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Un cambio de look en las 'due diligence'

Los servicios jurídicos sufrirán una transformación, pero no hay que caer en una visión apocalíptica

Getty

A estas alturas no representa ninguna novedad ya la existencia de innegables progresos en la aplicación de la inteligencia artificial y otros avances tecnológicos al ámbito jurídico, y por tanto al desarrollo de muchos de los servicios habitualmente prestados por los despachos de abogados.

Uno de esos servicios son las omnipresentes due diligences legales y fiscales, como parte esencial en los procesos transaccionales entre empresas. Tradicionalmente, y aún hoy en casi todos los despachos, estos trabajos han supuesto la implicación de equipos más o menos extensos, según la transacción, de abogados de distintas áreas o especialidades coordinados por uno o varios responsables o socios, con, en definitiva, dedicación de un número considerable de horas de trabajo enfocadas en el análisis de gran cantidad de documentos y en la identificación de las principales contingencias del grupo, sociedad o negocio objeto de análisis.

Sin duda alguna el cambio de look de esos procesos es ya hoy una realidad que los avances tecnológicos y la inteligencia artificial han venido a imponer, lo que está suponiendo ya en algunos despachos, y lo hará en todos forzosamente en un futuro inmediato, una importante revolución.

Este cambio de look, que por otro lado también tiene que ver, en mi opinión, con una visión mucho más pragmática que impone análisis más eficientes y con documentos más ejecutivos, cuando las circunstancias lo permiten, conlleva la implicación de softwares o soluciones tecnológicas que permitirán a los despachos realizar de forma más óptima, precisa y eficiente ese trabajo, pudiendo sustituir la dedicación de extensos equipos de júniores o abogados mid-level por equipos mucho más reducidos o estructurados de modo diferente.

Y, sobre todo, reemplazar el mero trabajo de lectura y transcripción de documentos por un trabajo de parametrización correcta de softwares de análisis documental y de aportación de valor añadido, pudiendo focalizar más precisamente ese valor añadido del servicio en la mencionada parametrización y el análisis de conclusiones, trabajo, en parte, más propio ya de los responsables o socios de los proyectos.

Estandarización

En definitiva, hay una transformación evidente del futuro inmediato de estos servicios, entre otros muchos (podríamos hablar también del blockchain y los smart contracts y la revolución que podrá suponer este fenómeno en el asesoramiento en materia contractual y el seguimiento de la ejecución y cumplimiento de los contratos por parte de las propias empresas), pero ello no debería enfrentarse con una visión agorera o apocalíptica del futuro del sector, pensando en la necesidad de menos abogados en los despachos, por ejemplo, sino que debe encararse con una visión de progreso ilustrado, de avance de la sociedad y las industrias gracias a la aplicación de la ciencia y la razón (recomendaría al respecto de esta visión general del progreso el fantástico libro de Steven Pinker titulado En defensa de la ilustración).

Es decir, los despachos seguirán prestando servicios, continuarán contratando júniores y necesitando talento jurídico, si bien cambiarán probablemente la forma de prestar los servicios legales, es posible que se precisen perfiles mixtos (tecnológicos y jurídicos), y se transformarán aspectos tales como el camino de aprendizaje de los abogados en algunas áreas y el tipo de trabajo en que se empleará a los más jóvenes de los despachos (que, sin duda, probablemente podrán aprender de trabajos de mayor valor, evitándose tareas ya anacrónicas que no les aporten aprendizaje jurídico precisamente).

Llegaremos así a la estandarización y mecanización de ciertos trabajos, como, de hecho, ya ocurre en algunos despachos, junto con la aportación a los resultados para el cliente de un mayor valor añadido por parte de su equipo legal, y así sus responsables podrán dedicar más tiempo a la verdadera labor de análisis y conclusiones, esa que la inteligencia artificial, al menos aún, no puede sustituir del todo.

Alberto Suárez Tramón es director M&A, contratación mercantil y transacciones de Garrido Abogados.

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