Cuando contratas energía renovable y te llega nuclear
Las garantías de origen solo certifican la procedencia de la electricidad porque en la red los electrones se mezclan y no pueden distinguirse unos de otros
Seguro que ha visto en los últimos años, en más de una ocasión, campañas de las comercializadoras de electricidad que aseguran un suministro de energía 100% renovable. Incluso ha contratado estas tarifas, ya sea a través de eléctricas convencionales o independientes. Pero ¿es así realmente? Cuando el consumidor final –hogar o empresa– enciende una bombilla, ¿esa luz viene por completo de una planta fotovoltaica, de biomasa o de un parque eólico? La respuesta es no.
¿Por qué? “Las garantías de origen, unos certificados que manan de una directiva europea del año 2000, traspuesta en España hace ya una década, persigue que el ciudadano de la Unión Europea pueda distinguir la procedencia de la energía que se comercializa en cada Estado miembro para fomentar la elección de un mix de generación más verde y enviar así una señal clara a las eléctricas de esa preferencia en el mercado”, explica Jorge González Cortés, presidente del área fotovoltaica de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA) y director comercial de Gesternova Energía, una de las empresas que ofrece este tipo de contratos.
El sistema busca fomentar un mix de generación verde
El problema se produce en el recorrido, cuando la energía se exporta a la red, por las propias características del sistema. “Es evidente que si todos los generadores y comercializadores utilizan la misma red de distribución y transporte, los electrones son indistinguibles unos de otros”, advierte. Es decir, se mezclan tanto la renovable como la fósil y el usuario puede recibir también electricidad de una central térmica o nuclear, aunque haya contratado una tarifa verde. “El sistema tiene sus limitaciones. No tiene sentido, y es económicamente inviable, que se haga una red para un tipo de energía y otra para otro tipo”, sostiene.
“Lo que garantiza es la procedencia”, insiste. Y pone un ejemplo: “Imagina que cogemos un cubo y lo llenamos de vinos de denominaciones de origen diferentes, Rioja, Ribera y Somontano. Es imposible que el que pruebe el vino distinga una denominación de otra o las propiedades de uno u otro. Pero lo que sí certifica es que efectivamente tú has puesto uno de Ribera, yo uno de la Rioja y un tercero, uno de Somontano, que no lo habías comprado a granel en Valdepeñas y lo habías hecho pasar por un Rioja”.
En la red se mezclan tanto la renovable como la fósil y el usuario puede recibir también luz de una central térmica o nuclear, aunque haya contratado una tarifa verde, explican los expertos
“El objetivo es el etiquetado de la electricidad, que los consumidores conozcan las fuentes renovables de su suministro, y a las comercializadoras se les obligó a que publicaran la procedencia de sus compras. El sistema certifica únicamente el flujo económico de la energía, que las compañías han comprado electricidad a productores 100% renovables. El flujo físico depende del despacho, a cargo del operador del sistema, que tiene que mantener un equilibrio entre generación y demanda en cada momento, añade un técnico de la Unión Española Fotovoltaica (Unef).
Cómo funciona
Los generadores solicitan los certificados de garantías de origen por cada megavatio hora producido de fuentes renovables (biomasa, minihidráulica, termosolar, residuos u oceanotérmicas incluidas) y de cogeneración de alta eficiencia a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que es la encargada de expedir dichos documentos. Una vez aprobados, se transfieren a las comercializadoras (Gesternova, Holaluz, Factor Energía, Iberdrola, Acciona, Endesa…), que compran ese derecho de acceso en un mercado secundario, lo incluyen dentro de su portfolio verde y disponen de ellos durante un año.
“El requisito para que una compañía diga que su energía es de origen 100% renovable es que haya dispuesto de tantas garantías o más que la electricidad suministrada a sus clientes, expresado en megavatios hora o kilovatios hora renovables esperados”, indica González Cortés, también profesor de la escuela de negocios EOI.
El coste de los certificados es de 20 céntimos en España y de un euro en Europa
En España, el coste de estos certificados es de 20 céntimos por megavatio hora, “es barato, prácticamente no valen nada”, afirma el técnico de Unef, mientras que en Europa puede llegar a un euro. La comercializadora puede trasladar o no este gasto al usuario en el monto total de la factura y aseguran que apenas hay diferencias entre un contrato limpio y otro sucio.
