Cinco claves para ahorrar a través de un seguro sin sobresaltos
Las compañías cada vez venden más productos financieros, pero las comisiones pueden ser abusivas
Igual que los bancos se están poniendo las botas vendiendo seguros, las aseguradoras quieren hincarle el diente al mercado de productos financieros. Bajo el paraguas de las pólizas de seguros de vida hay un amplio abanico de vehículos que permiten desde acumular un pequeño ahorro para un imprevisto hasta invertir o ahorrar para la jubilación.
La panoplia de productos financiero-aseguradores es amplia y compleja. Están los seguros de ahorro a largo plazo (Sialp), los planes individuales de ahorro sistemático (PIAS), los planes de previsión asegurados (PPA), los seguros de rentas vitalicias, los unit linked...
En total, hay más de 180.000 millones de euros acumulados en este tipo de productos. Más dinero del que hay ahorrado en planes de pensiones.
El problema para ahorrar a través de este tipo de fórmulas es que los productos están menos estandarizados que los depósitos, los fondos de inversión o las pensiones individuales. Y que hay más opacidad en las comisiones aplicadas.
“Todos los seguros de ahorro incluyen unas provisiones matemáticas, que es lo que realmente se invierte, junto con unos gastos de comercialización, de administración y gastos técnicos. En algunos casos, esas comisiones de comercialización son abusivas”, explica Carlos Lluch, director técnico de la correduría Lluch & Juelich y experto en este tipo de pólizas.
Los productos de vida ahorro son una fórmula perfectamente válida para ahorrar o invertir, tienen la supervisión de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (DGSFP) y una regulación rigurosa para garantizar los niveles de solvencia de las aseguradoras que los comercializan. Aun así, conviene tener en cuenta algunos aspectos a la hora de contratarlos para no llevarse ningún sobresalto.
La página web de la patronal del sector, Unespa, incluye un apartado en el que se explica con todo detalle cómo funciona cada una de estas pólizas.
1. Conocer bien el producto
Hay un seguro de vida ahorro para cada finalidad y es muy importante saber exactamente qué se está contratando. Por ejemplo, los planes de previsión asegurados (PPA) son el equivalente asegurador a los planes de pensiones privados. Su regulación es muy similar. Solo se pueden rescatar en el momento de la jubilación o en algunos casos especiales (desempleo, enfermedad...). Además, tienen la ventaja fiscal de que permiten desgravarse del IRPF la cantidad aportada, hasta un límite de 8.000 euros.
Los Sialp, también conocidos como planes ahorro 5, se parecen más a un depósito. Tienen una interesante exención fiscal si el ahorro se mantiene durante cinco años y ofrecen un grado de seguridad sobre la recuperación del capital muy importante.
Otros productos, como los PIAS, tienen el atractivo de no tributar por los rendimientos obtenidos siempre que el dinero se haya mantenido durante más de cinco años y se utilice para constituir una renta vitalicia. El tipo de interés está garantizado.
2. Cuidado con el tipo de interés
Para el particular, algunos de los seguros de ahorro se pueden parecer a una imposición a plazo fijo de una entidad financiera (lo que se conoce como un depósito bancario): dejo un dinero a la aseguradora y, cada cierto tiempo, percibo un tipo de interés. Sin embargo, en el caso las pólizas de ahorro esos rendimientos no son tan evidentes.
“El dato de interés técnico que aparece en los folletos a menudo solo sirve para confundir”, apunta Lluch. Los vendedores de estos productos, cuando son agentes, se quedan con una comisión, que se descuenta de la aportación.
Por eso es muy importante que la aseguradora explique con claridad todos los aspectos del producto: cuánto dinero se va a cobrar cuando termine el contrato, qué posibilidades hay de rescatar antes de tiempo, qué comisiones se pagan, quién asume los riesgos...
3. Tener muy presente quién está vendiendo el producto
Hay muchas formas de contratar un seguro de vida ahorro. Puede ser un banco quien lo ofrezca, o un empleado de Mapfre, Caser u otra aseguradora, o un corredor de seguros que trabaja para varias compañías, o un agente que trabaja en exclusiva para una sola firma. El que sea una persona u otra quien venda el producto puede afectar mucho a las comisiones que se pagan.
“En diversos estudios de campo que hemos realizado hemos comprobado que cuando los bancos comercializan pólizas de vida cobran más comisiones que otros canales”, explica Isidre Martínez, director de la consultora Global Actuarial.
De acuerdo con los datos facilitados por la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones, los operadores de bancaseguros cobran, por término medio, una comisión sobre primas del 47% en las nuevas ventas de pólizas de vida, mientras que en el caso de los corredores es del 7%. Los bancos suelen utilizar este producto como complemento en las hipotecas con descuento: lo que el cliente se ahorra al pagar un menor diferencial sobre euríbor lo acaba pagando al contratar un seguro caro.
4. ¿Para qué quiero ahorrar?
Antes de contratar cualquier producto financiero es importante tener muy clara la finalidad. ¿Quiero acumular un capital para que sea un complemento para mi pensión de jubilación? ¿Quiero tener algo de dinero para imprevistos? ¿Quiero invertir y obtener la máxima rentabilidad?
Al haber una gama de productos aseguradores tan amplia, cada cliente puede tener el vehículo que necesita.
En el caso de que la vocación principal sea la inversión, el formato unit linked es el más idóneo. Permite acceder a fondos de inversión, pero con la carcasa de una póliza de vida. El cliente es quien asume todo el riesgo. Todas las grandes aseguradoras: Mapfre, Generali, Catalana Occidente, Axa, Santalucía, Allianz, Caser... tienen un amplio abanico de unit linked que permiten invertir en los mercados bursátiles de todo el mundo, así como en emisiones de deuda de Estados y de compañías. En este caso, es fundamental contar con algún tipo de asesoramiento a la hora de contratar el producto.
Si el objetivo es acumular unos pequeños ahorros para imprevistos, los planes ahorro 5 (Sialp) pueden ser una buena alternativa, aunque es importante saber las características.
Para completar la pensión de jubilación están los PPA, el equivalente asegurador a los planes de pensiones. También puede servir para este fin los PIAS, siempre que el particular esté dispuesto a convertir sus ahorros en una renta vitalicia o financiera. Además, existen los seguros que garantizan un capital, y que no tienen ventajas fiscales específicas ni límites a la hora de la retirada del dinero.
5. Asesoramiento independiente
Los bancos tienen que ser cada vez más escrupulosos a la hora de vender productos financieros. La nueva regulación Mifid 2 obliga a realizar test de idoneidad, explicar claramente las comisiones de cada producto, aclarar si perciben dinero por la comercialización... Sin embargo, en el caso de las aseguradoras la normativa en cuestión de comercialización no es tan exigente.
“Es importante que el particular que va a contratar este tipo de productos tenga algún tipo de asesoramiento independiente, para ver qué póliza se ajusta a sus necesidades y cuál es el nivel de gastos y de comisiones que deberá afrontar”, explica Carlos Lluch.