajes, que hace años no habrían podido tener réplica, ya no se obvian. “China escoge a varias empresas ejemplares y con su respuesta transmite un mensaje a todas las compañías con intereses económicos en el país”, añade.
Este trance, prosigue Mario Esteban, profesor titular de Estudios de Asia Oriental en el Centro de Estudios de Asia Oriental de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), pone en un serio aprieto a la liga de baloncesto: “Hay propietarios de clubes que están enfadados y es difícil saber qué puede pasar. Es evidente que en la NBA habrá movimientos para intentar solucionar el problema”. Por el momento se espera que Adam Silver, comisionado de la NBA, se reúna próximamente con varias autoridades chinas para intentar salvar la alianza, que ya ha perdido patrocinadores como el mayor fabricante de ropa deportiva de China, la segunda empresa láctea del país o un gran grupo de motor, tal y como cuenta Bloomberg.
La intranquilidad está justificada. El país asiático es el segundo mercado del mundo más importante para la NBA, solo por detrás de EE UU. El conglomerado tecnológico chino Tencent Holding, asociado de la CCTV, cifró en 490 millones la cantidad de personas que vieron los partidos de la NBA en la región durante 2018. Además, a principios de año, la liga de baloncesto prolongó durante cinco ejercicios más su asociación con Tencent para retransmitir los partidos a cambio de 1.500 millones de dólares. Otro indicador son las plataformas digitales: la NBA supera los 40 millones de seguidores en Weibo, la red social más popular de China, frente a los casi 39 millones que alcanza en Facebook en todo el mundo. En total, un negocio que ronda los 4.000 millones de dólares, según Forbes.
Todo esto evidencia, continúa Pablo Pareja, por qué la NBA ha sido la organización escogida por Pekín para establecer este tipo de sanciones: “Es una marca muy potente. Es una forma de decirle al resto que se atengan a las consecuencias. Es posible, por ejemplo, que entidades como LaLiga tomen nota de todo”. Tampoco se puede olvidar, recuerda el docente, el valor simbólico del baloncesto en EE UU: “Es una seña nacional, una marca cultural por la que el ciudadano medio se siente interpelado. Es una forma de lanzar el mensaje de que toda la guerra comercial no afecta solo a la Administración Trump, sino que tiene consecuencias en todo el país”.
No acaba aquí la cosa. Estas maniobras, en opinión de Mario Esteban, también tienen el objetivo de que sean las propias entidades privadas las que, en un contexto de hostilidad politico-económica, presionen a sus respectivos Gobiernos para que la situación se suavice: “La NBA, sin duda, es una de las marcas más poderosas que hay en EE UU. Si se le castiga, puede darse el caso de que interceda y sirva de mediador con su Gobierno”.
Sin embargo, y pese a que en esta batalla el país norteamericano y su deporte estrella son los que más tienen que perder, la situación tampoco es cómoda para China. “No hablamos de las palabras de un mandatario o una ONG. Que alguien de la NBA se pronuncie contra Pekín es un problema para el Gobierno, porque hay millones de chinos que siguen el baloncesto y que pueden rebelarse contra un posible cisma”, añade Pablo Pareja. “A la NBA no le interesa perder China, pero si la situación no se soluciona, al país asiático tampoco le viene bien la ruptura, porque tendrá millones de ciudadanos disgustados con la decisión”, recalca Esteban, que pone de relieve el peso que tienen, precisamente, los Houston Rockets, el equipo en el que militó durante ocho temporadas el exbaloncestista chino Yao Ming.