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A Fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

EE UU: recesión no, desaceleración sí

Los datos económicos del país invitan a hacer un análisis prudente de la situación

Gettyimages

El panel de economistas de The New York Times dice que las probabilidades de que EE UU entre en recesión en 2020 son de 1 a 3. En estadística, hay una regla: el porcentaje mayor “gana” al porcentaje menor. 7 de cada 10 economistas (70%), incluídos los premios Nobel de economía vivos, piensan que el país no entrará en recesión.

Hasta hace dos semanas, nadie hablaba de recesión en Estados Unidos. Los dos periódicos progresistas del país (New York Times y Washington Post), opuestos a Trump, se niegan a escribir en esos términos, y justifican su postura con datos. ¿Por qué los dos diarios más importantes de izquierdas se niegan a aventurar una recesión? The Wall Street Journal (conservador, capitalista, “Biblia de los negocios”, según Warren Buffett, primer inversor del mundo) sigue la misma postura.

Primero, quieren evitar la profecía autocumplida: si los medios de comunicación hablan de recesión continuamente durante los próximos 18 meses, lo más probable es que la población general se asuste, deje de gastar y, cuando la producción se contraiga en plena guerra comercial de EEUU con China, entonces sí haya recesión. Pero, aunque el Times y Post fueran fuentes de fake news, como dice Trump, la realidad es que son periódicos responsables. A nadie le interesa una recesión. Menos aún entre los medios de comunicación: en 14 años, con internet, la piratería, las redes sociales y otras plataformas que ofrecen noticias, la mitad de los medios convencionales de comunicación han desaparecido en EE UU y el 60% de los periodistas han perdido su puesto de trabajo. La publicidad hoy es (no totalmente, sino en buena medida) esencialmente online, mucho más barata que la tradicional.

Si el 90% de los ingresos de los medios de comunicación provenía de la publicidad, hoy esta es tan barata que es incapaz de soportar los costes fijos de un periódico nacional. Por eso tienen muros de pago. La versión en papel de The Wall Street Journal ha aumentado su precio a 5 dólares. Pero se puede acceder a esa misma versión en pdf online más todos los contenidos del periódico en su web por 0,99 dólares durante tres meses. 145 dólares en papel en tres meses versus 1 dólar online. ¿Es posible que los medios puedan sobrevivir así? Si a estos factores añadimos una recesión, a los medios le entran los siete males, y nadie quiere tirarse piedras sobre su propio tejado. Los diarios mencionados quieren seguir publicando en papel y online. El cómo lo consigan rentablemente sería objeto de otra tribuna.

Los medios progresistas han dejado claro que no van a seguir a los candidatos presidenciales demócratas en su cruzada a favor de la tesis de la recesión para derrotar a Trump en 2020. Para los medios y para una economía que creció al 3% en 2018 gracias al fuerte consumo de los hogares, sería suicida. Ni Joseph Stiglitz ni Robert Case, premios Nobel de economía progresistas, auguran recesión. La economía crece al 2%, la inflación está en 1,9% (objetivo de la Reserva Federal) y la creación de empleo continúa imparable, ininterrumpida desde junio de 2009, hasta hoy.

¿Hay señales que llevan a los mejores economistas a pedir prudencia? Si. Algunos son propios de EE UU y otros son mundiales. Pero, incluso en el peor escenario, el Times ha dejado clara su postura: desaceleración quizá, si, recesión, no. Washington Post y Wall Street Journal le siguen.

La Fed insinuó en su bajada de tipos de julio que la guerra comercial con China y la Unión Europea restaría un 1% al crecimiento esperado del PIB americano en 2019. Al día siguiente de que Trump anunciara los nuevos aranceles sobre 300.000 millones de dólares en productos chinos e, igualmente 25% a 187.000 millones sobre coches importados de Europa y Japón y sobre 112.000 millones en electrónica de consumo, informática, videojuegos, etc, empresarios y republicanos presionaron a Trump para que pospusiera las sanciones a las importaciones chinas, europeas y japonesas, del 1 de septiembre al 15 de diciembre, para no afectar a las campañas de vuelta al cole y Navidad.

Cierto, los mercados de valores cayeron el día 12 en todo el mundo. En EE UU, el Dow Jones perdió 800 puntos y Nasdaq y S&P 500 se tiñeron de rojo: dos días después, recuperaron lo perdido. Mucho se ha hablado del diferencial entre los rendimientos de los bonos a 10 años (si son superiores a los de corto plazo, inspiran confianza) y los de 2 años, que ahora son más atractivos que los primeros, porque el inversor prefiere pájaro en mano que ciento volando. Pero la yield curve (la curva de rendimiento) ya se ha estabilizado, aunque sea cierto que las recesiones de 1979-80, 1987, 1992, 2001 y 2007 vinieron precedidas por un largo periodo en que los inversores apostaron por los bonos a corto. No es el caso hoy: ha sido un hecho puntual.

Ya dijimos que la política económica, la comercial y la monetaria de la Fed chocan entre sí y esto genera la palabra moda que hizo descender la inversión empresarial 5% de enero a julio: incertidumbre. Las tensiones con Irán (precios del petróleo en 55 dólares el barril), la fortaleza del dólar y la guerra de divisas con China; un Brexit a lo loco y la incertidumbre política en Italia, cuya deuda pública es insostenible, junto a la desaceleración en la locomotora económica de Europa, Alemania, son motivos de preocupación, obviamente.

Mientras, el consumidor estadounidense (que representa dos tercios del PIB) sigue gastando fuertemente y se endeuda porque los tipos de interés bajan. En Las Vegas, única ciudad del mundo con siete tiendas por cada marca de alto lujo (Ferrari, Hermes, Channel, Dior, entre otras) y hoteles de siete estrellas (Wynn, Encore), se gasta como si no hubiera futuro. Y, en el resto de Vegas, en la calle Strip, con hoteles de 5 estrellas y siete espectáculos del Circo del Sol, se gasta como en el resto de todo el pais: sin reparar en consideraciones.

Como dijo en 2007 el presidente de Citigroup, Chuck Prince: “Mientras la música suene, no hay más remedio que salir a bailar”. Aquí bailan todos.

Jorge Díaz-Cardiel es socio de Advice Strategic Consultants

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