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Las grandes fortunas rescatan Notre Dame

Entre empresarios, millonarios, Administración y particulares lo recaudado asciende a unos 700 millones

EFE

Apagada la última llama, toca reconstruir. Lo anunció el presidente francés Emmanuel Macron, cuando el fuego todavía no estaba totalmente sofocado: “Vamos a reconstruir la catedral de Notre Dame todos juntos”. Y aseguró que en cinco años lo conseguirían. Apenas habían transcurrido cuatro horas desde el terrible incendio que destruyó la cubierta y la aguja de una de las joyas del gótico europeo y el monumento más visitado de Europa, con una afluencia de 12 millones de visitas en 2017, cuando llegó el primer donativo de manos del empresario Francois-Henri Pinault, presidente del grupo de lujo Kering, que anunció la donación de 100 millones de euros para la reconstrucción de la catedral. El otro gigante del lujo francés, Bernard Arnault y el grupo LVMH, contribuirá a la causa con 200 millones de euros, dado que, en su opinión, se trata de un “símbolo de Francia, de su herencia y de la unidad francesa”.

A la colecta también acudieron otras grandes fortunas y empresas: los Bettencourt-Meyers, dueños de L’Oréal, pondrán otros 200 millones, la petrolera Total prometió 100 millones, el Ayuntamiento de París, donará 50 millones, los Bouygues o los Decaux, gestores de grupos de telecomunicaciones y de mobiliario urbano, se comprometieron con 10 y 20 millones, el grupo Société Générale, con otros 10 millones, los mismos que aportará la región de Ile de France, Capgemini anunció un millón de euros...

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El goteo de donaciones llega a Francia de todos los rincones del mundo, a través de la página Gofundme se están recogiendo aportaciones de particulares, incluso la empresa Asturiana de Laminados (Asla) cederá 50 toneladas de su producción de zinc para contribuir a la restauración de la cubierta de la catedral, una asociación de canteros de Poio (Pontevedra) se ofreció a colaborar en el trabajo de la piedra del monumento.

París no sería la misma ciudad sin su catedral

 

Notre Dame no es solo un símbolo para los parisinos, sino que desempeña un papel fundamental en el turismo que recibe la capital francesa. Es el monumento más visitado de Europa, cada año alrededor de 12 millones de personas suben sus escalones y se deleitan con sus vidrieras, y junto a la Torre Eiffel, uno de los principales activos patrimoniales de París, cuyas calles acogieron en 2017 a más de 17 millones de turistas, según Mastercard.

Los recuerdos de visitas a Notre Dame han inundado estos días las redes sociales. Una muestra de que el papel de la catedral va más allá de su valor económico o cultural. “El monumento es un elemento de cohesión social. Francia es un estado laico, pero supo hacer del mismo un símbolo con el que todo el mundo se identificara”, destaca la catedrática de la Universidad de Oviedo y miembro del Comité Español de Historia del Arte, Pilar García Cuetos, para quien los elementos culturales son fundamentales para cohesionar Europa en un contexto delicado como el actual.

El legado cultural de la catedral parisina ha trascendido sus propios muros, pues también ha servido de inspiración para el cine y la literatura a lo largo de su historia. En 1831, Víctor Hugo publicó una novela para alertar sobre el lamentable estado en el que se encontraban las iglesias medievales y creó el personaje de Quasimodo, posteriormente conocido como el jorobado. La obra fue un fracaso, pero sirvió de inspiración para una multitud de películas y musicales. La versión de Disney, estrenada en 1996, es una de las más conocidas.

El Ejecutivo francés mantiene reuniones periódicas para articular el modo en que se gestionarán las ayudas recibidas. En el marco de estos encuentros se ha hablado ya, según informa el diario local Le Parisien, de tributación. El régimen fiscal actual permite a cada donante desgravarse un 66% dentro del límite del 20% de sus ingresos. No obstante, hay voces, como la del exministro de Cultura Jean-Jacques Aillagon, que piden declarar Notre Dame “tesoro nacional”, un cambio que permitiría una reducción impositiva del 90%.

 

No obstante, para la catedrática de la Universidad de Oviedo y miembro del Comité Español de Historia del Arte, Pilar García Cuetos, la ayuda llegar tarde. “Ya antes había muchas críticas de asociaciones de patrimonio en Francia insistiendo en la necesidad de una restauración”. La académica asegura que las labores de mantenimiento continuas, cuyos fondos no se ha recuperado tras la crisis, tienen menos riesgo que las operaciones complejas, que con frecuencia, llegan cuando el deterioro del monumento ya está muy agravado.

Otros incendios recientes que calcinaron la historia

 

Biblioteca de Sarajevo. El nacionalista serbio Nikola Koljevic, profesor de poesía y crítica, ordenó en 1991 incendiar una biblioteca de la que era asiduo. Se perdieron más de dos millones de libros.

Liceu de Barcelona. La chispa del soplete de un operario fue, en 1994, el origen de unas llamaradas que acabaron con uno de las joyas de la ópera. Restaurarlo costó a las administraciones más de 132 millones de euros.

Fenice Venecia. Esta ópera de Venecia fue pasto de las llamas en 1996. Aunque nunca se esclarecieron del todo las causas del fuego, se reestrenó en 2003 y hoy es uno de los pocos teatros operísticos con las cuentas saneadas.

Museo Nacional de Río. El fuego devoró hace un año los 20 millones de objetos guardados en el Museo Nacional de Rio. Entre las reliquias calcinadas figuran el fósil más antiguo de Latinoamérica y la colección de momias egipcias más completa del continente.

 

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