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Lo que Garoña y Almaraz pueden aprender de Zorita sobre desmantelamiento

Enresa ultima la fase de descontaminación de suelos y paredes

Vista aérea de la central nuclear José Cabrera (Zorita).
Vista aérea de la central nuclear José Cabrera (Zorita).

“Junto a la margen izquierda del Tajo, en Almonacid de Zorita [Guadalajara], se asienta la central nuclear José Cabrera, primera de su género que se instala en nuestro país. El jefe del Estado, generalísimo Franco, acompañado por el ministro de Industria, la inaugura solemnemente”, anuncia el locutor del No-Do con voz firme, mientras en la pantalla discurren las imágenes en blanco y negro del dictador y las instalaciones.

Era el 12 de diciembre de 1968 y Zorita, en el lenguaje rimbombante del régimen, estaba a punto de marcar “un hito importante en la historia de nuestra producción de energía eléctrica”. Más de 50 años después, la empresa pública Enresa ultima su desmantelamiento y la devolución del sitio a unas condiciones parecidas a las que tenía el lugar antes de que la aventura nuclear diera aquí su primer paso.

Se trata del primer desmontaje completo de una central nuclear en España. Procesos similares se aplicarán a las siete centrales que quedan en activo y cuyos cierres están previstos entre 2027 y 2035. La primera será la de Garoña (2021) y después, la de Almaraz I (2027).

De lo que fue la central de Zorita –cuyo reactor de agua a presión produjo en sus casi 38 años de actividad más de 36.000 millones de kilovatios hora (lo que equivalía al 20% del consumo eléctrico de Castilla-La Mancha)– queda más bien poco. Los edificios están hoy vacíos y los equipos que conforman 170 trabajadores –en otros momentos hubo picos de hasta 300– están descontaminando sus suelos y paredes.

“Se rascan las capas superficiales hasta certificar la ausencia de contaminación”, explica el director de instalación de Enresa, Manuel Ondaro del Pino.

Lo más difícil

Llegar hasta este punto ha sido un proceso largo. Zorita echó el cierre el 30 de abril de 2006, pero no fue hasta febrero de 2010 cuando empezó a ejecutarse el proyecto de desmantelamiento (con un presupuesto a la fecha de 160 millones de euros, cifra Enresa).

Al principio fue necesario adecuar las instalaciones para facilitar el desmontaje. Más tarde se retiraron todos los sistemas y componentes de los edificios en los que había radiación y, posteriormente, se desmontaron las estructuras convencionales como las torres de refrigeración, entre otras.

Obras de demolición bajo la cúpula de contención.
Obras de demolición bajo la cúpula de contención.

“Si fuera un ser humano, habríamos retirado todos los órganos y tan solo quedaría el esqueleto y la piel”, dice Ondaro, al referirse al estado actual de la central. Una vez acabada la fase de descontaminación, edificios e infraestructuras serán demolidos mediante técnicas convencionales.

En palabras de Ondaro, “la parte más compleja de desmantelar fue el reactor nuclear y su vasija”. La cantidad de radiación que emitían era muy importante, pero todos los componentes fueron segmentados bajo agua en la propia piscina de la central mediante equipos robotizados, lo que garantizó la seguridad de las obras en cada momento.

La cifra

36.000 millones de kilovatios hora. En sus casi 40 años de funcionamiento, la primera central nuclear española logró satisfacer el 20% de la necesidad de energía eléctrica de Castilla-La Mancha.

“El desmontaje de estos componentes constituye una actividad diferencial con respecto a proyectos anteriores, al permitir el desmantelamiento total de la instalación”, asegura. La demolición total de los restos de la central acabará a finales de 2020.

“Si España ya se había convertido en un referente internacional en este ámbito, con el desmantelamiento de Zorita Enresa ha dado un paso más en la organización y gestión integral de los materiales, así como en el empleo de herramientas digitales”, indica. “Esta experiencia será aprovechada en los desmantelamientos de las centrales nucleares que todavía están en operación”, concluye.

Finiquitos pasados y futuros

Potencia. La central nuclear de Zorita, cuyo último propietario ha sido Naturgy, empezó a construirse en 1965 y fue la primera que funcionó en España. Su sistema nuclear de generación de vapor, de tecnología Westinghouse, tenía una potencia eléctrica de 160 megavatios.

Obras previas. Su desmantelamiento es el primero que se realiza de manera completa en España. Previamente, solo se ha realizado uno diferido en Vandellós I (Tarragona). En esta central, para abordar la tercera y última fase de este tipo de desmontaje, hay que esperar un largo periodo llamado de latencia.

Experiencia. Los equipos que trabajan en Zorita habían participado en la segunda fase del desmantelamiento de Vandellós I, entre 1998 y 2003, y de instalaciones nucleares piloto, entre 2006 y 2015.

Apagón. Según el calendario acordado entre el Ministerio de Transición Ecológica, las empresas energéticas propietarias y Enresa, la próxima central nuclear que echará el cierre será Almaraz I (Cáceres), en 2027. Le seguirán Almaraz II (2028), Ascó I (Tarragona, 2029), Ascó II (2030), Cofrentes (Valencia, 2033), Vandellós II (2034), y Trillo (Guadalajara, 2035).

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