“La energía no se compra ni se vende más cara en el mercado mayorista porque tenga un origen u otro, se retribuye exactamente igual tanto la que viene de una central térmica o de un ciclo combinado, como la que llega de un parque eólico. No supone un coste para nosotros”, asevera González Cortés, que cree que a mayor abundancia de renovables, menor será el precio de estas acreditaciones. “Llegará un momento en que el sistema de garantías no tendrá sentido”, vaticina.
Cifras
103.466 es el monto total de los certificados emitidos en 2018 por la CNMC a los generadores, un 31% más que en 2017.
El 67% de las garantías de origen expedidas en 2018 fueron transferidas a las comercializadoras.
Sin embargo, Álvaro Luna, investigador del departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Politécnica de Cataluña, considera “imposible un mix completo renovables” porque “las nucleares y el carbón, aunque no nos gusten, son las responsables en gran medida de mantener la tensión y la frecuencia de la red; el 100% es una cota muy lejana”, arguye.
Otra particularidad, al ser un mercado muy volátil, puede alterar la finalidad para el que fue creado, que el ciudadano demande solar o eólica y motive a los productores a cambiar su mix de generación, avisa González Cortés. “En algunas ocasiones, el precio se ha movido entre 10 y 30 céntimos e incluso en países del norte de Europa, en Reino Unido, ha llegado al euro. Si lo que hace es encarecer esta energía, estamos desincentivando doblemente las renovables, una contradicción, porque también estamos penalizando al consumidor por tomar una decisión responsable”, opina.
Desde Unef citan otra de sus funciones, promover la adicionalidad. Es decir, la normativa establece que los ingresos percibidos por la venta de dichos certificados, que deben ser contabilizados por la empresa generadora en una cuenta aparte, han de destinarse a proyectos de I+D medioambiental y a nuevos desarrollos renovables. “No es una prima. Según la regulación actual, los productores tienen el derecho a que la CNMC les emita tantas garantías de origen por su producción. Luego las pueden vender, es una retribución adicional a su operación en el mercado”, puntualizan en la asociación.
En 2018, el regulador expidió un total de 103.466 garantías de origen, lo que supone un 31% más que en 2017 (78.486). Estas acreditaciones representan 29.549 gigavatios hora. El 67% de ellas fueron transferidas a las comercializadoras y el 57,9% fueron traspasadas al cliente final. Estas representan en total el 40,3% de la producción nacional y el 81% de la procedente de fuentes renovables y de cogeneración, según la CNMC.
Debate
¿Estafa? Por conciencia ambiental, negocio o moda, las garantías de origen, aún poco extendidas en España, se han convertido en reclamo de las comercializadoras, sobre todo las más pequeñas, para diferenciarse de la competencia y abanderar la lucha contra el cambio climático. No obstante, este sistema –el único que hay– es objeto de debate, ya que, como solo se puede garantizar la procedencia, no el suministro final, algunos tildan las campañas de publicidad de engañosas. Si bien los expertos afirman que “es un sistema absolutamente legal” y que tanto las empresas productoras como comercializadoras cumplen la normativa, “lo cuestionable es su trazabilidad y la picaresca puede existir”, matiza Álvaro Luna, profesor de la Universidad Politécnica de Cataluña. “Si un ayuntamiento dice que la electricidad que contrata sale de una planta renovable, en realidad no es verdad. Si el consistorio está en Alpedrete (Madrid) o Barcelona y el parque en Zaragoza, el amperio que llega es a lo mejor de la central de Vandellós (nuclear), porque estamos conectados a la red y nos viene la energía del punto más cercano”, ilustra.
Medidas. Algunas compañías como Acciona o Iberdrola comienzan a usar el blockchain para dar una mayor trazabilidad al sistema. “Como hasta ahora es un acto de fe saber de dónde sale la energía, pese a que las empresas están obligadas a informarlo, esta tecnología ayuda a comprobar en tiempo real que los kilovatios hora adquiridos sean efectivamente generados de forma verde”, dice Luna. Hasta ahora se ha aplicado en proyectos pequeños y la idea es que el consumidor demande cada vez más este mecanismo de comprobación.
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